Línea central de la revelación divina, La, por Witness Lee

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I. EL ESPÍRITU TODO-INCLUSIVO ES LA TOTALIDAD DE LA BENDICIÓN QUE TODO LO ABARCA, LA BENDICIÓN DEL EVANGELIO COMPLETO DE DIOS EN CRISTO, CON MIRAS A QUE SE REALICE LA IMPARTICIÓN DIVINA CONFORME A LA ECONOMÍA DIVINA

En este mensaje vamos a considerar otros diez elementos del Espíritu todo-inclusivo, quien es la totalidad de la bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios en Cristo, con miras a que se realice la impartición divina conforme a la economía divina.

K. Es las primicias del disfrute que tenemos de Dios como nuestra herencia

El Espíritu todo-inclusivo es las primicias del disfrute que tenemos de Dios como nuestra herencia y, como tal, imparte Sus riquezas en nosotros hasta la redención (la glorificación) de nuestro cuerpo, es decir, nuestra gloriosa filiación divina. Romanos 8:23 nos dice que el Espíritu hoy es las primicias. Las primicias del Espíritu son sencillamente el Espíritu mismo en calidad de las primicias de la cosecha venidera de lo que Dios es para nosotros. El Espíritu, es decir, el Espíritu compuesto quien es la consumación del Dios Triuno, nos ha sido dado como primicias. Estas primicias son las primicias de Dios como nuestra herencia. Dios mismo se nos ha dado como nuestra herencia. Hechos 26:18 afirma categóricamente que nosotros los salvos estamos siendo santificados para una herencia (véase la nota 6), y esa herencia es Dios mismo (Ro. 8:23; Ef. 1:14). En esta tierra nosotros podemos heredar casas, bonos y acciones de grandes corporaciones. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que todo lo que tenemos, con el tiempo, será reducido a nada, puesto que cuando llegue la hora de la muerte, seremos despojados de todo. Por lo tanto, este tipo de herencia terrenal es vanidad de vanidades (Ec. 12:8). No obstante, Cristo, la descendencia triple en la humanidad, llega a ser el Espíritu, y este Espíritu es las primicias de la herencia divina. En otras palabras, el Espíritu como primicias es el primer aspecto de Dios como nuestra herencia. Este Espíritu, en calidad de primicias, es dado indudablemente para nuestro disfrute. Así que, Él es las primicias de lo que disfrutamos de Dios como nuestra herencia. Como tal, Él nos imparte las riquezas de Dios, quien es nuestra herencia, para la redención de nuestro cuerpo. La redención de nuestro cuerpo en el futuro será resultado de esta impartición.

Hoy en día estamos disfrutando la impartición de las riquezas de la herencia divina, la cual es Dios mismo, y dicha impartición da como resultado la glorificación de nuestro cuerpo. Esta glorificación no será una cosa repentina que ocurrirá cuando el Señor Jesús regrese; será el resultado de nuestro disfrute actual. Tal disfrute da por resultado esa glorificación, es para ella y tiene este fin. Versículos tales como Efesios 1:13-14 y Efesios 4:30 dicen que el Espíritu nos sella para la redención de nuestro cuerpo. Por lo tanto, la redención futura de nuestro cuerpo será resultado del disfrute que tenemos de Dios, disfrute que va siempre acompañado de la impartición de Su elemento en nuestro ser. Esto nos cambia y nos transforma con miras a la redención y glorificación de nuestro cuerpo, lo cual está por venir.

L. Como Espíritu de nuestra filiación, Él nos guía a nosotros los hijos de Dios, por medio de la vida y naturaleza del Padre

El Espíritu todo-inclusivo, como Espíritu de nuestra filiación, nos guía a nosotros los hijos de Dios al impartir a nuestro ser la vida y naturaleza del Padre en nuestra vida diaria, para que seamos hijos de Dios en la práctica (Ro. 8:14-15). Romanos 8:14 dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. Como hijos de Dios, debemos vivir, andar y tener nuestro ser conforme al guiar del Espíritu. Sin embargo, si vamos al cine, es posible que no tengamos la certeza de que estemos implementando la filiación práctica. Me causó una profunda impresión la historia que leí acerca de un destacado predicador estadounidense. Él se mudó a una nueva casa e invitó a su padre a que viera la casa y todo el mobiliario. El padre vio los cuartos y todo el mobiliario y dijo: “Hijo, todo está muy agradable, pero hay una enorme carencia: no hay indicio alguno de que tú eres un hijo de Dios”. Asuntos tales como la manera en que nos peinamos, la forma de vestirnos y la decoración de nuestros hogares indican si somos hijos de Dios en la práctica o no. No estamos hablando de la filiación en doctrina, sino de la filiación en la práctica. La realidad de nuestra filiación en la práctica se manifiesta en nuestro vivir: en la manera de comportarnos, de vestirnos, en los lugares adonde vamos. Todos éstos son indicadores del aspecto práctico de nuestra filiación.

(Línea central de la revelación divina, La, capítulo 11, por Witness Lee)