Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios, por Witness Lee

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ORAR EN EL ESPÍRITU SANTO ES ORAR EN LA COMUNIÓN MUTUA DE LOS DOS ESPÍRITUS

Orar en el Espíritu Santo es orar en la comunión mutua de los dos espíritus. Nuestro espíritu debe tocar al Espíritu, y el Espíritu debe tocar nuestro espíritu. Debe incluir estos dos espíritus mezclados. Cuando seguimos al Espíritu para orar de esta manera, oramos en nuestro espíritu y también oramos en el Espíritu Santo.

Muchas veces decimos que la oración nos trae a la presencia de Dios. Pero, ¿qué significa esto? Nuestras oraciones nos traen a la presencia de Dios cuando oramos en el Espíritu. Entonces cada frase de nuestra oración es sólida y toca a Dios. Cuando oramos de esta manera, nuestra oración ha tocado la presencia de Dios.

Quizás algunos hermanos y hermanas no entiendan lo que significa que nuestra oración sea sólida y toque a Dios. Les presento este ejemplo. Si yo trato de golpear al hermano Hwang pero no lo golpeo, el golpe que doy no es sólido; pero si lo golpeo una y otra vez, mis golpes son sólidos. Cuanto más lo golpeo, más entusiasmado y satisfecho estaré, porque mis golpes no son en vano. Probablemente hayamos tenido la misma experiencia cuando oramos. Cuando oramos, a veces podemos sentir que las palabras se pierden en el aire y que no dan en el blanco. Ninguna de nuestras palabras parece tocar a Dios, y es como si Dios no estuviera presente. Esto significa que nuestra oración no es sólida. Esto es un indicio de que no estamos orando en el Espíritu. También indica que no estamos permaneciendo en el Espíritu. Debido a que oramos aparte del Espíritu, nuestra oración parece golpear únicamente el aire; es decir, no es sólida ni toca a Dios. Sin embargo, cuando oramos en el Espíritu, sentimos que cuanto más oramos, más tocamos a Dios y que nuestras palabras tocan a Dios. Nos sentimos llenos de Dios. Nuestro Dios no sólo está en el cielo, sino que también ha entrado en nosotros. Esto es maravilloso. Cuanto más oramos de esta manera, más somos alumbrados, reconfortados, satisfechos, nutridos, llenos de regocijo y ungidos interiormente. Estos sentimientos muestran que hemos recibido a Dios en nuestra oración, que lo hemos inhalado. Sólo este tipo de oración es genuina, espiritual y valiosa. Sólo este tipo de oración debiera ser ofrecida en el universo. Todas las demás oraciones que son religiosas, formales y externas no tienen valor alguno.

Los hermanos y hermanas ahora deben entender lo que es orar en el Espíritu Santo. Si alguien aún no entiende, probablemente no sea salvo; tal vez no tenga al Espíritu de Dios en su interior. Toda persona que sea salva tiene al Espíritu de Dios en su interior y debe tener este tipo de experiencias. Debe haber un amén en su interior, que da testimonio de que cuanto más ora, más toca a Dios y es lleno de Dios. Cuanto más oramos, más satisfechos y cómodos nos sentimos.

Sin embargo, hay momentos cuando nuestras oraciones parecen hacer que Dios se aleje. En esos momentos es posible que nos estemos forzando a orar. Por ello, nos sentimos vacíos y secos interiormente y tenemos el deseo de terminar nuestra oración. Si todos hemos tenido esta clase de experiencia, sabemos la diferencia que hay entre estas dos condiciones y consecuencias de la oración.

(Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios, capítulo 19, por Witness Lee)