Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios, por Witness Lee

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EL DESEO DE DIOS ES MEZCLARSE CON EL HOMBRE PARA EL DISFRUTE DE ÉSTE

La Biblia revela que a través de los siglos Dios ha venido haciendo una sola cosa en el hombre, a saber: ha estado mezclándose con él. El concepto humano es que Dios quiere que el hombre le adore y le sirva. Él es considerado como Aquel que es soberano y que está muy lejos en los cielos, al cual los hombres de la tierra han de adorar y servir. Éste es el concepto humano. Sin embargo, la Biblia muestra que Dios no exige tales cosas de nosotros; antes bien, Él desea mezclarse con nosotros. Dios desea forjar todo Su ser en el nuestro al grado de llegar a ser nuestra constitución. Él desea entrar en nosotros para ser nuestro contenido; desea ser nuestra vida y nuestra naturaleza; desea ser el amor en nuestra parte emotiva, los pensamientos en nuestra mente, y las decisiones y deliberaciones que tomamos en nuestra voluntad. Él incluso desea ser nuestra capacidad y discernimiento. En resumen, Dios desea entrar en nosotros y ser el todo para nosotros. Nosotros simplemente nos toca ser un vaso en las manos de Dios con miras a Su expresión.

Esta intención divina la podemos ver en el Señor Jesús. El Señor Jesús es único entre el linaje humano. Externamente Él era un hombre, un hombre perfecto. En todo aspecto, Él era un hombre completo. Sin embargo, Dios estaba dentro de este hombre. Interiormente, Él estaba lleno de Dios, y Dios se expresaba por medio de Él. Cuando estuvo en la tierra, los que le seguían a menudo preguntaron: “¿Quién es este hombre?”. Él tuvo hambre y también tuvo sed; estuvo cansado e incluso exhausto. Él estaba confinado en un cuerpo al igual que nosotros. Pero si miramos más allá de la superficie, nos daremos cuenta de que en el interior de este hombre había una sabiduría insondable, un poder ilimitado, una vida inconmensurable y un discernimiento eterno. Casi nadie pudo responder a esta pregunta cuando Él estuvo en la tierra, pero nosotros sabemos hoy quién es Él. Él es Dios mezclado con el hombre. Él es Dios que entra en el hombre, llega a ser la vida y la naturaleza del hombre, y se expresa por medio del hombre. En el Señor Jesús se manifiesta la intención eterna que Dios tiene con respecto al hombre.

Hermanos y hermanas, debemos entender que a menos que Dios se mezcle con nosotros en nuestra adoración y servicio, éstos no valen nada delante de Dios. La verdadera adoración que se le rinde a Dios es aquella en la cual Dios se mezcla con el adorador. Esto también se aplica al servicio. El verdadero servicio a Dios es aquel en el cual el que sirve se mezcla con Dios. Cuando vayamos a predicar el evangelio, debemos recordar que el Señor, quien está mezclado con nosotros, debe ser el que predica el evangelio. Ésta es la única predicación que cuenta. Cuando oramos, el Señor debe ser el que ora por medio de nosotros, es decir, el que ora al mezclarse con nosotros. Únicamente estas oraciones son verdaderas oraciones. Si aquí en la tierra estamos orando a un Dios que está muy lejos en el cielo, y no tenemos nada en común con Él, entonces nuestras oraciones no son verdaderas, sino simplemente peticiones religiosas. En la verdadera oración, la que Dios desea, Él entra en nosotros, se mezcla con nosotros y ora por medio de nosotros. Toda oración que se considere genuina es una oración doble. Externamente nosotros oramos, pero interiormente Dios está orando; externamente nosotros ofrecemos peticiones, pero interiormente Él hace las peticiones; externamente nosotros hablamos, pero interiormente el Espíritu Santo es quien habla. Solamente esta clase de oración doble cuenta como una oración genuina.

Esto se aplica tanto a la oración como también a la predicación del evangelio. Si únicamente yo hablo y el Señor no habla, mi predicación no tiene valor alguno; es simplemente un discurso humano. La verdadera predicación y el verdadero mensaje de parte del Señor es aquel en el cual el Señor en Su humanidad habla por medio de nosotros. Externamente nosotros hablamos, pero el Señor es quien habla desde nuestro interior. Aparentemente nosotros somos la fuente de lo que decimos, pero en realidad la fuente es el Señor. Por lo tanto, éste es un hablar doble y solamente esta clase de hablar tiene valor.

Este principio no sólo se aplica a nuestra oración y predicación, sino también a toda la esfera de nuestra vida cristiana. Cuando la gente dice que un hombre tiene doble carácter, por lo general lo dicen en un sentido despectivo; no obstante, ésta es una descripción muy apropiada de la vida cristiana. La verdadera vida cristiana debe ser una vida doble. Si vivimos como una sola persona, no estamos viviendo como cristianos; simplemente vivimos como cualquier ser humano. Como cristianos genuinos que somos, aparentemente somos nosotros los que vivimos, pero interiormente Dios vive por medio de nosotros. Todo cristiano debe ser como Jesús de Nazaret; debemos ser Dios manifestado en la carne. Externamente somos hombre, pero interiormente somos Dios. Toda la vida cristiana debe ser una vida en la cual Dios se mezcle con el hombre.

Los hijos de Dios necesitan ver este asunto básico: que Dios no desea recibir adoración ni servicio de parte del hombre; tampoco desea hacer cosas para el hombre ni que el hombre haga cosas para Él. Lo único que Él desea es que cada parte de nuestro ser sea llena de Su elemento a medida que Él se mezcla con nosotros y llega a ser el elemento constitutivo de nuestro ser. Una vez que seamos llenos del elemento de Dios, le disfrutaremos y conoceremos al máximo. Únicamente cuando permitamos que Él nos llene y llegue a ser cada parte de nuestro ser, podremos conocerle verdaderamente, así como Él quiere que le conozcamos. Este conocimiento no es un conocimiento en doctrina, no es un entendimiento mental ni comprensión intelectual. Podemos conocerle en lo más profundo de nuestro ser como Aquel a quien gustamos en nuestro vivir y en nuestra experiencia práctica. Esto es lo que significa disfrutar a Dios.

(Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios, capítulo 3, por Witness Lee)