Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios, por Witness Lee

Más extractos de este título...

DEBEMOS RESTRINGIR NUESTRA MENTE Y EJERCITAR NUESTRO ESPÍRITU AL LEER LA BIBLIA

Tal vez nos parezca un ejercicio muy difícil ejercitar nuestro espíritu y no nuestra mente cuando leemos la Biblia. Esto puede inquietar a algunos de nosotros. Quizás nos preguntemos cómo podemos leer algo sin ejercitar la mente. Sin embargo, estamos diciendo que al leer la Biblia no debemos ejercitar nuestra mente. Ejercitar nuestro espíritu y no nuestra mente no significa que debamos olvidarnos completamente de nuestra mente; más bien, significa que debemos contactar este libro ejercitando la parte más profunda de nuestro ser, y no simplemente entenderla y reflexionar sobre ella con nuestra mente. Aunque usamos nuestros ojos para leer y nuestra mente para memorizar, éstos no son los órganos principales que debemos usar. El órgano principal debe ser nuestro espíritu; leemos la Biblia principalmente con nuestro espíritu.

Si únicamente ejercitamos nuestros ojos y nuestra mente pero no nuestro espíritu, las palabras de la Biblia no llegarán a ser espíritu. No serán iniciadas por el Espíritu. La Biblia entonces vendrá a ser un libro de letras en nuestra mano, es decir, vendrá a ser algo muerto. Éste es el significado de leer con nuestra mente. En cambio, si contactamos las palabras de la Biblia con nuestro espíritu, y no las leemos simplemente con nuestros ojos, estaremos contactando la Palabra con nuestro espíritu. Las acciones de leer, escuchar y memorizar simplemente deben cooperar con nuestro espíritu. Lo principal es ejercitar el espíritu. De este modo, la Biblia será espíritu y vida para nosotros.

Les daré el siguiente ejemplo. Los sabios chinos dicen que si un hombre no aplica su corazón a lo que hace, mirará pero no verá nada, oirá pero no escuchará nada y comerá pero no saboreará nada. Eso es lo que sucede cuando uno no aplica su corazón a lo que hace. Esto significa que debemos mirar y escuchar con todo nuestro corazón. Es cierto que debemos ejercitar nuestros ojos y nuestros oídos, pero si no ejercitamos nuestro corazón no veremos ni escucharemos nada. A fin de captar algo, debemos ejercitar nuestro corazón así como también nuestros ojos y oídos. De la misma manera, cuando leemos la Biblia, es posible que nosotros “miremos pero no veamos, oigamos pero no escuchemos y comamos pero no saboreemos”. Sin embargo, en este caso, no es porque no apliquemos nuestro corazón; más bien, se debe a que no hemos ejercitado nuestro espíritu, sino que lo hemos desechado y simplemente hemos estudiado con nuestra mente. Eso es lo que significa leer la Biblia sin el ejercicio del espíritu. Si queremos leer la Biblia, debemos ejercitar nuestro espíritu. Nuestro espíritu debe tomar la delantera, y las actividades de la mente deben ser restringidas.

La mente siempre nos perturba. Con frecuencia viaja a diferentes lugares y nos lleva a soñar con cosas. Si leemos Génesis, nuestra mente empezará a pensar en Apocalipsis, y si leemos Apocalipsis, nuestra mente regresará a Génesis. Salta de un lugar a otro con mayor rapidez que la electricidad. Mientras no estamos leyendo la Biblia, nuestra mente no se distrae, pero en cuanto abrimos la Biblia, nuestra imaginación empieza a volar y nos vienen toda clase de pensamientos. Por lo tanto, al leer la Biblia, debemos restringir nuestra mente, es decir, debemos ceñir nuestros pensamientos y ejercitar nuestro espíritu. Cuando leamos, debemos permitir que nuestro espíritu nos dirija y no debemos dejarnos llevar por nuestros pensamientos. Debemos rechazar nuestros pensamientos al leer la Biblia. Algunos pensarán que esto es contradictorio, pero si lo ponemos en práctica, comprobaremos que no es así. Es posible rechazar nuestros pensamientos mientras leemos la Biblia; es posible mantenernos alejados de nuestra mente y ejercitar nuestro espíritu.

Muchos tienen el problema de que leen la Biblia con su mente. Ése es nuestro problema cuando estudiamos la Palabra. Pensamos acerca de Dios, en lugar de comerle y beberle. En un sentido, estamos pensando acerca del pan en lugar de comerlo; incluso pensamos que nuestra imaginación equivale al comer. Algunos piensan acerca de la palabra en vez de comer la palabra; leen la Biblia y aún se sienten vacíos en su espíritu.

Algunos hermanos y hermanas quizás traten de atraparme con sus argumentos y digan: “Hermano Lee, ¿acaso no dijo usted que debíamos meditar? ¿Por qué ahora nos dice que debemos comer y no pensar?”. Si un hermano ejercita principalmente su mente para leer la Biblia, su mente vagará del Nuevo Testamento al Antiguo y del Antiguo Testamento al Nuevo. Después de leer, pensará que ha obtenido algo, pero en realidad lo que ha recibido se encuentra en su mente, no en su espíritu. Habrá obtenido conocimiento en su mente, pero no hay ningún suministro ni satisfacción en su espíritu. Éste es un problema común a todos: o no leemos la Biblia, o caemos en la trampa de nuestra mente cuando la leemos. La mayoría de nosotros no permanecemos continuamente en nuestro espíritu cuando leemos la Biblia.

(Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios, capítulo 15, por Witness Lee)