Línea central de la revelación divina, La, por Witness Lee

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II. LA MANERA DE RECIBIR, EXPERIMENTAR Y DISFRUTAR AL CRISTO TODO-INCLUSIVO EN CALIDAD DE ESPÍRITU VIVIFICANTE Y TODO-INCLUSIVO, QUIEN ES LA TOTALIDAD DE LA BENDICIÓN QUE TODO LO ABARCA, LA BENDICIÓN DEL EVANGELIO COMPLETO DE DIOS

A. La manera revelada en el libro de Gálatas

La manera de participar de la descendencia triple y tomar parte en ella puede verse en el libro de Gálatas. En el breve libro de Gálatas, Pablo presenta el hecho de que el mismo Cristo que él ministraba a la gente es el Dios consumado como Espíritu para ser nuestra bendición (3:14). Estudié la exposición que hizo Martín Lutero sobre Gálatas, y aprecié su interpretación del capítulo 3. Sin embargo, él no vio que la bendición del evangelio de Dios es el Dios Triuno consumado como Espíritu consumado. No obstante, Pablo nos presentó esto, y damos gracias al Señor por abrir nuestros ojos para que lo veamos.

1. Dios revela a Cristo en nosotros

La manera de recibir, experimentar y disfrutar al Cristo todo-inclusivo en Su calidad de Espíritu vivificante y todo-inclusivo, la totalidad de la bendición que todo lo abarca, la bendición del evangelio completo de Dios, es primero que Dios revele a Cristo en nosotros (Gá. 1:16a). Aparte de la revelación de Dios, ninguno de nosotros, ni siquiera Pablo, puede lograr esto. Pablo había dicho que anteriormente él tenía mucho celo por la religión de sus padres (v. 14) y que en esa religión aventajaba a muchos de sus contemporáneos. Pablo luchaba intensamente por la religión de sus padres y en contra de Jesucristo. Un día fue de Jerusalén a Damasco para prender a los seguidores de Jesús y entregarlos al sumo sacerdote para su sentencia. Mientras iba por el camino, al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo y, cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch. 9:3-4). Eso le asustó. Él pensaba que perseguía a los seguidores de Jesús en la tierra. ¿Cómo, pues, vino una voz del cielo? Pablo respondió, y le llamó espontáneamente: “Señor”, diciendo: “¿Quién eres, Señor?” (v. 5). No sabía quién era, pero lo llamaba “Señor”. Con esto fue salvo, porque “todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo” (Ro. 10:13). El Señor contestó a Pablo: “Yo soy Jesús”. A partir de ese momento, la revelación comenzó a resplandecer dentro de Pablo. Recibió una revelación de Cristo, y también recibió la carga de predicar, ministrar y presentarlo a otros.

El Nuevo Testamento nos dice que Pablo era un modelo para todos los creyentes (1 Ti. 1:15-16). Por lo tanto, puesto que Dios reveló a Cristo en Pablo, en nuestro caso debe ser lo mismo. Dios debe revelar a Cristo en cada uno de nosotros. Aquellos que en verdad han sido regenerados y salvos pueden dar testimonio de que desde el momento que escucharon el evangelio, ha habido dentro de ellos cierta revelación. Después que escucharon el evangelio, comenzó a resplandecer dentro de ellos la manifestación de una persona, Jesús. Desde aquel momento en adelante, casi todos los días se les revela algo más acerca de esta Persona. No sólo hemos oído algo; hemos visto algo interiormente. No habríamos podido ser salvos a menos que hubiéramos tenido esta revelación de Cristo en nosotros.

El Cristo a quien hemos visto es un Cristo profundo, una persona cuyas dimensiones son las de todo el universo. Las dimensiones del universo son ilimitadas. Nadie puede determinar la longitud, la anchura, la altura ni la profundidad del universo. Sin embargo, Pablo dijo que si permitimos que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones, tendremos la capacidad de conocer con todos los santos la anchura, la longitud, la altura y la profundidad de este universo, es decir, las dimensiones de Cristo (Ef. 3:17-18). Desde 1960, cuando estuve en Taiwán, comencé a contar cuántos aspectos de Cristo se revelan en la Biblia. Son innumerables. Desde aquel año comencé a predicar las inescrutables riquezas de Cristo (v. 8). ¡Oh, las riquezas de Cristo son inescrutables!

Hoy en día Cristo todavía resplandece en mí, y continuamente veo más de Él. Todos necesitamos tal revelación. Ésta es la obra de Dios. Todos los aspectos de la vida cristiana provienen de esta revelación. Vivimos la vida cristiana conforme al Cristo que hemos visto. Mi vida cristiana no es conforme a las enseñanzas que he adquirido como resultado de leer la Biblia o de escuchar mensajes; mi vida cristiana proviene del Cristo que he visto día tras día. Cristo debe ser revelado no sólo dentro de nosotros, sino también en nosotros. Esto significa que algo está pasando en nuestro interior. Desde el día en que creímos en el Señor Jesús, la revelación que Dios nos da de Cristo ha continuado. Esta revelación no tiene fin.

(Línea central de la revelación divina, La, capítulo 13, por Witness Lee)