Estudio-vida de Apocalipsis, por Witness Lee

II. LA CONDICION DE LA IGLESIA

A. Tiene poca fuerza

En Apocalipsis 3:8 vemos la condición de la iglesia en Filadelfia. Primeramente, la iglesia tenía “poca fuerza”. Muchas veces estimamos demasiado a la iglesia en Filadelfia, pensando que era fuerte y prevaleciente. En realidad no era así. Algunos pueden pensar que cuando el Señor levantó a los Hermanos en Inglaterra hace ciento cincuenta años, cada uno de ellos era como David. Mientras nosotros tenemos en tan alta estima a la iglesia en Filadelfia, el Señor dice que ella tiene “poca fuerza”. Al Señor no le complace que seamos fuertes, sino que usemos nuestra poca fuerza lo mejor que podamos. No trate de ser fuerte. Tal vez los fuertes no agraden al Señor tanto como los que hacen lo que pueden con la poca fuerza que tienen. Usted nunca puede sobrepasar lo que el Señor le da. Simplemente use lo que ha recibido de El. No usurpe la gracia del Señor. Ninguno de nosotros puede decir que no ha recibido nada del Señor. Hasta el mas pequeño de nosotros ha recibido de Dios cierta medida de gracia. Usted debe usar esa gracia, haciendo lo que pueda. Si hace esto, el Señor lo apreciará y dirá: “Bien hecho. Aunque tienes poca fuerza, has guardado Mi palabra con la poca fuerza que tienes”. No procure ser un gigante. El Señor no se complace en los gigantes; El se complace en los pequeños que tienen cierta medida de gracia. Aunque la gracia tal vez sea limitada en su capacidad, siempre que la usemos haciendo lo posible por guardar la palabra del Señor, El estará satisfecho.

B. Guarda la palabra del Señor

En el versículo 8 el Señor dice que la iglesia en Filadelfia guarda Su palabra. Una excelente característica de la iglesia en Filadelfia es que guarda la palabra del Señor. Según la historia, ningún otro grupo de cristianos ha guardado la palabra del Señor tan estrictamente como los de la iglesia en Filadelfia. De la misma manera, por la gracia del Señor nosotros guardamos hoy Su palabra. Aunque muchos nos condenan, diciendo que somos herejes, entre los cristianos de hoy ninguno estima la palabra del Señor más que nosotros. Nosotros guardamos la Palabra de Dios, no en una forma tradicional, sino en conformidad con la Palabra pura. Esto ofende a los que se empecinan en preservar las tradiciones de sus antepasados. La iglesia en Filadelfia no se interesa por la tradición; sólo le interesa la Palabra de Dios.

C. No niega el nombre del Señor

En el versículo 8 el Señor también dice que la iglesia en Filadelfia no había negado Su nombre. Desde que surgieron los Hermanos en Inglaterra, a principios del siglo diecinueve, no han tomado ningún nombre que no sea el nombre del Señor. La palabra del Señor es Su expresión y Su nombre es El mismo. La iglesia apóstata se desvió de la palabra del Señor y se volvió a la herejía. Aunque la iglesia reformada recobró la palabra del Señor hasta cierto punto, ha negado el nombre del Señor al ponerse otros nombres, tales como luteranos, wesleyanos, anglicanos, presbiterianos y bautistas. La iglesia recobrada no sólo ha regresado por completo a la palabra del Señor, sino que también ha abandonado todos los demás nombres que no sean el nombre del Señor Jesucristo. La iglesia recobrada le pertenece exclusivamente al Señor, y no tiene nada que ver con ninguna denominación (ningún nombre). Desviarse de la palabra del Señor es apostasía, y denominar a la iglesia con cualquier otro nombre que no sea el del Señor es fornicación espiritual. La iglesia, como virgen pura desposada con Cristo (2 Co. 11:2), no debe tener otro nombre que no sea el de su Marido. Todos los otros nombres son una abominación a los ojos de Dios. En la vida de iglesia recobrada no hay lugar para la enseñanza de Balaam (2:14), ni la de los nicolaítas (2:15), ni la de Jezabel (2:20), ni las doctrinas misteriosas de Satanás (2:24); sólo existe la palabra pura del Señor. ¡Amén! La iglesia recobrada no tiene denominaciones (nombres); sólo tiene el nombre del Señor Jesucristo. Desviarse de la palabra, adherirse a las herejías y exaltar muchos otros nombres que no sean el de Cristo son las señales más notorias del cristianismo degradado. Regresar a la palabra pura apartándose de todas las herejías y tradiciones, y exaltar el nombre del Señor abandonando cualquier otro nombre constituye el testimonio más animante en la iglesia recobrada. Por esta razón la iglesia en el recobro del Señor tiene la revelación y la presencia del Señor y lo expresa de una manera viva, llena de luz y con las riquezas de vida.

