Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios, por Witness Lee

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DIOS DESEA QUE EL HOMBRE LE DISFRUTE COMIÉNDOLE Y BEBIÉNDOLE

En este capítulo continuaremos hablando del asunto de disfrutar a Dios. Quisiera recalcarles que Dios es el disfrute del hombre. Quienes conocen la Biblia y el corazón de Dios saben que lo que más agrada a Dios es que el hombre le disfrute. Este disfrute no es un disfrute externo, sino un disfrute interior semejante al que tenemos cuando ingerimos alimento o bebemos agua. Dios desea que el hombre le disfrute al comerle y beberle.

Debemos recordar el principio relacionado con la primera mención de un asunto en la Biblia. La primera vez que se menciona un asunto se establece un principio que ha de regir la mención de casos similares. Éste es un principio muy firme. Después que Dios creó al hombre, se presentó ante él en forma de alimento. Fue así como apareció al hombre. Después de la creación, la existencia del hombre dependía del comer y del beber. Es maravilloso considerar que Dios en Su creación determinó que los seres humanos debían subsistir mediante el comer y el beber. Sin estas dos cosas, el hombre no puede sobrevivir. El hombre necesita comer y beber a fin de mantener las funciones de andar, vivir y trabajar. A fin de tener la fuerza necesaria para realizar diferentes actividades, el hombre tiene que comer y beber lo suficiente. Si no come ni bebe, no puede hacer nada. De hecho, si dejara de comer y beber por determinado tiempo, moriría. Éste es un principio que Dios ha establecido. Cada una de las cosas físicas del universo es una señal de las cosas invisibles y espirituales. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él consideraba cada cosa que encontraba en su camino como una señal de las cosas espirituales. Conforme al mismo principio, el hecho de que Dios dispusiera que el hombre comiera y bebiera es una señal que nos muestra que Él es el alimento del hombre. El hombre tiene que comer y beber de Él a fin de poder vivir y trabajar.

El Señor Jesús es el verdadero alimento del hombre

Todo el mundo cree que la comida que come es la verdadera comida y que el agua que bebe es la verdadera bebida, pero un día el Señor Jesús vino y dijo que la verdadera comida fue enviada por Dios desde el cielo. Esto significa que todo lo que crece de la tierra no es la verdadera comida; no es real. Quizás algunos nuevos creyentes no estén de acuerdo, y digan: “El pan que comemos es el verdadero pan. ¿Cómo puede decir usted que no es real? El arroz que comemos todos los días es un alimento real. ¿Cómo puede usted afirmar que no lo es?”. Según la Biblia hay una evaluación diferente de lo que es real y no es real. A los ojos de Dios, todo lo que pertenece a esta vida, todo lo que es temporal y visible, no es real, porque no dura para siempre. Podemos decir que una casa que es nuestra nos pertenece, pero si se quemara en un incendio, ya no sería nuestra. Eso indica que la casa no es real. Algunas hermanas se ponen relojes muy costosos, pero si se los robaran, dejarían de ser reales para ellas. Todo lo que no dure para siempre no es real. Según el mismo principio, el alimento que comemos no puede hacernos vivir para siempre; no puede satisfacernos para siempre. El agua que bebemos tampoco puede calmar nuestra sed para siempre. Por ende, no son reales. Un día el Señor Jesús estaba cerca de un pozo de Sicar y le dijo a una mujer que el que bebiera de esa agua volvería a tener sed pero que el agua que Él daría era real, y que quienes la bebieran no tendrían sed jamás (Jn. 4:13-14). En otra situación les dijo a los judíos que Él era el pan que descendió del cielo y que los que vinieran a Él no tendrían hambre y que los que creyeran en Él no tendrían sed jamás (6:32-35). Ésta es la verdadera comida. Las palabras del Señor muestran que el que Dios dispusiera que debiéramos comer y beber era simplemente una señal. Por medio del comer y el beber, Dios desea despertar al hombre para que conozca su verdadera necesidad. Cada vez que tengamos hambre o sed, debemos recordar que tenemos otra necesidad en la parte más profunda de nuestro ser, y que ésa es nuestra verdadera necesidad. Nuestra experiencia lo demuestra. Después que somos satisfechos al comer y beber, todavía sentimos hambre y sed en lo más profundo de nuestro ser; tenemos hambre y sed del Dios vivo. Dios es nuestro verdadero alimento.

(Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios, capítulo 7, por Witness Lee)