Estudio-vida de Lucas, por Witness Lee

LA CONCEPCION DEL SALVADOR-HOMBRE

Concebido por el Espíritu Santo en una virgen humana

El Salvador-Hombre fue concebido por el Espíritu Santo con la esencia divina (v. 35), en una virgen humana con la esencia humana (vs. 27-28, 31). En 1:26-56 tenemos el relato de Su concepción.

Los versículos 26 y 27 dicen: “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María”. Galilea era una región sin fama, y Nazaret era una ciudad menospreciada (Jn. 7:52; 1:46). La virgen María vivía en una ciudad menospreciada de una región sin fama, pero ella era descendiente del linaje real del rey David (Lc. 1:31-32; Mt. 1:16).

De acuerdo con 1:28-30, el ángel dijo a María que ella era la favorecida, dotada de gracia, y que ella había hallado favor, gracia, delante de Dios.

Después el ángel Gabriel dice en el versículo 31: “Y he aquí, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús”. La palabra griega Jesús equivale a la palabra hebrea traducida Josué (Nm. 13:16), que significa Jehová el Salvador o la salvación de Jehová. Por lo tanto, Jesús no es solamente un hombre sino también Jehová, y no es solamente Jehová, sino que también llega a ser nuestra salvación. Así que, El es nuestro Salvador. El es nuestro Josué que nos introduce en el reposo (He. 4:8; Mt. 11:28-29), el cual es El mismo, nuestra buena tierra.

En Lucas 1:35 vemos claramente que el Salvador-Hombre fue concebido por el Espíritu Santo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso también lo santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios”. Tal como la sombra de la nube cubrió el monte de la transfiguración (Mt. 17:5) y el tabernáculo (Ex. 40:34, 38), el poder del Altísimo cubriría a María. Según este versículo parece que el Espíritu Santo solamente estaría sobre María como el poder para que ella concibiera al niño santo. Sin embargo, Mateo 1:18 y 20 nos dice que María “estaba encinta por obra del Espíritu Santo”, y que “lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es”. Esto indica que la esencia divina que procedía del Espíritu Santo había sido engendrada en el vientre de María antes de que ella diera a luz al niño Jesús. Tal concepción del Espíritu Santo en la virgen humana, realizada tanto con la esencia divina como con la humana, constituye una mezcla de la naturaleza divina con la naturaleza humana, lo cual produjo un Dios-hombre, uno que es el Dios completo y el hombre perfecto, y que posee la naturaleza divina y la naturaleza humana distintivamente, sin haberse producido una tercera naturaleza. Esta es la persona de Jesús, la más maravillosa y excelente, quien es Jehová el Salvador.

La concepción de Juan el Bautista y la de Jesús el Salvador son notablemente diferentes en cuanto en esencia. La concepción de Juan el Bautista fue un milagro que Dios realizó con la esencia humana envejecida, lo cual hizo meramente por el poder divino, sin la participación de la esencia divina. Esto dio como resultado un simple hombre que estaba lleno del Espíritu de Dios (1:15), pero que no tenía la naturaleza de Dios. La concepción del Salvador fue la encarnación de Dios (Jn. 1:14), no solamente constituida por el poder divino, sino también de la esencia divina, agregada a la esencia humana, produciendo así al Dios-hombre de dos naturalezas: la divina y la humana. A través de esto Dios se unió con la humanidad, para poder manifestarse en la carne (1 Ti. 3:16) y ser el Salvador-Hombre (Lc. 2:11).

Hemos recalcado contundentemente que el Salvador-Hombre fue concebido por el Espíritu Santo con la esencia divina, en una virgen humana con la esencia humana. Aquí vemos las dos fuentes de las dos esencias del Señor. Está muy claro que en la concepción del Señor Jesús hubo dos fuentes: el Espíritu Santo y la virgen humana, y dos esencias: la esencia divina y la humana.

La concepción del Salvador-Hombre consistía en una mezcla de la esencia divina y la esencia humana. En realidad, cualquier concepción es un asunto de mezcla. En la concepción del Salvador-Hombre la esencia divina no fue meramente añadida a la esencia humana; al contrario, la esencia divina fue mezclada con la esencia humana.

En tiempos antiguos hubo un debate en cuanto a la palabra mezcla. Algunos que no entendieron cómo la esencia divina fue mezclada con la esencia humana en la persona de Jesucristo, enseñaron la herejía de que esta mezcla significaba que Cristo ni era completamente Dios ni completamente hombre, sino una tercera entidad con una tercera naturaleza, algo que no era ni Dios ni hombre. ¡Qué gran herejía fue esto!

