EL DIOS TRIUNO NO ES DADO
PARA FORMULAR DOCTRINAS,
SINO PARA QUE LOS CREYENTES LE EXPERIMENTEN
Yo fui salvo en 1925, y en 1931 experimenté un avivamiento. En aquel tiempo, yo solía ir cada mañana a un monte no muy lejos de allí para acercarme al Señor. A veces invocaba el nombre del Señor, y otras veces cantaba himnos de alabanza y derramaba lágrimas de agradecimiento. En ese entonces no conocía la enseñanza acerca de invocar el nombre del Señor, pero me sentía muy inspirado interiormente. Sentía que el amor de Dios era tan profundo y tan elevado y que la gracia del Señor era tan rica, así que invocaba y cantaba. Ahora que reflexiono en esta experiencia, me doy cuenta de que estaba en el espíritu y que el Espíritu estaba en mí, inspirándome con el sentimiento de que el amor de Dios era realmente profundo, ancho, elevado y grande, y que la gracia del Señor era verdaderamente rica y abundante. Yo fui lleno interiormente de un gozo inefable y colmado de gloria. Todos los creyentes que han sido salvos han tenido una experiencia similar, aunque algunas experiencias son más profundas mientras otras son más superficiales, y algunas son más ligeras mientras otras conllevan más peso espiritual.
Conforme a la verdad, el día de la resurrección del Señor fue el día de nuestra salvación (1 P. 1:3). Según el cumplimiento de este hecho, nosotros no fuimos salvos sino hasta el día en que creímos y fuimos bautizados. No obstante, en nuestra experiencia, nosotros no experimentamos la realidad de la salvación sino hasta que tocamos al Señor en nuestro espíritu. Cada vez que tocamos al Señor en nuestro espíritu, tenemos un sentir interior, el cual es sencillamente el Espíritu Santo. Aun cuando en ese momento no estemos claros en cuanto a la doctrina, ciertamente sentimos la realidad y percibimos que hay aliento dentro de nosotros. Esto nos permite percibir al Espíritu, al Padre y al Hijo, es decir, nos permite percibir a Dios. Cuando nos regocijamos y oramos, clamamos: “Oh Dios, oh Padre, oh Señor Jesús”. Este tipo de experiencias nos muestran que el Dios Triuno no se nos da para que formulemos doctrinas, sino para que lo experimentemos.
Algunos maestros de la Biblia enseñan que no debemos confundir a los tres de la Trinidad Divina: el Padre es simplemente el Padre, el Hijo es simplemente el Hijo, y el Espíritu Santo es simplemente el Espíritu Santo. Por lo tanto, cuando oremos, debemos orar en el nombre del Hijo, por el poder del Espíritu Santo y al Padre. Según ellos, no debemos confundir este orden ni debemos ser descuidados al orar. Así me enseñaron cuando era joven, y cuando practicaba el orar de esta manera, me sentía con mucho temor y temblor. Temía que si invocaba equivocadamente, tendría que arrepentirme y confesar mi pecado. Sin embargo, por cuidadoso que fuera, nunca podía distinguir a las personas del Dios Triuno cuando oraba, y siempre tenía una duda dentro de mí. Más tarde, poco a poco fui comprendiendo con base en mi experiencia que el Padre, el Hijo y el Espíritu son uno; es decir, el Señor, Dios y Cristo son uno solo. ¿Cómo podemos dividirlos? Únicamente tenemos un Dios. Aunque Él tiene el aspecto de ser tres —el Padre, el Hijo y el Espíritu—, los tres sencillamente son uno.
El Señor Jesús tiene al menos estos tres títulos: el Señor, Jesús y Cristo. Él es una persona con tres títulos porque posee tres aspectos. El Señor es un aspecto, Jesús es otro aspecto, y Cristo es también otro aspecto. Sin embargo, esto no significa que porque posea tres aspectos pueda ser dividido en tres partes. Estos tres títulos se refieren a la misma persona. Asimismo, Dios tiene el aspecto de ser tres —el Padre, el Hijo y el Espíritu—, pero no puede ser dividido en tres partes. El Padre, el Hijo y el Espíritu son tres; el Padre y el Hijo son distintos, y el Hijo y el Espíritu también son distintos. No obstante, son distintos pero no están separados. Los Tres son uno.
Yo no recibí esta revelación antes de experimentar esta realidad. Nací en el cristianismo, crecí en el cristianismo y fui educado en una escuela cristiana, pero no pude confirmar sus enseñanzas en mi experiencia. Lo que ellos enseñaban era una cosa, pero lo que experimentaba era otra cosa. Pasé mucho tiempo estudiando la Biblia, porque quería saber cuál era la verdadera situación. A través de mi estudio descubrí que el relato de la Biblia coincidía con mi experiencia. Isaías 9:6 dice: “Porque un niño nos ha nacido, / Se llamará su nombre [...] / ‘Padre eterno’”, y 2 Corintios 3:17 dice: “El Señor es el Espíritu”. Esto demuestra que el Dios Triuno es una persona que está enfocada en el Hijo como el centro. Hablando con propiedad, la Biblia no dice que el Padre es el Hijo o que el Espíritu es el Hijo; en vez de ello, dice que el Hijo es el Padre y que el Hijo es el Espíritu. Además, la esencia de Dios es Espíritu, por lo cual la Biblia dice también que el Padre, el Hijo y el Espíritu son Espíritu, y este Dios quien es Espíritu es triuno. Si tenemos una luz clara en cuanto a la verdad, veremos que sólo existe un Dios, pero que también existe el aspecto de que Él es tres: el Padre, el Hijo y el Espíritu.
Debido a la influencia del cristianismo tradicional, podemos pensar que Jesucristo y el Padre son dos personas separadas y que el Espíritu también existe separadamente. Debido a esto, nuestro entendimiento de Colosenses 1:27 —que dice que Cristo en nosotros es la esperanza de gloria— puede ser que esto no está relacionado con el Padre ni con el Espíritu, porque únicamente nos habla de Cristo. Esta clase de entendimiento es incorrecto. Este Cristo quien está en nosotros como la esperanza de gloria es el propio Dios Triuno. En Colosenses 2:9 Pablo dice a continuación que en este Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. La Deidad aquí es el Padre, el Hijo y el Espíritu. Por lo tanto, toda la plenitud de la Deidad es toda la plenitud del Padre, del Hijo y del Espíritu. Toda esta plenitud habita corporalmente en Cristo, y Cristo está en nosotros. Por lo tanto, este Cristo que está en nosotros es nada menos que el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu.
(
Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Los, capítulo 6, por Witness Lee)