Obra de edificación que Dios realiza, por Witness Lee

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LA IGLESIA EDIFICADA TIENE EL GOBIERNO DE DIOS

En segundo lugar, si la iglesia ha sido edificada, ella tendrá el trono de Dios, el gobierno de Dios. En la Nueva Jerusalén está el trono de Dios. Este trono no sólo tiene que ver con la presencia de Dios, sino también con Su gobierno. En este edificio está la presencia de Dios, y también está Su dominio. Debido a que el trono de Dios está establecido, Dios puede ejercer Su autoridad. Si queremos saber si cierta iglesia está siendo edificada, debemos fijarnos si entre los creyentes está presente el trono de Dios y el dominio de Dios.

A veces cuando uno va a cierto lugar y se encuentra con algunos hermanos y hermanas, puede percibir que entre ellos no está el trono de Dios, sino el trono del hombre. Cuando uno asiste a su reunión de servicio, observa que hablan como si todos estuvieran sentados en un trono. Cuando cada uno habla, parece estar sentado sobre un trono. Antes que alguien termine de hablar, otro empieza a hablar. Es como si dijera: “Desciende del trono ahora mismo y déjame sentarme en él”. Aunque no lo exprese con palabras, ésa es la impresión que él da con su actitud y comportamiento. Después que termina de hablar, entonces otra hermana se pone en pie y pareciera decir: “Hermano fulano de tal, lo que usted ha dicho no es correcto”. Mientras ella habla, su voz puede parecer muy suave, pero la impresión que deja es la misma: “Bájate del trono”. Esto no es imaginación mía. Muchas veces vi este tipo de situación mientras estaba sentado junto con los hijos de Dios. Tal situación significa que el trono de Dios, el dominio de Dios, no está allí. En vez de ello, cada uno está sentado sobre su propio trono. Recuerden que una vez que tenemos esta situación, la presencia del Espíritu Santo definitivamente no está allí. Esto demuestra que en ese lugar los hijos de Dios aún no han sido edificados.

Hoy en día hay muchos grupos de cristianos, pero ¿dónde está el trono de Dios? En muchos lugares uno no puede ver ninguna edificación. Al contrario, en todo lugar podemos ver el talento y organización humanos. Las personas utilizan toda clase de métodos para facilitar la comunicación entre los miembros de la iglesia y para ganar a los creyentes. Tenemos que reconocer que esta forma de comunicación y de ganar a las personas no es la edificación, sino más bien la obra organizativa del hombre. Por lo tanto, allí no se encuentra la presencia de Dios, y mucho menos el trono de Dios. Espero que todos recordemos que dondequiera que estemos, si dependemos también de estos métodos para facilitar la comunicación y ganar a las personas, entonces el edificio de Dios no estará más entre nosotros. La iglesia no puede depender de estos métodos; la iglesia tiene que ser edificada en Dios.

En la Nueva Jerusalén, Dios mismo es el templo, y el trono de Dios está allí. Por lo tanto, si queremos saber si cierta iglesia ha sido edificada o no, tenemos que fijarnos en si entre los creyentes está la presencia de Dios, el trono de Dios y el dominio de Dios. Ésta es la condición de la iglesia edificada. Permítanme contarles una historia verídica. Un hermano una vez me contó este testimonio. Él dijo: “Hermano Lee, yo fui salvo hace dos o tres años, y estuve en una reunión de la iglesia con los hermanos. Sin embargo, durante la reunión los hermanos se mostraron muy fríos. Esto se notaba aún más en los hermanos responsables, pues no saludaron a las personas antes de la reunión, ni tampoco se acercaron a la puerta para darles la mano después de la reunión. Esto me hizo sentir descontento interiormente. Por aquel tiempo, vino a visitarme cierto pastor. Él fue muy cálido conmigo y mostró una gran preocupación por mí. Esto me conmovió mucho. Es por eso que decidí ir a su iglesia el domingo para adorar. Cuando llegué a la entrada de la capilla, el pastor se acercó para saludarme y darme la mano. Después del culto el pastor fue rápidamente a la puerta y se despidió de todos los asistentes de la mano. Esto me pareció muy bueno. Fue por eso que decidí asistir allí con regularidad. Sin embargo, sucedió algo muy extraño. Después de asistir allí por cierto tiempo, y aunque no sabía por qué, sentía que había perdido la presencia de Dios en mí. Aunque me sentía muy cómodo en ese lugar, interiormente sentía que había perdido algo. Es por eso que después volví para estar con los hermanos. Por extraño que parezca, cuando regresé, volví a recuperar la presencia de Dios que había perdido. Otra cosa sorprendente es que cuando estoy con otro grupo de cristianos, siento que puedo hablar de manera indisciplinada; pero que cuando estoy con los hermanos, aunque no me lo prohíben, hay algo en mí que me restringe y no me permite hablar con ligereza”.

Esto ejemplifica la experiencia de la presencia de Dios y del gobierno de Dios. Por lo tanto, si queremos saber si una iglesia ha sido edificada o no, no debemos fijarnos en si entre los creyentes hay comunicación y un trato cálido, sino más bien, en si entre ellos está la presencia de Dios y el trono de Dios.

(Obra de edificación que Dios realiza, capítulo 7, por Witness Lee)