I. TODA LA ESCRITURA REVELA A DIOS
COMO LA DEIDAD ÚNICA, PRINCIPALMENTE
EN SUS TÍTULOS DIVINOS Y EN SU PERSONA DIVINA
La línea central de la revelación divina comienza con Dios. Lo que la Biblia revela primera y últimamente es Dios. Casi todas las páginas de la Biblia revelan a Dios. Dios es el factor principal de la revelación divina. La Biblia nos muestra los títulos de Dios y Su persona. Luego, pasa a mostrarnos Su economía y Su impartición. Estos cuatro asuntos son el alfa de la revelación divina: los títulos de Dios, la persona de Dios, la economía de Dios y la manera de realizar Su economía, la cual consiste en la impartición de Sí mismo en Su pueblo escogido. Más adelante, veremos cómo Dios realizó Su creación con miras a impartirse en Su pueblo escogido. Lo principal que vino después que Dios lo creó todo y que el hombre cayó, fue la era de la promesa y la de la tipología. Hubo muchas promesas y muchos tipos de las cosas que habían de venir. En todos los tipos podemos ver la impartición de Dios, así como en todas las promesas.
En el Nuevo Testamento el primer asunto principal es la encarnación. Esta vez queremos estudiar la encarnación de una manera muy renovada. Luego, pasaremos a ver la humanidad de Cristo, la cual incluye Su vivir humano, Su muerte todo-inclusiva, Su resurrección y Su ascensión con Su ministerio celestial. En Su ascensión y por Su resurrección, Él ministra en los lugares celestiales por medio de la impartición divina para producir la iglesia, edificar la iglesia y llevar la era de la iglesia a su consumación. Más tarde, tendremos comunión acerca de Su manifestación. Él se manifestará desde los cielos como una piedra que caerá sobre el gobierno humano para desmenuzarlo y destrozarlo (Dn. 2:34-35, 44-45). Esto introducirá la manifestación del reino de los cielos, el milenio, que finalmente culminará en el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén. Todas las cosas y personas negativas del universo son eliminadas por medio de la muerte de Cristo y Su manifestación final.
Sin embargo, el elemento rebelde todavía estará dentro del hombre durante el milenio. Así que, a fines del milenio, sucederá la última rebelión de la humanidad, instigada por Satanás (Ap. 20:7-10). Y por última vez será probada la naturaleza rebelde del hombre, la cual será eliminada totalmente por medio del juicio final del Señor sobre la humanidad. Durante el milenio, los cielos y la tierra continuarán en su condición vieja. Para quitar la vejez de la creación, Dios usa cuatro eras: la era anterior a la ley, la era de la ley, la era de la gracia y la era del reino. Por medio de estas cuatro eras, todo se introduce en la novedad divina. La era del reino, es decir, la era del milenio, será la era de la restauración, pero no de la novedad plena.
Aunque la crucifixión de Cristo y Su segunda manifestación purifican el universo, la vieja naturaleza de la vieja creación permanecerá. Entonces, habrá necesidad de un fuego por medio del cual los cielos viejos y la tierra vieja puedan ser hechos nuevos. El cielo nuevo y la tierra nueva se producirán por medio de un bautismo, no en agua sino en fuego (2 P. 3:7, 10, 12-13). Los cielos viejos y la tierra vieja en su totalidad serán bautizados en fuego. El fuego renovará los cielos y la tierra introduciéndolos en la novedad divina de Dios, lo cual tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén junto con el cielo nuevo y la tierra nueva, será la compleción eterna, la consumación, de la economía de Dios. Ésta es la línea central de la revelación divina.
Necesitamos orar para poder entrar en todos estos aspectos de la línea central de la revelación divina a fin de vivir a Cristo y ser los vencedores de hoy para cambiar la era, tal como lo hicieron Daniel y sus tres compañeros. Para ser vencedores necesitamos conocer la Palabra. Para conocer la Palabra adecuada y completamente, necesitamos la ayuda de una exposición adecuada. Hechos 8 nos habla de un eunuco etíope que leía Isaías 53. El Espíritu Santo le dijo a Felipe que se le acercara porque sabía que el eunuco no entendía nada. Por lo tanto, Felipe le preguntó: “Pero ¿entiendes lo que lees? (v. 30). El eunuco le contestó: “¿Y cómo podré, si alguno no me guía? (v. 31). Esto muestra que necesitamos la adecuada explicación y exposición de la Palabra para poder entenderla.
Zacarías 1 presenta una visión de un hombre que, como Ángel de Jehová, cabalgaba sobre un caballo bermejo y que estaba de pie entre los mirtos (vs. 7-17). ¿Cómo podríamos entender esto sin la adecuada exposición? Yo leí y estudié Zacarías 1 muchas veces sin entender esta visión. Esta visión revela a Cristo como el Ángel de Jehová en Su humanidad. Que esté montado en un caballo bermejo, tipifica el mover veloz de Cristo en Su redención. Los mirtos, que son árboles parecidos a arbustos y crecen en el valle, representan al pueblo de Israel, humillado pero precioso, que se encuentra en cautiverio. Cristo como Ángel de Jehová permaneció de manera prevaleciente entre el Israel que estaba cautivo en las partes más bajas del valle en su humillación. Sin esta exposición adecuada de Zacarías 1, este capítulo es muy difícil de entender. El apóstol Pablo era un gran intérprete de la tipología del Antiguo Testamento. Su libro de Hebreos es una exposición de la tipología que se encuentra en Levítico.
Después que se completó el libro de Apocalipsis y a partir del segundo siglo, los padres de la iglesia comenzaron a estudiar toda la Biblia. Eran verdaderos eruditos. Ellos vieron que Dios es triuno, y usaron este término para describir a Dios. Durante todos los siglos, muchos eruditos han estudiado la Biblia. Hoy en día hemos heredado las mejores interpretaciones de la Biblia, y nos apoyamos en los hombros de muchos hermanos que nos han precedido.
En esta serie de mensajes, queremos ver la línea central de la revelación divina. Mi deseo es ayudar a la gente a conocer la Biblia, no simplemente en letras, sino en revelación.
(
Línea central de la revelación divina, La, capítulo 1, por Witness Lee)