Significado del candelero de oro, El, por Witness Lee

LOS SIETE OJOS DE DIOS NOS TRANSFUNDEN

Después de que las siete lámparas de fuego arden en nosotros, se convierten en siete ojos. Es maravilloso el hecho que las lámparas resplandecientes llegan a ser las lámparas de fuego, y que las lámparas de fuego se conviertan en los ojos. Sabemos que la hermosura de una persona se halla en sus ojos. Si una persona cierra los ojos, no podemos ver lo que es bello en ella. La hermosura de una persona está en sus ojos. Agradecemos al Señor que las lámparas de fuego finalmente llegan a ser unos ojos hermosos. Testifico que todo aquel que ha estado bajo el fuego, el juicio y la purificación de Dios, y cuyas “bolsas de heno” ha sido quemadas, puede declarar: “Oh Dios, te agradezco que las lámparas de fuego son Tus hermosos ojos”. Las siete lámparas son los siete ojos de Dios.

Quizás algunos digan que los siete ojos atemorizan, pues los ojos de las personas enojadas amedrentan. Las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios, los siete ojos de Dios. ¿Son estos siete ojos amedrentadores o hermosos? Algunos podrán decir que unas veces son amedrentadores y otras veces son hermosos, pero el hecho de que sean de una u otra manera no depende de Dios, sino de nosotros. Si nos comportamos debidamente como hijos de Dios, Sus ojos serán hermosos, pero si no, Sus ojos nos infundirán temor. Sin embargo, ya sean de una u otra forma, por lo menos ya no solamente son lámparas de fuego. Agradecemos y alabamos al Señor por Sus ojos. Puedo testificar, juntamente con muchos, que estos siete no son únicamente las siete lámparas de fuego, sino también los siete ojos.

Los ojos no sólo sirven para ver sino también para transfundir. ¿Qué significa transfundir? Significa transmitir nuestro ser a la persona que estamos viendo. Si disfruto la compañía de un hermano, al verlo, le transmito mediante mis ojos el gozo y la dulzura que siento. Sin embargo, si veo a un hermano maleducado y me digo a mi mismo: “¡Oh! es él”, infundiré este sentimiento en él. Transfundir es infundir. Dios se transfunde en nosotros, ya sea como amor o temor.

(Significado del candelero de oro, El, capítulo 5, por Witness Lee)