Debido a esta enseñanza herética relacionada con la mezcla, muy pocos maestros de la Biblia se han atrevido a usar esta palabra con respecto al Señor Jesús. No obstante, aunque esta palabra haya sido usada erróneamente, la Biblia revela la verdad de que Cristo nuestro Señor es la mezcla de Dios con el hombre. Pero esta mezcla no le hizo perder ni la naturaleza divina ni la naturaleza humana, ni tampoco produjo una tercera naturaleza. Más bien, en esta mezcla tanto la esencia divina como la esencia humana permanecen distinguibles, y no se produce ni una tercera naturaleza ni una tercera sustancia.

Algunos se nos han opuesto y nos han acusado falsamente de enseñar herejía porque enseñamos la verdad bíblica de la mezcla de la esencia divina y la esencia humana en Cristo. Esta oposición nos ha hecho estudiar este asunto más a fondo. Cuanto más hemos estudiado, más hemos recibido la confirmación en la verdad con relación a esta mezcla.

Como dijimos en el mensaje uno de este estudio-vida, estamos de acuerdo con la primera definición de la palabra mezcla dada en el diccionario: “combinar o juntar (una cosa con la otra, o dos o más cosas juntas), especialmente de manera que los elementos originales sean distinguibles en la combinación”. Por lo tanto, mezclar es combinar dos cosas o más de dos de manera que los elementos originales permanecen distinguibles.

Esto ciertamente es la situación con respecto a la persona del Señor Jesucristo. El fue concebido por dos esencias, la divina y la humana. Por lo tanto, El era la mezcla de Dios y el hombre. Pero tanto la esencia divina como la humana permanecen distinguibles. Estas esencias son mezcladas en una sola persona sin que una tercera naturaleza sea producida. El Señor posee dos naturalezas, y en El cada una de ellas es distinguible. Dicho asunto nos debe impresionar profundamente, ya que es el elemento básico según el cual podemos conocer la maravillosa persona del Señor Jesús.

Nace como Hijo de Dios y como descendiente de David

Ya que el Señor Jesús fue concebido por Dios el Espíritu, El es el Hijo de Dios. Con relación a El, Lucas 1:32 dice: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo”. El Altísimo es un título divino. En hebreo es Elyon (Gn. 14:18), lo cual denota el Ser Supremo (Dios); por eso, no hay artículo. Jesús será grande porque El es el Hijo del Altísimo, el Dios Supremo.

Lucas 1:35 dice que lo santo nacido de María será llamado Hijo de Dios. Puesto que la concepción provino del Espíritu Santo, lo nacido de esta concepción era intrínsecamente santo. Este es Jesús nuestro Salvador.

La segunda parte de 1:32 dice acerca del Salvador-Hombre: “El Señor Dios le dará el trono de David Su padre”. Jesús, quien fue concebido por el Espíritu Santo y nació de una virgen, de un ser humano, será el Hijo del Dios Altísimo, y al mismo tiempo será el Hijo de un hombre de alta categoría, el rey David (Mt. 1:1; 22:45). El es tanto divino como humano.

Lucas 1:33 dice: “Y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y Su reino no tendrá fin”. El versículo anterior muestra la familia de Jesús, y este versículo muestra Su reino. Jesús tendrá la casa de Jacob —la nación de Israel— como el centro de Su reinado (Hch. 1:6; 15:16), a través de la cual El regirá todo el mundo como Su reino (Ap. 11:15). El regirá el mundo primeramente en el milenio (Ap. 20:4, 6) y luego en el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad (Ap. 22:3, 5).

Las pocas palabras dichas por el ángel a María revelan claramente que Aquel que nacería de ella es tanto Dios como hombre. El es el Hijo de Dios porque fue concebido por el Espíritu Santo. Ya que también fue concebido en la virgen humana, El es el Hijo del Hombre. Por el lado divino, El es el Hijo de Dios; por el lado humano, El es el Hijo del Hombre. Según el lado humano, El era descendiente de David e iba a heredar el trono de David y regir la casa de Jacob para siempre en Su reino perpetuo.

Puesto que el Señor Jesús es tanto el Hijo de Dios como el Hijo del Hombre, a veces decía a unos que El era el Hijo de Dios, y otras veces, que El era el Hijo del Hombre. Puesto que fue concebido por dos esencias, la divina y la humana, El es tanto el Hijo de Dios como el Hijo del Hombre.

(Estudio-vida de Lucas, capítulo 3, por Witness Lee)