LA REVELACIÓN CONTENIDA
EN LA BIBLIA NO NOS ES DADA
PARA NUESTRO ENTENDIMIENTO DOCTRINAL,
SINO PARA NUESTRA EXPERIENCIA
Con respecto a la persona de Cristo, quien es un misterio, no debemos tener simplemente un conocimiento objetivo doctrinal; más bien, debemos tener la experiencia subjetiva en vida. En el cristianismo se tiene el mal hábito, la mala influencia, de considerar todo lo escrito en la Biblia como una simple doctrina. Cuando predican acerca de Dios, muchos simplemente predican una doctrina; y cuando predican acerca de Cristo, muchos también simplemente predican una doctrina. En el cristianismo actual casi todas las verdades en cuanto a Dios y Cristo se han convertido en una teología y son presentadas enteramente como si fuesen una doctrina o teoría; son muy pocos los que recalcan la experiencia. Sin embargo, el propósito de la revelación bíblica no es impartirnos doctrinas. El propósito final de la Biblia al hablarnos de Dios y de Cristo es que lleguen a ser nuestra experiencia. Podemos hablar acerca de Dios a cabalidad y hablar acerca de Cristo detalladamente, pero si no tenemos la experiencia, ni Dios ni Cristo tiene nada que ver con nosotros.
Tanto en el Lejano Oriente como en el Occidente, hay algunos —incluso algunos que fueron “colaboradores” nuestros— que dicen que nosotros enseñamos herejías. ¿En qué consiste su desviación? En prestar atención únicamente a las doctrinas. Ellos dicen que en nuestras enseñanzas nosotros descuidamos las doctrinas y únicamente nos interesamos por las experiencias, las cuales dependen enteramente de nuestros sentimientos y se basan en ellos. Por lo tanto, algunos incluso han publicado libros que nos calumnian, al decir que nuestras enseñanzas son “sensoriales” y que de ningún modo se conforman a las doctrinas apropiadas. Sin embargo, lo que nosotros recalcamos es que las doctrinas tienen como objetivo nuestra experiencia. Algunos han argumentado, diciendo: “No es lógico que digan que Cristo vive en ustedes. Piensen en cuán grande es Cristo y cuán pequeño es el hombre. ¿Cómo puede Cristo morar en el hombre, quien es tan pequeño? Además, Cristo es el gran Amo soberano que está sentado en el trono en los cielos. ¿Cómo puede el hombre, quien es tan pequeño, permitirle entrar y morar en su interior? Esto es imposible”. Según ellos, Cristo, quien está sentado en lo alto de los cielos, sólo tiene un representante en la tierra, a saber: el Espíritu Santo.
Sin embargo, el Nuevo Testamento dice claramente que el Señor Jesús indudablemente mora en nosotros. En los Evangelios, Juan 14:23 dice: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. En 15:4 el Señor Jesús añadió: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros”. Luego, en las Epístolas vemos que la verdad de que Cristo mora en nosotros es una verdad grande e importante. Colosenses 1:27 dice: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. Romanos 8:9 dice: “El Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene al Espíritu de Cristo, no es de Él”. En este versículo el Espíritu de Dios y el Espíritu de Cristo se usan de modo intercambiable; ambos se refieren a Cristo, quien se menciona en el versículo 10. Efesios 3:17 dice también: “Para que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe”. En estos versículos, las expresiones permaneced, mora y haga [...] hogar son diferentes palabras en griego. La palabra permaneced en el Evangelio de Juan denota una acción ordinaria. En Romanos, la palabra mora es una forma verbal de la palabra casa; significa residir y es más que simplemente permanecer. La expresión haga [...] hogar mencionada en Efesios tiene un significado más rico que la palabra mora hallada en Romanos. El prefijo de esta palabra es una preposición enfática, kata. Esta palabra denota “echar raíces profundas”. Por lo tanto, no significa simplemente residir, sino, y aún más, establecerse en un hogar, o hacer hogar de una manera profunda. Una pareja puede quedarse en el hogar de sus parientes o amigos, pero eso es una acción temporal de residir y no de establecerse. No es sino hasta que ellos se muden a su propia casa que se establecerán y harán su hogar de manera profunda allí sin tener que mudarse nuevamente.
En Efesios 3 Pablo oró al Padre para que nos dé el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu, para que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones por medio de la fe (vs. 16-17a). El hecho de que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones significa que Él se establece en lo más profundo de nuestros corazones y nunca saldrá. Durante las conferencias vienen personas de diferentes lugares y se quedan con nosotros sólo por un breve lapso, sin hacer su hogar aquí. Yo llevo ya cincuenta años en el ministerio del Señor y siempre he estado viajando. Durante todo ese tiempo, no sé con certeza en cuántos hogares me he quedado; no obstante, nunca he hecho mi hogar en ninguno de ellos. Es sólo cuando regreso a mi propia morada que puedo hacer mi hogar allí. El Señor Jesús no sólo mora en nosotros, sino que también hace Su hogar en nuestros corazones, esto es, en nuestra mente, parte emotiva y voluntad. Esto nos permite ver en qué radica el error del cristianismo actual. Dios es predicado únicamente como un Dios objetivo, no como el Dios que mora en nosotros.
(
Cuatro elementos cruciales de la Biblia: Cristo, el Espíritu, la vida y la iglesia, Los, capítulo 2, por Witness Lee)