EXPERIMENTAR Y DISFRUTAR A CRISTO
Cristo no es simplemente nuestro Salvador, sino que también es Dios, hombre, el Espíritu, nuestra sabiduría —justicia, santificación y redención—, nuestra vida interior y Aquel que es todo-inclusivo e inescrutablemente rico. Esta persona está en nosotros para ser nuestra vida y nuestro todo, a fin de que lo experimentemos y disfrutemos.
Ya no vivimos nosotros,
sino que Cristo vive en nosotros
Pablo dijo que Cristo es el tesoro que contenemos nosotros los vasos de barro, vasos sin valor y frágiles (2 Co. 4:7). Somos vasos de barro, pero aun así dentro de nosotros los vasos de barro tenemos a Cristo, nuestro tesoro. Por lo tanto, para experimentar y disfrutar a Cristo, primeramente no debemos vivir por nosotros mismos, sino permitir que Él viva en nosotros (Gá. 2:20).
Cristo está siendo formado en nosotros
En Gálatas 4:19 Pablo dice: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”. Esto significa que necesitamos pasar por un proceso de dolores para que Cristo sea formado en nosotros. Cuando recién fuimos salvos, la vida en nosotros era como la de un bebé en la etapa inicial del embarazo. Cristo es nuestra vida, pero al comienzo no nos percatamos mucho de la vida que está en nuestro interior ni sabemos vivir por Él. Se requieren nueve meses de embarazo para que un bebé sea completamente formado en el vientre de la madre. Asimismo, necesitamos practicar continuamente el vivir por Él y así pasar por un proceso de dolores de parto para que Cristo sea formado en nosotros.
¿Qué clase de vida debemos vivir hoy como cristianos? ¿Debemos llevar simplemente una vida de relaciones humanas normales o una vida de moralidad? Necesitamos llevar una vida en la que Cristo sea formado en nosotros. Esto no es algo fácil, porque somos demasiado naturales y estamos muy acostumbrados a vivir por nuestra vida natural. Inconscientemente seguimos llevando una vida apropiada, una vida justa, mas no una vida en la que Cristo es formado en nosotros. Si no vivimos por Cristo, Cristo aún no será formado en nosotros aunque no cometamos ninguna falta. Tener a Cristo formado en nosotros y llevar una vida sin tacha son dos cosas muy diferentes. El cobre y el oro se parecen mucho, pero son en contenido completamente diferentes, y su grado de preciosidad es también muy diferente. Es posible que nosotros vivamos por nuestra vida natural e incluso lleguemos a ser hombres perfectos, pero aun así seguimos siendo seres humanos; simplemente somos cobre y no oro. Solamente una vida que permite que Cristo sea formado en nosotros es una vida de oro. Todos debemos esforzarnos y luchar para que Cristo sea formado en nosotros.
Magnificar a Cristo
En Filipenses 1:20 Pablo dijo: “Conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte”. Lo que Pablo anhelaba aquí no era que la moralidad, la bondad, las relaciones humanas normales o la paciencia fueran magnificadas, sino que Cristo fuera magnificado. Nuestro problema hoy radica en que después que somos salvos, siempre nos esforzamos por ser un cristiano apropiado que lleva una vida pura y sin tacha. Anteriormente tal vez teníamos un temperamento irritable, ahora esperamos poder ser dóciles; anteriormente quizás teníamos una mala actitud, ahora esperamos comportarnos apropiadamente. Sin embargo, aun si llegamos a ser perfectos, esto aún no es Cristo. La pregunta es: ¿Qué es lo que expresamos? Es errado si expresamos nuestra irritabilidad o nuestra paciencia, puesto que ninguno de éstos es Cristo. Al único que debemos expresar es a Cristo.
(
Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Los, capítulo 3, por Witness Lee)