LOS DOS ASPECTOS DE LA TRINIDAD DIVINA
Todos los asuntos mencionados anteriormente están relacionados con el aspecto esencial del Dios Triuno, es decir, tienen que ver con Su ser y Su persona. La persona de Dios es lo que Cristo es; éste es el aspecto esencial. La Trinidad Divina tiene otro aspecto, el cual es el aspecto económico. Según el aspecto esencial, cuando el Hijo murió en la cruz, el Padre en Él también pasó por la muerte con Él (Hch. 20:28b), y el Espíritu en Él también participó junto con Él en la crucifixión (He. 9:14). Sin embargo, según el aspecto económico, fue el Hijo quien murió en la cruz por nosotros para llevar a cabo el propósito de Dios. El Padre planeó, el Hijo llevó a cabo el plan de Dios, y el Espíritu aplica lo que el Hijo logró. En la mesa del Señor, nosotros, como los redimidos por el Hijo, primeramente recordamos al Hijo y luego adoramos al Padre siendo guiados por el Hijo. Por lo tanto, la mesa del Señor no tiene que ver principalmente con el aspecto esencial, sino con el aspecto económico de la Trinidad Divina.
Todos los asuntos mencionados anteriormente son verdades cruciales y profundas de las Santas Escrituras. El Padre está en el Hijo, y el Hijo está en el Padre; éste es el aspecto esencial de la Trinidad Divina. Por un lado, los Evangelios nos muestran repetidas veces que el Hijo oró al Padre e incluso alzó Sus ojos al cielo mientras oraba (Jn. 11:41; 17:1); éste es el aspecto económico de la Trinidad Divina. Si sólo tuviésemos el aspecto esencial de que el Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre, los dos podrían comunicarse íntimamente sin que el Hijo orara al Padre. Puesto que los dos moran el uno en el otro en coinherencia y, por tanto, son uno solo, ¿por qué el Hijo aún necesitaba orar al Padre alzando Sus ojos al cielo? Esto nos muestra que definitivamente hay otro aspecto, el cual es el aspecto económico.
Además, el Señor Jesús fue concebido y nació en virtud de que el Espíritu Santo entrara en el vientre de María. Por tanto, el Espíritu Santo es la esencia de lo que el Señor es (Mt. 1:20). El hombre Jesús no sólo poseía la esencia humana, sino que también tenía al Espíritu Santo en Su interior como Su esencia divina. Así pues, Él es un Dios-hombre. Sin embargo, cuando fue bautizado en el río Jordán, ¿por qué el Espíritu Santo descendió sobre Él como paloma (Mt. 3:16)? Él había nacido del Espíritu Santo, así que tenía en Su interior el elemento del Espíritu Santo (Lc. 1:35); esto tiene que ver con la esencia. No obstante, en el momento de Su bautismo el Espíritu Santo descendió sobre Él como Su poder para que cumpliera Su ministerio; esto tiene que ver con la economía. El aspecto esencial tiene que ver con Su ser interior, mientras que el aspecto económico tiene que ver con Su poder externo. Cuando el Señor Jesús nació, el Espíritu estaba dentro de Él como Su ser divino, y cuando fue bautizado para llevar a cabo Su ministerio para Dios, el mismo Espíritu tuvo que descender sobre Él externamente como Su poder. El mismo Espíritu primeramente estuvo dentro de Él como Espíritu de vida, y después sobre Él externamente como Espíritu de poder. Asimismo, cuando nosotros fuimos regenerados, recibimos al Espíritu de vida. Luego, cuando somos llenos del Espíritu Santo y experimentamos el derramamiento del Espíritu Santo, recibimos al Espíritu de poder. El Espíritu de vida en nuestro interior corresponde al aspecto esencial, mientras que el Espíritu de poder externamente corresponde al aspecto económico.
Ya tenemos al Espíritu esencialmente dentro de nosotros, pero aún necesitamos ejercitar nuestro espíritu diariamente y orar sin cesar para recibir poder económicamente. En 1 Tesalonicenses 5:17 se nos dice: “Orad sin cesar”. Muchas personas, debido a que tienen un concepto equivocado, se preguntan cómo podrían tener tantas cosas por las cuales orar sin cesar. En realidad, la oración es nuestra respiración espiritual mediante la cual ejercitamos nuestro espíritu para disfrutar al Señor. Nosotros no respiramos sólo cuando tenemos problemas y dejamos de respirar cuando no tenemos problemas. De igual manera, no oramos únicamente cuando tenemos problemas; antes bien, contactamos al Señor continuamente. Este Señor es el Dios Triuno quien está en nosotros en calidad de Espíritu. Cuando oramos y ejercitamos nuestro espíritu, tocamos al Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— y recibimos el suministro de vida. En nuestra experiencia estos tres son inseparables. Ésta es la verdad en cuanto a la Trinidad Divina. Necesitamos experimentar esta verdad rica y subjetivamente y llevar un poderoso testimonio de ella.
(
Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Los, capítulo 2, por Witness Lee)