LA OBRA DE DIOS A TRAVÉS DE LAS GENERACIONES
CONSISTE EN EDIFICARSE EN EL HOMBRE
Si miramos el cuadro de la Nueva Jerusalén y vemos la mezcla de Dios con el hombre que se revela en él, veremos que la Nueva Jerusalén es la cristalización de la obra de edificación que Dios realiza a través de las generaciones. En todos estos seis mil años, Dios ha estado edificándose en el hombre y edificando al hombre en Sí mismo. Hoy en la era de la iglesia el Espíritu Santo también está realizando esta obra de edificación en todos los que han sido salvos. Toda la obra del Espíritu Santo hoy tiene por objetivo que Dios sea edificado en nosotros y que se produzca la mezcla de Dios con nosotros.
¿No hemos tenido el sentir de que el Espíritu Santo constantemente está llevando a cabo esta obra de edificación en nosotros? Un cristiano normal ciertamente tiene al Espíritu Santo, quien interiormente lo motiva, se forja en su constitución y se mezcla con él cada día. Quizás un hermano o una hermana diga: “Oh, esta mezcla con Dios no ha ocurrido en mí ya por medio año”. Reconozco que es posible que esto suceda; pero estoy convencido de que incluso mientras usted está en el estado más caído, mientras se encuentra alejado de Dios, el Espíritu Santo está motivándolo interiormente. Mientras usted ama el mundo y desea pecar, usted probablemente parezca una persona mundana; pero interiormente es diferente de ellos. Cuando la gente del mundo comete pecados y hace cosas malignas, se siente tranquila, e interiormente no tienen ningún sentir. Pero cuando usted peca, debido a que es una persona salva, hay algo en su interior que no le permite estar tranquilo. Tal vez usted diga: “No he orado por más de medio año”. Creo lo que usted dice, pero no creo que en el pasado medio año no haya sentido a Dios moverse dentro de usted. A veces, aunque usted no quiere orar, en su interior hay algo inexplicable que continuamente lo motiva y le insta orar. Si usted reflexiona en su experiencia cristiana, rara vez ha pasado un día en el que haya podido escapar del Espíritu de Dios que actúa y se mueve dentro de usted. Recuerden que dicha acción y mover es la obra de Dios de mezclarse con nosotros, de forjarse en nuestra constitución intrínseca y de edificarse en nosotros.
Muchas veces me parece que ser cristiano es algo maravilloso. Si ustedes dicen que un cristiano tiene paz, eso es muy cierto. Sin embargo, si dicen que un cristiano no tiene paz, eso también es cierto. Él no tiene paz cuando se enoja, ni tampoco tiene paz cuando dice algo equivocado. Si habla demasiado, no tiene paz; y si habla muy poco, tampoco tiene paz. Si no ora, no tiene paz; y si ora, pero no conforme a su sentir interior, tampoco tiene paz. No siente paz si no asiste a las reuniones; y tampoco tiene paz si asiste a la reunión, pero se apresura a salir en cuanto termina la reunión. ¡Oh, un cristiano tiene tantas situaciones en las cuales no tiene paz! Él tiene experiencias como éstas desde la mañana hasta el atardecer. Recuerden que todos estos casos en los que no experimenta paz son el mover de Dios y también el mover del Espíritu Santo en su interior. Cuanto más el Espíritu Santo se mueve en usted, más se forja Dios en su constitución. Podríamos decir que todo el vivir de un cristiano es una historia en la cual Dios se mueve y se forja en la constitución del hombre. Sin embargo, algunos permiten que Dios se forje en su constitución de una manera más profunda y sólida. Pero, lamentablemente, otros no le permiten a Dios obrar mucho en ellos.
(Obra de edificación que Dios realiza, capítulo 4, por Witness Lee)