Estudio-vida de Apocalipsis, por Witness Lee

IV. LAS PRIMICIAS Y LA COSECHA

Ahora llegamos a las primicias y la cosecha (14:1-5, 14-16). La iglesia no es solamente el candelero que resplandece y el hijo varón que guerrea, sino también un campo donde crece y madura una cosecha. Cualquier cosecha que todavía está verde es demasiado tierna para ser cosechada. Pero una vez que madura en el campo, es recogida.

A. Las primicias

La parte de la cosecha que madura primero es llamada las primicias. Las primicias serán arrebatadas a Sión en los cielos antes de la tribulación. Según lo indica 14:4, las primicias son los que “siguen al Cordero por dondequiera que va”. Las primicias son arrebatadas a la casa de Dios en Sión como ofrenda fresca para el deleite de Dios. Esto trae satisfacción a Dios. De acuerdo con el tipo del Antiguo Testamento, las primicias de la cosecha madura no eran llevadas al granero, sino al templo de Dios (Ex. 23:19). Esto indica que los primeros vencedores serán llevados a la casa de Dios en el cielo para el deleite de El. No somos arrebatados principalmente para nuestro deleite, sino para el deleite de Dios. El objetivo del arrebatamiento es derrotar al enemigo y satisfacer a Dios. Nosotros no debemos ser solamente los candeleros de hoy, sino también el hijo varón que guerrea contra el enemigo de Dios, y además las primicias que satisfacen el deseo de Dios.

B. La cosecha

Después de las primicias, mencionadas en el capítulo catorce, tenemos la cosecha. El versículo 15 dice: “Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete Tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura”. La cosecha será recogida casi al final de la gran tribulación. Esta será arrebatada a los aires, donde Cristo estará en la nube. ¿Por qué será dejada la cosecha en la gran tribulación? Porque los campos verdes, que no han madurado, necesitan un sol fuerte para madurar. En un sentido, la gran tribulación será el sol intenso que madurará a todos los santos que no lo estén en ese entonces. Dicho en palabras sencillas: si hoy usted no renuncia al mundo ni vive para Cristo, El lo dejará en la tierra y permitirá que pase por la gran tribulación. En ese tiempo, usted sin duda renunciará al mundo y entenderá que la mejor manera de vivir es vivir para Cristo. Todos los hijos de Dios tienen que hacer esto; de no hacerlo, nunca madurarán. Si no creen lo que les digo esperen y verán. Es probable que usted piense que el mundo es demasiado agradable para renunciar a él. Si es así, tal vez el Señor diga: “Como amas tanto al mundo, te dejaré con él, para que compruebes si en verdad el mundo es agradable”. Entonces el Señor sacudirá el mundo, y a la postre, usted dirá: “Señor, me arrepiento”. Sin embargo, para ese entonces tal vez sea demasiado tarde. No espere hasta que llegue la gran tribulación para arrepentirse. ¡Arrepiéntase ahora! Tarde o temprano todos los cristianos genuinos deben arrepentirse. Tengo la plena seguridad de que al final cada uno de los salvos sabrá que el mundo no es placentero sino venenoso. Cuanto más ama usted al mundo, más es envenenado por él. El mundo es enemigo de Dios, y todos nosotros debemos despreciarlo. Tarde o temprano el Señor nos mostrará conocer cuánto aborrece El a este mundo. Vendrá el día cuando todos nosotros estaremos maduros. No diga: “No me preocupa si estoy maduro. En tanto que sea salvo, todo va a estar bien”. Es probable que usted pueda argüir conmigo con vehemencia, pero un día comprenderá que necesita madurar. Le aconsejo que no espere la siega de la cosecha. Por la gracia de Dios, avance y sea parte de las primicias.

(Estudio-vida de Apocalipsis, capítulo 3, por Witness Lee)