III. LOS CANDELEROS TIENEN COMO FIN
LA EDIFICACION DE LAS IGLESIAS LOCALES
A. Representan las iglesias locales
como testimonio de Jesús
Los candeleros que aparecen en Apocalipsis son símbolos de las iglesias locales. Cada iglesia local es un candelero que brilla con el testimonio de Jesús, con el Espíritu de Dios siete veces intensificado en la localidad.
B. Tienen la naturaleza divina
Los candeleros son de oro. Como vimos, el oro representa la naturaleza de Dios. Por lo tanto, esto significa que las iglesias están constituidas de la naturaleza divina, la naturaleza de Dios. Tenemos la vida y naturaleza del Padre (2 P. 1:4), el oro del Padre, y poseemos Su naturaleza divina. Qué maravilloso que tenemos la substancia divina.
C. Alumbran con los siete Espíritus
de Dios en la era de tinieblas
Es posible que sólo prestemos atención a los candeleros y descuidemos las lámparas; pero los candeleros no son hechos para sí mismos sino para sostener las lámparas. Si los candeleros no tuvieran lámparas, no tendrían significado. Por lo tanto, debemos notar lo que representan las lámparas. Vemos las lámparas en el capítulo cuatro: ellas son los siete Espíritus de Dios que arden frente al trono (4:5). Por consiguiente, los siete Espíritus de Dios son las siete lámparas que arden. Algunos han dicho que las lámparas son Cristo y que la iglesia es la base que sostiene a Cristo como lámpara. Esto es aceptable, pero Apocalipsis no dice que la lámpara sea Cristo principalmente. Sin duda, cuando lleguemos, al capítulo veintiuno, veremos que Cristo es la lámpara de la Nueva Jerusalén. Sin embargo, Apocalipsis no dice que hoy Cristo sea las siete lámparas, sino que los siete Espíritus de Dios son las siete lámparas.
Debemos valorar profundamente lo que significan los siete Espíritus para nosotros. Si somos las iglesias, los candeleros, ¿qué debemos sostener? Decir que tenemos a Cristo es demasiado doctrinal. ¿Quién es Cristo y dónde está hoy? En nuestra experiencia con relación a la vida de la iglesia, Cristo no es simplemente Cristo, sino también el Espíritu (2 Co. 3:17). El Espíritu, quien es el Espíritu vivificante, se ha intensificado en el libro de Apocalipsis como los siete Espíritus, los cuales son los siete Espíritus de Dios. Esos Espíritus no solamente son los siete ojos de Dios sino también del Cordero. La vida de la iglesia depende por completo de esos siete Espíritus. No es un asunto de conocer a Cristo doctrinalmente, sino de experimentar los siete Espíritus. Tenemos que experimentar el Espíritu. Necesitamos al Espíritu en nuestro trabajo, en la vida diaria, en las reuniones, en el servicio y en los testimonios. Si carecemos del Espíritu, estamos vacíos y no somos nada. Los candeleros tienen que sostener las lámparas, las cuales son los siete Espíritus.
Los siete Espíritus son la expresión de Cristo. Esto está claramente indicado por el candelero de Exodo 25. Este candelero, que estaba hecho de una sola pieza sólida de oro, la cual pesaba un talento, se expresaba en las siete lámparas. Esta pieza sólida de oro puro representa a Dios el Padre como la substancia que nos constituye. Pero si solamente tenemos a Dios el Padre, no tendríamos la forma; tendríamos el oro, sin la base. Tener solamente al Padre sin el Hijo es tener la substancia sin la corporificación. Solamente cuando el oro es forjado a martillo hasta constituir una base, tenemos la corporificación. Aunque la base es la corporificación de la substancia, sin las siete lámparas, ésta corporificación no tiene expresión. De modo que, la substancia es el Padre, la corporificación es el Hijo, y la expresión es el Espíritu que expresa a Dios el Padre en el Hijo. Todo lo que Dios el Padre es en el Hijo es expresado en las siete lámparas; es por eso que la Biblia nos dice que las siete lámparas son los siete Espíritus. Por consiguiente, el Espíritu es la expresión del Dios Triuno. Finalmente, en el libro de Apocalipsis, vemos que esta expresión es la expresión de Cristo, porque los siete Espíritus primeramente eran los siete Espíritus de Dios en Zacarías 4:10, y han venido a ser los siete ojos del Cordero en Apocalipsis 5:6. Estos son la expresión de Cristo. En la actualidad el Espíritu Santo, el cual es el Espíritu vivificante y también los siete Espíritus, es la expresión de Cristo. ¿Donde está esa expresión hoy? Está en las iglesias, pues los siete Espíritus son las siete lámparas sostenidas por las iglesias como candeleros.
Muchos cristianos hoy no conocen al Espíritu vivificante ni al Espíritu siete veces intensificado, y tampoco a los siete Espíritus como expresión de Cristo que exhiben las iglesias como candeleros. Para conocer a este Espíritu, usted tiene que estar en las iglesias. Si usted desea tocar, disfrutar y experimentar este Espíritu, tiene que ser parte de la iglesia, porque son las iglesias como candeleros las que tienen los siete Espíritus de Cristo, los cuales son la expresión de Cristo. Del mismo modo que sus ojos no están separados de usted, así este Espíritu no está separado de Cristo. Los ojos son la expresión de la persona, y por ende no pueden ser separados de la misma. De igual manera, los siete Espíritus, que son la expresión de Cristo, no pueden ser separados de Cristo. Las iglesias son los candeleros, y las lámparas son el Espíritu de Dios siete veces intensificado como expresión de Cristo. Esta luz brilla cada día más, y la visión se hace cada vez más clara.
Las iglesias locales como candeleros de oro brillan con el Espíritu en esta edad obscura. En esta era de tinieblas, la iglesia realmente necesita que el Espíritu de Dios siete veces intensificado brille para expresar el testimonio de Jesús.
D. La iglesia es la corporificación de Cristo
y la reproducción del Espíritu
La iglesia es la corporificación de Cristo y la reproducción del Espíritu. El Espíritu es la realidad de Cristo (Jn. 14:17-20; 16:13-15), y la iglesia es la reproducción del Espíritu (Ap. 22:17a). La iglesia, junto con el Espíritu, es la corporificación de Cristo, el testimonio de Jesús (Ap. 1:2, 9; 19:10). Por lo tanto, cuanto más Espíritu haya, más iglesia y más testimonio de Jesús tendremos.
(Estudio-vida de Apocalipsis, capítulo 8, por Witness Lee)