Economía divina, La, por Witness Lee

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DISFRUTANDO EN NUESTRO ESPIRITU EL ABUNDANTE SUMINISTRO DEL ESPIRITU

El Espíritu vivificante, todo-inclusivo, compuesto, procesado y siete veces intensificado mora en nuestro espíritu, así que ahora tenemos un espíritu fuerte, un espíritu de poder (2 Ti. 1:7). Debido a que el Espíritu todo-inclusivo está en nuestro espíritu, nuestro espíritu es un espíritu fuerte. En 2 Timoteo 4:22 dice: “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu”, y Gálatas 6:18 dice: “Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén”. El Señor está con nuestro espíritu, y la gracia de nuestro Señor Jesucristo está con nuestro espíritu. ¿Qué puede ser más grande que el Señor y que la gracia del Señor? El Señor y Su gracia están en nuestro espíritu, no en nuestra mente.

Algunos maestros de asuntos bíblicos afirman que el alma y el espíritu son sinónimos. La enseñanza bíblica es que el hombre es de tres partes: espíritu y alma y cuerpo (1 Ts. 5:23). Pero algunos maestros dicen que el hombre sólo tiene dos partes: alma y cuerpo. En 1954 cierto misionero vino a Hong Kong para asistir a una conferencia en la cual yo hablaba. Me dijo que había apreciado la conferencia, pero que le era imposible estar de acuerdo con el asunto de que el hombre tenía tres partes. El creía que el espíritu y el alma del hombre eran lo mismo. Cuando le mencioné la clara palabra de 1 Tesalonicenses 5:23: “espíritu, alma y cuerpo” ya no tuvo argumentos, pero continuó creyendo que el espíritu es lo mismo que el alma. Si uno tiene una mente fuerte llena de doctrinas y no disfruta al Señor en el espíritu, acabará en división. Discutirá y aun peleará por las doctrinas que tiene, en lugar de guardar el mandato de Pablo en cuanto a mantener la unidad del Espíritu (Ef. 4:3), quien está en nuestro espíritu (Ro. 8:16).

No se puede disfrutar al Señor sólo pensando en El. Es posible que haya un banquete preparado en una mesa frente a usted, pero tal vez usted sólo venga a ejercitar la mente y a aprender acerca de todos los diferentes platillos. Después de dos horas de investigación, usted sigue con hambre. Si usted sigue investigando y no come, morirá frente a un rico banquete. Muchos cristianos “mueren” frente a la Biblia. La Biblia no es sólo para la mente de usted. La Biblia es alimento para el espíritu. Jesús no es simplemente para que nosotros lo estudiemos o lo investiguemos, sino para que lo comamos, lo disfrutemos (Jn. 6:57). Ninguno de nosotros entiende de manera completa y absoluta qué son los alimentos que comemos. Aunque no entendamos qué es lo que un plátano contiene, podemos disfrutar los plátanos cada mañana. El desayuno que usted come en la mañana le da energía para todo el día. Tal vez se le haya olvidado lo que comió en la mañana, pero sigue disfrutando el beneficio. El Señor no es para que lo estudiemos conforme a la letra. El Señor es para que lo disfrutemos.

El Hijo vino con el Padre y por el Espíritu como la incorporación misma del Dios Triuno. El pasó por la encarnación, vivió en la tierra por treinta y tres años y medio, y fue a la cruz para quitar todas las cosas negativas del universo y para liberar la vida divina, el agua que fluye, para que podamos beber de El. Luego resucitó, y en resurrección llegó a ser el Espíritu vivificante. Ahora el Espíritu vivificante ha venido como el Hijo y con el Padre. El Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— es hecho real como el Espíritu todo-inclusivo, de modo que este Espíritu todo-inclusivo es la máxima consumación del Dios Triuno procesado, con todos Sus atributos, todas Sus virtudes, y todos los procesos por los cuales El ha pasado. Este Espíritu es la totalidad, el agregado, la consumación misma del Dios Triuno con todos Sus logros para ser nuestra porción, a fin de que la disfrutemos.

Este Espíritu lleno de gracia está en nuestro espíritu, así que el Señor y Su gracia están en nuestro espíritu. Día tras día tenemos que volvernos a nuestro espíritu. No se vuelvan a su mente, ni ejerciten su mente aparte de su espíritu. La serpiente antigua, Satanás, el diablo, vino a Eva con una pregunta: “¿Conque Dios ha dicho...?” (Gn. 3:1). Semejante pregunta con toda seguridad inquietó la mente de Eva. La serpiente viene a nosotros en la forma de un signo de interrogación. El diablo, Satanás, siempre vendrá a provocar nuestra mente, pero nosotros tenemos que volvernos a nuestro espíritu todo el tiempo. El Señor no está en nuestra mente, sino en nuestro espíritu. Por eso tenemos que invocarle todo el día.

Necesitamos ser quienes invocan: “¡Oh Señor Jesús!” Jesús es Su nombre, pero el Espíritu es Su persona. Cuando yo digo “Señor Jesús”, el Espíritu viene. Si su esposa lo molesta, tal vez la religión le enseñaría a usted que sea paciente. Pero guardar esta enseñanza religiosa no surte efecto. Lo que sí surte efecto es invocar el nombre del Señor: “¡Oh Señor Jesús!” Cuando cierto hombre sea molestado por su propia esposa, él no debe tratar de ser paciente. Es posible que ella no deje de molestarlo hasta que él se enoje. La única manera de vencer es invocar: “¡Oh Señor Jesús!” Invocar el nombre del Señor es olvidar las enseñanzas éticas, olvidar nuestra mente, emoción y voluntad y volvernos al espíritu. Cada vez que usted dice: “Oh Señor Jesús”, usted toca al Espíritu (1 Co. 12:3). Cuando usted toca al Espíritu, toca al Espíritu todo-inclusivo, toca la rica gracia, y disfruta al Señor. Esto es lo que significa abrirse uno mismo directamente al Señor a cara descubierta. Al contemplarlo y reflejarlo a El, usted será transformado metabólicamente para llegar a ser cada vez más como El en Su imagen gloriosa.

(Economía divina, La, capítulo 11, por Witness Lee)