Significado del candelero de oro, El, por Witness Lee

LOS ESCRITOS DE JUAN Y EL LIBRO DE EXODO SE REFLEJAN ENTRE SI

La Biblia es un libro maravilloso. Exodo relata que los hijos de Israel se hallaban sedientos mientras vagaban en el desierto, así que Dios dijo a Moisés que tomara su vara y golpeara la roca. Cuando Moisés golpeó la peña, el agua fluyó de ella y el pueblo bebió, saciando así su sed. No existe una historia semejante en ningún otro libro clásico. Aunque ésta parece ser una historia simple, su significado no es sencillo. El significado de estos acontecimientos no se encuentra en Exodo, sino en el Nuevo Testamento, en Juan 7:37-38, donde dice: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.

Los puntos principales incluidos en los escritos de Juan corresponden con los de Exodo. En Exodo vemos el cordero, y Juan escribe: “He aquí el Cordero de Dios” (Jn. 1:29). Al final de Exodo vemos el tabernáculo, y en la conclusión de los escritos de Juan también dice: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres” (Ap. 21:3). En Exodo se halla el candelero, un mueble indispensable del tabernáculo relacionado con la administración de Dios y con las funciones de aquellos que le sirven, y en los escritos de Juan leemos que las iglesias son llamadas los candeleros. Esto nos muestra que los escritos de Juan y Exodo se reflejan entre sí.

Como dijimos, Juan hace referencia al agua viva que fluyó de la roca mencionada en Exodo. El Evangelio de Juan habla respecto a esto de forma maravillosa, diciendo que si alguno tiene sed, puede venir al Señor Jesús y beber. Juan no dice que el Señor Jesús es la roca, sino proclama que correrán ríos de agua viva del interior de todo aquel que cree en el Señor. Según el griego, ríos está en plural. Este pasaje no se refiere a un solo río, sino a muchos. La connotación aquí es que, con el tiempo, los bebedores llegan a ser pequeñas “rocas”. En Exodo leemos que el agua fluyó de una sola roca y sació la sed del pueblo; y en los escritos de Juan vemos que el agua viva fluye, pero la corriente no proviene de una sola roca sino de muchas “pequeñas rocas”. Al beber el agua que el Señor Jesús nos suministra, llegamos a ser “pequeñas rocas”; y del interior de cada uno de nosotros corren ríos de agua viva, río tras río. No sólo fluye un río, sino que muchos ríos corren de nuestro interior.

Exodo es el “semillero” de un gran número de verdades, y los escritos de Juan son el “plantío” de dichas verdades. En Exodo vemos una roca, mientras que en el Evangelio de Juan hay muchas rocas pequeñas. En Exodo sólo hay un río, pero en Juan hay muchos ríos. En Juan no sólo hay muchas rocas, sino también abundan los ríos, lo cual implica multiplicación y aumento. Una roca llegó a ser muchas rocas, y un río se convirtió en muchos ríos. Quizás alguien argumente que esto es nuestra propia interpretación. No obstante, si leemos 1 Corintios 10, podemos ver la interpretación de Pablo, quien dice: “Todos nuestros padres estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos para con Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual” (vs. 1-4a). ¡Qué maravilloso es esto! En Exodo vemos que el agua salía de la roca del monte Horeb, pero Pablo dijo que era una bebida espiritual. ¿Fue agua física o una bebida espiritual? Debemos decir: “Conforme al cuadro, la bebida era física, pero según la realidad, era espiritual”. En Exodo, el agua que fluyó de la roca era una figura, una señal, un símbolo, un cuadro que mostraba una condición espiritual. Así, Exodo usa el agua física para representar el agua espiritual, la cual es el Espíritu.

Esta agua no es sólo el Espíritu Santo. Antes de que el Señor fuera herido, antes de que El —la roca hendida— fuera golpeado, el Espíritu Santo ya estaba presente, pero aún no había “el Espíritu”. Podemos decir que antes de que la roca fuera golpeada, ya había agua en la atmósfera, pero cuando la roca fue golpeada y herida, el agua de la atmósfera llegó a ser el agua viva que fluyó de la roca. Antes de que la roca fuera golpeada, el agua de la atmósfera ya estaba allí, pero aún no había el agua viva. Esto significa que antes de que el Señor Jesús fuera crucificado y resucitado, el Espíritu Santo estaba presente, pero aún no había “el Espíritu”. Cuando el Señor Jesús fue herido, al ser golpeado en la cruz, inmediatamente salió sangre y agua (Jn. 19:34). Ese fue el fluir del agua viva, a la cual Jesús se refirió al hablar “del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en El” (7:39). Juan dice claramente que el agua que fluyó del Jesús herido es el Espíritu.

En 1 Corintios 10:4 Pablo dice que los hijos de Israel bebieron una bebida espiritual, y lo que él dice después es aún más maravilloso, pues menciona que esta agua provino de la roca espiritual que los seguía. Pablo afirma que la roca iba tras los hijos de Israel. ¿Cómo podemos explicar esto? ¿Podía dicha roca caminar? ¿Era llevada por una carreta? Si le preguntásemos a los teólogos ortodoxos, quizás dirían que Pablo está torciendo la palabra de Dios. Tal vez ellos le dirían a Pablo: “La roca que Moisés golpeó estaba sobre la montaña, y permaneció allí después de haber sido golpeada. Entonces, ¿cómo puede usted decir que la roca los seguía?” El principio de la roca es el mismo que el del agua que los Israelitas bebieron. Como dijimos previamente, el agua era física, pero también es un símbolo o cuadro que denota el agua espiritual. La fotografía de un tigre no se mueve, pero en la realidad, el tigre sí se mueve. De la misma manera, la roca que se menciona en este cuadro no se mueve, pero a los ojos de Dios esa roca es Cristo mismo. “Bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1 Co. 10:4b). Como objeto físico, la roca no podía moverse, pero como símbolo de Cristo, la roca se movía y seguía a los israelitas. Adondequiera que los israelitas iban, la roca los seguía. ¡Aleluya, tenemos la confianza de que en medio de nosotros hay una roca, la roca espiritual! Al reunirnos en la calle Jen-Ai, la roca está con nosotros; al reunirnos en un estadio, la roca está allí; si nos reunimos en el monte Ali, la roca también va con nosotros hasta la cumbre de esa montaña. Esta es una roca espiritual que nos sigue.

Según nuestro estudio de la Biblia, la roca es Cristo, y el agua es el Espíritu. El agua que fluye de la roca alude al Espíritu que fluye de Cristo. Pero aquí nos encontramos con otro problema: la teología ortodoxa enseña que el Espíritu Santo es el Espíritu Santo, que Cristo es Cristo, y que los dos están completamente separados. Pero, ¿en verdad están separados? Como hemos visto, el Cordero es Cristo, y los siete ojos del Cordero son el Espíritu. Decir que Ellos están totalmente separados, que el Espíritu Santo es uno y que Cristo es otro, equivale a quitar los ojos del cuerpo, diciendo: “los ojos son los ojos, y la persona es la persona”. En principio, ésta es la doctrina de la Trinidad que enseña la teología tradicional ortodoxa.

(Significado del candelero de oro, El, capítulo 6, por Witness Lee)