No necesitamos nombres como luteranos, metodistas, bautistas, episcopales, presbiterianos ni ningún otro, puesto que tenemos un nombre que es suficiente, el nombre que es sobre todo nombre. Tenemos solamente un nombre: el nombre de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. Es un asunto serio adoptar un nombre. Suponga que usted es la señora González. Si usted se llama a sí misma la señora García, esto indica que ha cometido adulterio. La iglesia debe tener un solo esposo, un solo nombre, el nombre de Jesucristo. En cierta ocasión algunos amigos de las denominaciones me preguntaron: “¿Por qué ustedes se llaman la iglesia?” “¿Por qué dicen que nosotros no somos la iglesia?” Contesté: “Ustedes se llaman presbiterianos. Eso no es culpa mía, ustedes se han autodenominado así. Si ustedes son la iglesia, ¿por qué se designan con ese nombre? ¿Es usted la señora González? ¿Entonces por qué se llama señora García? Cuando le llamo a usted señora García, y digo que yo soy la señora González, usted se pone celoso. No me censure por eso, es usted quien se da el nombre de señora García”. Después de esto, todas las bocas callaron. No piense que un nombre es una cosa pequeña. Hemos sido salvos en el nombre del Señor. Nunca debemos tomar ningún nombre aparte del Suyo. Jorge Whitefield, contemporáneo de Juan Wesley, una vez declaró que además del nombre de Jesucristo él no tendría otro nombre. Aunque Whitefield era inglés, se rehusó a llevar el nombre de la Iglesia de Inglaterra, y jamás volvió a pertenecer a ese nombre. La iglesia en Filadelfia no niega el nombre del Señor, y no tiene otro nombre excepto el de El.

Algunos han discutido con nosotros diciendo: “No hemos negado nunca el nombre del Señor”. A lo cual replicamos: “Si bien es cierto que ustedes nunca han negado el nombre del Señor, también es cierto que han tomado otro nombre además de Su nombre, e incluso lo ponen por encima del nombre del Señor. Ahora tienen dos nombres. ¿Por qué no abandonan el otro nombre que han tomado? Si ustedes abandonan ese otro nombre, entonces podremos ser uno. Todos los otros nombres causan divisiones. Usted se llama presbiteriano. Aborrezco ese nombre, porque al tomarlo me hace un fornicario. De manera que a ustedes les agrada pero yo lo aborrezco; si ustedes continúan asidos a él, ¿cómo podemos nosotros ser uno? Pero si abandonan ese nombre, inmediatamente seremos uno en el único nombre, el nombre del Señor Jesucristo”. Algunos dicen que el nombre que cuelgan en el edificio donde se reúnen no es más que un letrero, y que a ellos en realidad no les interesa. Si no les interesa, deberían probar que es cierto quitándolo. Algunos dicen que no se puede hacer debido a la oposición de los dirigentes de la “iglesia”. Mi respuesta fue: “Entonces tienen que aceptar que ustedes son los responsables de la división”.

(Estudio-vida de Apocalipsis, capítulo 15, por Witness Lee)