Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Los, por Witness Lee

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EL ESPÍRITU: EL ÉNFASIS ES QUE EL ESPÍRITU SANTO DE DIOS SE HA MEZCLADO, PARA FORMAR UN COMPUESTO, CON LA DIVINIDAD, HUMANIDAD, CRUCIFIXIÓN Y RESURRECCIÓN DE CRISTO A FIN DE SER EL ESPÍRITU COMPUESTO Y VIVIFICANTE QUE MORA EN NOSOTROS, QUE SANTIFICA, QUE TRANSFORMA Y ES SIETE VECES INTENSIFICADO

El Espíritu como Dios Triuno consumado

El tercer elemento crucial revelado en la Biblia es el Espíritu. El cristianismo tradicional tiene un concepto inexacto del Espíritu Santo, pues consideran al Espíritu Santo simplemente como un poder o una fuerza inspiradora. No fue sino hasta el siglo XIX, cuando los Hermanos fueron levantados en Inglaterra, que algunos avanzaron y vieron que el Espíritu Santo no es simplemente un poder, sino Dios mismo. En el recobro del Señor, después de muchos años de estudiar la Biblia, hemos visto claramente que el Espíritu es la consumación del Dios Triuno, quien ha pasado por varios procesos. Por lo tanto, en el Espíritu tenemos los elementos del Padre, Hijo y Espíritu.

El Espíritu como Espíritu compuesto

El ungüento de la santa unción mencionado en Éxodo 30:23-25 tipifica el hecho de que el Dios Triuno pasó por un proceso y al final alcanzó Su consumación como Espíritu. El ungüento de la santa unción no contenía un solo elemento; era una mezcla de varios elementos. Éxodo 30 dice que el aceite de oliva junto con las cuatro clases de especias que se le añadían se mezclaban conjuntamente hasta formar un compuesto que era el ungüento de la santa unción, con el cual se ungía el tabernáculo con todo su mobiliario, de tal modo que el tabernáculo con todo su mobiliario llegaba a ser santísimo, apto para ser la morada de Dios.

En la Biblia, el aceite de oliva tipifica al Espíritu de Dios, a Dios mismo. Las cuatro clases de especias representan la humanidad en la creación de Dios, y el aceite representa la divinidad en la Deidad. Las cuatro clases de especias, que se mezclaban con el aceite de oliva para producir el ungüento de la santa unción, nos muestran que el Espíritu de Dios no simplemente posee divinidad, sino que también se ha mezclado con ciertos elementos. Al respecto, en Juan 7:37-38 el Señor exclamó: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Luego el versículo 39 provee esta explicación: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Cuando el Señor Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo ya estaba allí presente (1:32), pero cuando el Señor exclamó esto al pueblo, aún no había el Espíritu. Según la tipología, el aceite de oliva ya estaba allí, pero aún no había el ungüento de la santa unción. No fue sino hasta que el Señor Jesús fue glorificado en Su resurrección (Lc. 24:26) que el Espíritu Santo llegó a ser el Espíritu del Jesucristo encarnado, crucificado, resucitado y vivificante, que posee tanto el elemento divino como el elemento humano, incluyendo la divinidad de Cristo y Su humanidad con todas las esencias y realidades de Su encarnación, Su vivir humano, Su crucifixión y Su resurrección. Todos estos elementos se mezclaron en este Espíritu. Por consiguiente, este Espíritu es ahora el agua viva que fluye para que la recibamos.

Hoy el Espíritu es la realidad de todas las cosas espirituales. La realidad de Dios es el Espíritu; sin el Espíritu, no tenemos a Dios. El Espíritu también es la realidad de la resurrección; sin el Espíritu, no es posible tener la muerte, resurrección y ascensión de Cristo. El Espíritu finalmente alcanzó Su consumación al pasar Cristo por estos procesos. Cristo, siendo Dios en la eternidad con divinidad, se hizo hombre con humanidad y llevó una vida humana en la tierra por treinta y tres años y medio. Después, entró en la muerte, salió de la muerte en resurrección y ascendió a los cielos. Éstos son los procesos por los cuales Él pasó. Al pasar por todos estos procesos, Él llegó a ser el Espíritu vivificante y consumado (1 Co. 15:45). Podemos explicar el Espíritu compuesto con el ejemplo de una bebida hecha con miel, limón, té y sal. Cuando tomamos esta bebida, no sólo recibimos el agua, sino también la miel, el limón, el té y la sal. De la misma manera, hoy en día el Espíritu es el Espíritu compuesto, el cual se compone de la mezcla de tanto el Espíritu Santo de Dios como de las dos naturalezas de Cristo —la naturaleza divina y la humana— junto con Su muerte y Su resurrección, a fin de llegar a ser el Espíritu compuesto y vivificante que mora en nosotros (Ro. 8:11), nos santifica (15:16b) y nos transforma (2 Co. 3:18). Este Espíritu tiene una suministración abundante e incluso Él mismo es la abundante suministración que podemos experimentar y disfrutar (Fil. 1:19). Finalmente, este Espíritu compuesto incluso llegó a ser los siete Espíritus de Dios para abastecernos de una manera siete veces intensificada a fin de que podamos llevar a cabo la economía divina de Dios en cuanto a la iglesia en esta era de degradación (Ap. 1:4; 4:5; 5:6). Hoy en día el Dios Triuno está en la iglesia como una persona, y Cristo está en los creyentes como una persona. El Dios Triuno que está en la iglesia como una persona y el Cristo que está en los creyentes como una persona es nada menos que el Espíritu. ¡Aleluya! ¡Tenemos a este Espíritu todo-inclusivo!

(Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Los, capítulo 1, por Witness Lee)