Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios, por Witness Lee

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EL DESEO DE DIOS ES QUE EL HOMBRE LE DISFRUTE

En la Biblia se encuentra un principio muy importante según el cual la primera vez que se menciona un asunto se establece un principio rector eterno para ese asunto por el resto de la Biblia. La manera en que se presenta cierto asunto por primera vez determina el significado de asuntos similares que se mencionan posteriormente. En la primera ocasión que la Biblia nos habla de la relación que Dios tiene con el hombre, Dios se presenta al hombre en forma de alimento. Esto nos muestra que Dios desea que el hombre le disfrute. Después que Dios creó al hombre, lo puso frente al árbol de la vida para que el hombre disfrutara del fruto de ese árbol. El árbol de la vida representa a Dios mismo. Esto muestra que Dios desea ser el disfrute del hombre. El primer pensamiento que Dios tuvo después de crear al hombre fue que el hombre comiera y bebiera, y lo principal que debía comer y beber era Dios mismo.

¿Cómo podemos demostrar esto? Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él repetidas veces reveló que Él era alimento que el hombre podía comer y disfrutar. Lamentablemente, cuando el Señor tuvo contacto con el hombre, nadie tenía el concepto de que Dios pudiera ser el disfrute del hombre. El concepto que tenía el hombre era que Dios era alguien a quien debía adorar y servir. Si leemos los cuatro Evangelios cuidadosamente, veremos que las personas que vinieron al Señor tenían muchas opiniones diferentes en cuanto a Él. Algunos le preguntaron lo que debían hacer para heredar la vida eterna; otros le preguntaron cuál mandamiento era el mayor de todos. Los que vinieron al Señor tenían diferentes conceptos, pero ninguno tenía la perspectiva correcta de que el hombre debía venir a Dios con el pensamiento de disfrutarle.

Un día el Señor hizo un milagro: alimentó a cinco mil con cinco panes y dos peces, y hubo muchas sobras. Cuando las personas vieron esto, pensaron que Él era el más grande de los profetas. Ellos esperaban que un profeta como Él les hiciera milagros y se ocupara de sus necesidades. Este concepto era completamente equivocado; por esta razón, el Señor les habló algo para que cambiaran sus conceptos. Les dijo que ellos estaban buscando la comida que perece, la comida que no tiene valor eterno. Él no vino para darle al hombre comida corruptible, sino el alimento incorruptible del cielo. Cuando ellos oyeron esto, no entendieron qué clase de comida el Señor quería darles. El Señor entonces les explicó que Él mismo es la comida; Él quería darse a Sí mismo a ellos como su alimento para su disfrute. Era como si estuviera diciendo: “No es suficiente que vosotros me conozcáis como el Señor soberano que hace milagros. No es suficiente que esperéis que les haga milagros y obras poderosas. Soy mucho más que esas cosas. No sólo haré señales externas, sino que también seré vuestra comida y entraré en vosotros para ser vuestro disfrute. No es suficiente que me conozcáis como un gran profeta, ni aun como el Creador. Necesitáis conocerme como el Creador que ha llegado a ser vuestro alimento. Os he dado Mi carne como comida y Mi sangre como bebida para poder entrar en vosotros. El que come Mi carne y bebe Mi sangre tiene vida eterna, porque esta vida eterna es simplemente Mi propia persona. Si vosotros me coméis y me bebéis, Yo entraré en vosotros y espontáneamente tendréis vida eterna”. A los que le oyeron les pareció muy dura esta palabra y no pudieron recibirla. Aquí vemos que una persona maravillosa les dijo a otros que Él era el pan que descendió del cielo, que Su carne y Su sangre podrían ser su comida y bebida, y que Él entraría en ellos para que recibieran vida eterna. Al oír estas palabras, ellos quedaron perplejos (Jn. 6).

(Cómo disfrutar a Dios y cómo practicar el disfrute de Dios, capítulo 2, por Witness Lee)