Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Los, por Witness Lee

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LOS DIFERENTES ASPECTOS DEL ESPÍRITU

El Espíritu de Dios

Desde el mismo comienzo la Biblia, en Génesis 1, después de decirnos que Dios creó los cielos y la tierra, nos dice que el Espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas (v. 2). La palabra hebrea traducida se cernía denota algo semejante a cuando una gallina empolla sus huevos. Una gallina los empolla, extendiendo sus alas sobre ellos a fin de producir algo viviente: los pollitos. Por lo tanto, algunas buenas versiones de la Biblia han traducido esta palabra como se cernía, en el sentido de producir vida. Todos los lectores de la Biblia saben que Génesis 1 habla de cuando Dios creó los cielos y la tierra, pero muchos han pasado por alto el hecho de que la obra creadora de Dios la llevó a cabo el Espíritu de Dios, es decir, la llevó a cabo el Espíritu de Dios al cernirse sobre la faz de las aguas.

El Espíritu de Jehová

Después de hablarnos del Espíritu de Dios, el Antiguo Testamento nos habla del Espíritu de Jehová reiteradas veces. El Espíritu de Jehová nos habla de Dios que llega al hombre. El libro de Jueces con frecuencia dice que ciertos jueces se levantaron para pelear a favor de los hijos de Israel porque el Espíritu de Jehová había venido sobre ellos (3:10; 6:34; 11:29; 13:25; 14:6). Además, los profetas se levantaron para hablar por Dios porque el Espíritu de Jehová también había venido sobre ellos (2 S. 23:2; Is. 61:1). Elías llegó a ser profeta porque el Espíritu de Jehová vino sobre él; más tarde, Eliseo, siguiendo a Elías, se puso el manto de éste. Este manto es un tipo del Espíritu Santo que desciende sobre los creyentes en el Nuevo Testamento como Espíritu económico, el Espíritu de poder. En Lucas 24:49 el Señor Jesús les dijo a Sus discípulos: “He aquí, Yo envío la promesa de Mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”. Esto es lo que el manto de Elías y Eliseo tipifica. Por tanto, este Espíritu también es llamado “el Espíritu como manto”.

En Joel 2:28-29 Dios hizo una promesa, diciendo: “Después de esto derramaré Mi espíritu sobre toda carne, / [...] Y de cierto sobre los esclavos y sobre las esclavas / en aquellos días derramaré Mi espíritu”. En el Antiguo Testamento el derramamiento del Espíritu es tipificado por la lluvia, como en Oseas 6:3, que dice que Dios derramaría Su Espíritu en dos ocasiones como el cumplimiento de la lluvia otoñal o temprana y la lluvia primaveral o tardía. En el día de Pentecostés, el derramamiento del Espíritu era la lluvia temprana; al final de esta era, Dios derramará nuevamente Su Espíritu sobre los hijos de Israel, y todo Israel se arrepentirá y será salvo. Ésta será la lluvia tardía, como fue profetizado en Zacarías 12:10. El Antiguo Testamento habla del Espíritu de Dios sólo hasta ese punto, concluyendo al final con una promesa, la cual es que Dios derramará Su Espíritu como lluvia sobre Sus elegidos.

El Espíritu Santo

En el Nuevo Testamento el Espíritu Santo es el primer título divino que se le atribuye al Espíritu de Dios. Mateo 1 dice que el Espíritu Santo entró en el vientre de María, una virgen humana, lo cual hizo que ella concibiera y diera a luz a un niño, a Cristo. En el tiempo del Nuevo Testamento, con miras al inicio del evangelio de Dios, la preparación de un cuerpo humano para el Salvador requería que el Espíritu Santo impartiera la naturaleza divina en la humanidad, de manera que el hombre fuese hecho santo y así se pudiera llevar a cabo el plan que Dios tenía de redimirnos. Por lo tanto, la mención que se hace del Espíritu Santo al comienzo del Nuevo Testamento está relacionada con la concepción de Cristo.

(Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Los, capítulo 5, por Witness Lee)