Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Los, por Witness Lee

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LA REALIDAD EN EL NUEVO TESTAMENTO

El precursor y toda su familia son llenos del Espíritu Santo

En el Nuevo Testamento, vino Aquel que fue presentado por medio de cuadros y tipos y de quien se escribieron profecías en el Antiguo Testamento. Su venida empezó con el Espíritu Santo. Antes de Su venida, Su precursor, Juan el Bautista, fue lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre (Lc. 1:15). Espíritu Santo es el primer título divino que se le atribuye al Espíritu de Dios en el Nuevo Testamento. Este título no se usa en el Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento únicamente hace referencia al Espíritu de Dios y al Espíritu de Jehová, mas no al Espíritu Santo. En Salmos 51:11 y en Isaías 63:10-11, el título Espíritu Santo debiera traducirse el Espíritu de santidad. Fue durante los tiempos del Nuevo Testamento, con respecto al inicio del evangelio de Dios, que consistía en preparar el camino para la venida del Salvador y en preparar un cuerpo humano para Él, que se usó este título divino del Espíritu de Dios. La preparación del camino para la venida del Salvador requería que Su precursor fuese lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre.

Un día, en el sexto mes después que Juan el Bautista fue concebido en el vientre de su madre, María fue a visitar a la madre de Juan. En aquel tiempo la concepción de Cristo el Salvador acababa de ocurrir en el vientre de María. En cuanto escuchó el saludo de María, Juan fue lleno del Espíritu Santo y saltó en el vientre de su madre. Elisabet, su madre, también fue llena del Espíritu Santo y bendijo grandemente a María (Lc. 1:39-45). Después que nació Juan y le fue dado su nombre, Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo y profetizó dando alabanzas a Dios (vs. 57-79). En esta familia de tres, primeramente el niño fue lleno del Espíritu Santo en el vientre de su madre; después, la madre fue llena del Espíritu Santo, y luego, ya nacido el niño, el padre también fue lleno del Espíritu Santo. Ésta fue una familia llena del Espíritu Santo, en la cual el niño era quien tomaba la delantera y los padres le seguían. Las familias en el mundo principalmente son guiadas por los padres a fin de llenarlas de toda clase de entretenimientos y asuntos mundanos. A veces el padre juega mah-jong, luego la madre lo sigue, el hijo ayuda, la hija se une al juego, y la nuera y el yerno vienen también. Toda la familia, desde el más viejo hasta el más joven, está llena de mah-jong. Pero la familia de Juan el Bautista estaba llena del Espíritu Santo, desde el más joven hasta el más viejo. ¡Cuán maravilloso es esto!

Nació como Dios-hombre en la carne por medio del Espíritu Santo

Juan el Bautista fue lleno del Espíritu Santo a tal grado que cuando creció, no sirvió como sacerdote, ni vivió con la familia sacerdotal, ni comió de la comida sacerdotal ni se puso el vestido sacerdotal. En lugar de quedarse en Jerusalén, fue al desierto para estar lejos de la religión y la cultura humanas, y, por ende, llegó a ser una persona “salvaje”. Él tenía un “vestido salvaje”, un vestido de pelo de camello; comía “comida salvaje”, esto es, langosta y miel silvestre; e hizo “una acción salvaje”, esto es, bautizó en el río Jordán a las personas que se arrepintieron. Aun así, Juan el Bautista sólo fue lleno del Espíritu Santo externamente. El Espíritu Santo fue derramado sobre Él externamente; no entró en su naturaleza humana con la naturaleza divina para producir una mezcla de divinidad con humanidad. En Juan el Bautista no vemos que la divinidad hubiera entrado en la humanidad para mezclarse con ésta; lo único que vemos es que el Espíritu Santo fue derramado sobre él.

La concepción de Juan el Bautista fue notablemente diferente en esencia a la del Señor Jesús. En la concepción de Juan, el Espíritu Santo fue derramado sobre él; pero en la concepción del Señor Jesús, se produjo una mezcla del Espíritu Santo con la esencia humana. Mateo 1:18 y 20 dicen acerca de María que ella “estaba encinta por obra del Espíritu Santo” y que “lo engendrado en ella, del Espíritu Santo es”. Esto muestra que el Espíritu Santo, de quien Juan el Bautista fue lleno, entró en el vientre de María y engendró en ella la esencia divina, lo cual hizo que concibiera. Esta concepción del Espíritu Santo en la virgen humana, efectuada con las esencias divina y humana, constituyó una mezcla de la naturaleza divina con la naturaleza humana, lo cual produjo un Dios-hombre, Aquel que es el Dios completo y el hombre perfecto, quien posee la naturaleza divina y la naturaleza humana claramente distinguibles, sin que se produjera una tercera naturaleza. Este Dios-hombre es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Por un lado, Él es el Hijo del Dios altísimo (Lc. 1:35); por otro, Él es el Hijo del Hombre, la simiente de la mujer. Aunque la naturaleza divina y la humana se mezclaron en Él, éstas no se confundían. Podemos comparar esto a la mezcla de té y agua para formar una bebida, sin que ninguno de estos elementos pierda su naturaleza. En esta etapa, por medio de la encarnación Dios se mezcló con el hombre y la divinidad fue introducida en la humanidad para que Dios se manifestara en la carne (1 Ti. 3:16) y fuese el Salvador-Hombre (Lc. 2:11) que viviría en la tierra por treinta y tres años y medio.

(Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Los, capítulo 4, por Witness Lee)