Economía divina, La, por Witness Lee

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LA BENDICION TODO-INCLUSIVA DEL NUEVO TESTAMENTO

En el capítulo anterior vimos que el Espíritu es el Espíritu todo-inclusivo, compuesto, procesado, vivificante y siete veces intensificado. Algunos enseñan que el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, es sólo un poder, un medio o un instrumento con el cual Dios actúa. Esto está muy lejos de la revelación del Nuevo Testamento. Este Espíritu todo-inclusivo es la composición de todo lo que el Padre es y tiene, y de todo lo que el Padre puede hacer, está haciendo, y hará, más el Hijo en Su persona y con Su obra, Sus realizaciones, Sus logros, Sus obtenciones y todos los procesos por los cuales El ha pasado. El Espíritu es una composición de todas las cosas divinas. Es mucho más que un poder, un medio o un instrumento. Este Espíritu todo-inclusivo y compuesto es la bendición del Nuevo Testamento, y ésta es la bendición del evangelio, la cual Dios prometió a Abraham (Gá. 3:14). Dios le prometió a Abraham que todas las naciones de la tierra serían benditas por medio de su simiente (Gn. 22:18). Esa simiente de Abraham es Cristo (Gá. 3:16), el Hijo de Dios, y la bendición prometida a Abraham es este Espíritu compuesto y todo-inclusivo.

El aspecto físico de la bendición que Dios le prometió a Abraham era la buena tierra (Gn. 12:7; 13:15; 17:8; 26:3-4), la cual tipifica al Cristo todo-inclusivo (Col. 1:12). Ya que Cristo finalmente es hecho real como el Espíritu vivificante y todo-inclusivo (1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17), la bendición del Espíritu prometido corresponde a la bendición de la tierra prometida. En realidad, el Espíritu como la realización de Cristo en nuestra experiencia es la buena tierra como la fuente del suministro abundante de Dios para nuestro disfrute. La bendición del evangelio, la bendición del Nuevo Testamento, la cual Dios prometió a Abraham, es este Espíritu compuesto, la totalidad de Dios el Padre, de Dios el Hijo, junto con los procesos de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. Todos nosotros hemos recibido esta bendición, y esta bendición todo-inclusiva está en nosotros, en nuestro espíritu (Ro. 8:16; 2 Ti. 4:22). La economía de Dios es Su plan de dispensarse a Sí mismo como el Dios Triuno, es decir, como el Padre, el Hijo y el Espíritu, con todos Sus atributos y virtudes, dentro de nuestro espíritu. Cuando abrimos nuestro ser a este Espíritu total y agregado, disfrutamos la bendición todo-inclusiva del Nuevo Testamento.

Darle vueltas manualmente a un ventilador, o “enseñarle” a que se mueva, es similar a las enseñanzas éticas de que los esposos deben amar a sus esposas, de que los niños deben honrar a sus padres, de que las esposas deben someterse a sus esposos, de que debemos amar a nuestro prójimo y de que debemos ser humildes. Lo único que el ventilador tiene que hacer es “disfrutar” la electricidad y entonces funcionará espontáneamente. De la misma manera, lo que nosotros tenemos que hacer es disfrutar al Espíritu todo-inclusivo como la “electricidad divina”. Cuando disfrutamos el abundante suministro del Espíritu todo-inclusivo, este suministro nos fortalece, nos capacita y nos sostiene para vivir a Cristo. Al disfrutar a este Espíritu, espontáneamente tenemos el vivir que necesitamos para todas nuestras relaciones éticas. Cristo viene a ser nuestra vida interior y nuestro vivir exterior. Esto no es religión, sino la maravillosa y eterna economía de Dios.

(Economía divina, La, capítulo 11, por Witness Lee)