NO INTERESARNOS POR NADA, EXCEPTO EN SER
GUIADOS POR LAS LAMPARAS DE FUEGO
Las lámparas de fuego no sólo arden para iluminarnos y quemarnos, sino también para motivarnos. Los relámpagos, las voces y los truenos salen del trono, y delante del trono hay siete lámparas de fuego que arden con el fin de motivarnos a laborar. Quizás algunos dirán que no pueden hacer nada. Cuanto menos hacemos, menos podremos hacer. La Biblia revela este principio. A todo el que tiene, le será dado, y tendrá abundancia; pero al que no tiene, es decir, el que no usa lo que tiene, aún lo que tiene le será quitado (Mt. 25:28-29). No podemos hacer nada simplemente porque no nos esforzamos. La razón por la que yo sí puedo hacerlo se debe a que lo he hecho muchas veces. Cuanto más lo hago, más lo puedo hacer.
Queridos hermanos y hermanas, hoy en la iglesia las siete lámparas de fuego arden no sólo para iluminarnos y quemarnos, sino también para motivarnos a laborar. Si hubiera un fuego abrasador ante nosotros, ¿no correríamos? De ninguna manera nos detendríamos a contemplarlo. Una vez que el fuego comienza a arder, todos se movilizan. Si las siete lámparas de fuego ardieran en las iglesias locales, ¿se moverían las iglesias en las diferentes localidades? ¡Ciertamente que sí! Hoy no sólo estamos en el Lugar Santo, sino que también estamos delante del trono, el cual es el centro de la administración de Dios. El trono mismo es el mover de Dios y Su economía. Las siete lámparas de fuego están ardiendo para impelernos a avanzar.
He observado que hay por lo menos cinco mil miembros activos en la iglesia en Taipei. Si cada cien de ustedes tomara la responsabilidad de sostener a un obrero que sirva con todo su tiempo, podrían servir por lo menos cincuenta personas. Que no le preocupe si usted es apto o no; el Señor regresa pronto, así que simplemente sirvamos de tiempo completo. Cuando era joven tenía un buen trabajo. Mi ingreso mensual era más que suficiente para cubrir los gastos de cinco familias. Pero un día el Señor vino, me llamó y me obligó a abandonar mi empleo para dedicarme a Su obra. Dije: “¡Oh Señor! ¿De dónde voy a obtener mi sustento?” El Señor me respondió: “Yo me hago responsable de ti”. Creí en lo que me dijo, pero aún había cierta incredulidad en mí; sin embargo, debido a que el Señor me estaba llamando, no había nada que yo pudiera hacer. Así que le dije: “Oh Señor, te seguiré. Estoy dispuesto a comer raíces de los árboles y a beber agua de los ríos con tal de predicar Tu evangelio”. Así que renuncié a mi trabajo. Cuando mi suegro escuchó esto, meneó la cabeza y dijo: “No conozco a otro tan necio como tú. ¿Por qué no trabajas durante el día y predicas por las noches y los domingos? Además, con tus ingresos podrías ayudar a los necesitados. Pero ahora que has abandonado tu trabajo, ¿de qué vivirá tu familia? Yo dije en mi corazón: “Si es necesario comeré raíces de los árboles y beberé agua de los ríos”, pero alabo al Señor que en todos estos años, nunca he tenido que comer raíces ni beber de los ríos. ¡Aleluya, el Señor es viviente!
Cuando fui enviado por la obra a Taiwan, la obra no me proveyó ni un dólar. Solamente tenía unos trescientos dólares para sostener una familia de doce. A pesar de eso, las propiedades de los salones de reunión de algunas de las iglesias principales de esta isla fueron comprados con el dinero que provino de mi ministerio aquí. Usted me preguntará: “Hermano Lee, ¿de dónde vino el dinero?” Siempre proviene de un lugar: de los cielos. El Señor sabe que estoy dispuesto a comer raíces y a beber agua de los ríos. Sin embargo, alabado sea el Señor, El nos ha dado lo que no le hemos pedido, incluso mucho más de lo que le pedimos o pensamos.
Hermanos y hermanas, mi punto es el siguiente: nuestro Dios es fiel, verdadero y viviente. Jóvenes, no es necesario que consideren su futuro. El futuro más glorioso es servir al Señor. Ningún otro futuro es más honorable que éste. No se preocupe por el presente. Quizás se pregunten cómo sobrevivirán sin un empleo: es imposible según la tierra, pero conforme a los cielos, sí es posible. El hombre no puede hacerlo, pero Dios sí. Les animo a discernir la era en que estamos viviendo, pues no queda mucho tiempo. El trono está en la iglesia, y las siete lámparas delante del trono arden en ella, no sólo para iluminarnos y quemarnos, sino también para motivarnos, para impelernos a laborar. ¡Cuán feliz estoy de ver que tantos jóvenes se están levantando! No busco simplemente conmoverlos, sino que espero que ardan en medio nuestro las siete lámparas de fuego. El Señor está aquí y está hablando. No se preocupen por su futuro ni por sus circunstancias, pues todo ello está en las manos de Dios. Agradecemos al Señor por haber bendecido a Taiwan, y creemos firmemente que continuará bendiciéndolo. Debemos aprovechar la oportunidad y hacer lo que esté de nuestra parte para predicar el evangelio y llevar el testimonio de la iglesia a las diferentes ciudades, pueblos y villas; ésta es nuestra responsabilidad. Actualmente las siete lámparas de fuego están ardiendo delante del trono en el Lugar Santo.
(
Significado del candelero de oro, El, capítulo 4, por Witness Lee)