LOS MUCHOS ASPECTOS DEL ESPÍRITU
El hecho de que Cristo viniera mediante la encarnación para estar entre los hombres fue enteramente una historia del Espíritu. Si Él no hubiese sido concebido ni hubiese nacido del Espíritu, y si el Espíritu tampoco hubiese sido derramado sobre Él, no habría podido tener el ministerio que tuvo ni llevar la vida que llevó durante esos tres años y medio. Todos los que leen los cuatro Evangelios reconocen que de entre millones de biografías del mundo, sólo los cuatro Evangelios son excepcionales, pues son diferentes de todas las demás biografías en sabor, color y estilo. Al leer la biografía de cualquier persona, nunca nos faltan palabras para describirla; pero al leer los cuatro Evangelios, todos reconocen que no hay palabras adecuadas que puedan describir a este Señor Jesús porque Él es demasiado maravilloso y trascendente, y Su vivir es muy sublime. Tenemos el hecho, mas no las expresiones adecuadas; tenemos tal persona, mas nos es imposible describirla. Lo único que el hombre puede decir es: “¡Él es demasiado maravilloso!”. No hay mejores palabras para describirlo. Esta persona tan maravillosa que lo trasciende todo es completamente una historia del Espíritu en todo aspecto. Después de los tres años y medio de Su vida y ministerio, esta persona que es Dios y a la vez hombre y es por completo una historia del Espíritu, entró voluntariamente en la muerte y permitió que le sembraran en la muerte. Sin embargo, Su muerte no marcó Su fin. Después de tres días, brotó de la muerte, se levantó una vez más y llegó a ser el Espíritu que retoña, el Espíritu vivificante. El Espíritu vivificante es equivalente al retoño de una semilla de trigo, un retoño que es capaz de producir muchos granos.
En primer lugar había Cristo, luego el Espíritu Santo y finalmente “el Espíritu”. Romanos 8:2 dice que este Espíritu es el Espíritu de vida. Esto nos muestra que después que la iglesia fue formada y establecida, la revelación del Espíritu avanzó al Espíritu de vida. Génesis 1:2 dice que el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas de muerte. El Espíritu de Dios estaba presente en la creación. Según el relato del capítulo 2, después que Dios creó al hombre, el nombre Jehová se usa en la relación que Dios tiene con el hombre. En el relato bíblico, después de esto y hasta el final del Antiguo Testamento, se usa el título divino el Espíritu de Jehová con respecto a la relación entre Dios y el hombre. Al comienzo del Nuevo Testamento, se menciona primeramente la venida de Juan el Bautista. Luego Cristo fue concebido y nació, y fue ungido a la edad de treinta años. En todos estos acontecimientos se usa el término el Espíritu Santo. En Juan 7, cuando el Señor estaba ministrando, llamó a las personas a que vinieran a Él y bebieran, es decir, a que recibieran al Espíritu, pero para aquel tiempo “aún no había el Espíritu” porque Jesús no había sido aún glorificado (v. 39). Esto significa que el cuerpo físico de este Dios-hombre aún no había entrado en la gloria. No fue sino hasta después que Él se levantó de entre los muertos que fue glorificado (Lc. 24:26). Cuando un grano de trigo es sembrado en la tierra y crece, ésa es la glorificación de la semilla, la entrada de la semilla en la gloria. De la misma manera, cuando el Señor entró en la resurrección y fue glorificado, había “el Espíritu”.
Fue después que este Dios hombre hubo pasado por la muerte y la resurrección que el Espíritu llegó a existir como tal. Por lo tanto, el Espíritu no es simplemente el Espíritu de Dios antes de la encarnación, sino el Espíritu después de la resurrección del Señor. Ahora, el Espíritu es el Espíritu de vida (Ro. 8:2), el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45), el Espíritu de Jesús (Hch. 16:7), el Espíritu de Cristo (Ro. 8:9) y el Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19). El Espíritu de vida principalmente se refiere a la realidad y elemento de la vida divina, mientras que el Espíritu vivificante principalmente tiene como fin impartirnos esta vida divina. El Espíritu de Jesús está relacionado principalmente con la humanidad del Señor y Su vivir humano; el Espíritu de Cristo está relacionado principalmente con la resurrección del Señor; y el Espíritu de Jesucristo está relacionado principalmente con la experiencia de los sufrimientos del Señor en Su humanidad y con Su resurrección. Por último, en Apocalipsis, el Espíritu llega a ser los siete Espíritus de Dios: el Espíritu siete veces intensificado (Ap. 1:4; 4:5; 5:6). Así pues, el Señor es el Espíritu, y el Espíritu hoy ha llegado a ser los siete Espíritus con miras al mover de Dios en Su administración. Por último, en la máxima consumación de la administración de Dios, el Espíritu y la novia hablan juntos como una sola persona (22:17). Ésta es la historia del Espíritu.
(
Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Los, capítulo 8, por Witness Lee)