CONOCERNOS A NOSOTROS MISMOS
Cuando estamos en una pausa, habiendo pasado un ciclo de avivamiento, esto es, cuando no estamos satisfechos, obtenemos un conocimiento particular sobre nosotros mismos. Esto también es una ley. Durante el tiempo del avivamiento no nos vemos a nosotros mismos, porque todo el que se halla en un avivamiento es como una persona que se ha embriagado con vino. Logramos más claridad cuando entramos en un periodo de ser insatisfechos al final de un avivamiento. Cuando una persona está abatida, su ser generalmente está en calma. Es durante este tiempo de quietud que ella llega a entender con más claridad. Esto se cumple no sólo en asuntos espirituales. Este mismo principio también se aplica al ámbito físico. Cuando estamos entusiasmados, no vemos tan claramente la condición de las cosas. Tendemos a ser optimistas, y todo nos parece bien. Cuando pasa la excitación y nos calmamos, volvemos a la sobriedad y podemos ver las cosas con claridad. Vemos las ventajas y desventajas, los beneficios y el daño, lo correcto y lo incorrecto, y la ganancia y la pérdida.
Por ejemplo, cuando dos personas se hacen amigos, inicialmente no pueden ver con claridad cuál es la condición del uno ni del otro, porque están emocionados y se tratan con afecto. Cuando el calor de las emociones se apaga, y están en calma, ellos pueden ver las debilidades y los defectos del uno y del otro. Asimismo, durante el tiempo de un avivamiento, uno no tiene claridad respecto de sí mismo. Tal vez sienta que no tiene problemas y que todo lo relacionado con él está bien. Sólo cuando esté abatido, podrá ver algo muy particular relacionado con su condición. En otras palabras, cuando no estamos satisfechos, nuestra verdadera condición queda parcialmente descubierta. Como resultado, nos sentimos débiles o deficientes en cuanto al asunto que quedó al descubierto.
Mientras una persona está en un avivamiento, a menudo testifica, diciendo: “Me he entregado al Señor por completo; por Él estoy dispuesto a pagar cualquier precio. Todo mi ser —cada gota de mi sudor, cada onza de sangre, y cada célula de mi cuerpo— es para el Señor. Mi tiempo es para el Señor, y mi dinero también es para el Señor. Estoy dispuesto a entregarle mi todo a Él”. No debemos apresurarnos a dar tal testimonio. Podría ser que en seis meses el carácter de nuestra consagración haya cambiado. Tal vez ganemos doscientos mil dólares, y el Señor quiera que demos dos mil dólares para cubrir cierta necesidad. Puede ser que contemos los dos mil dólares una y otra vez, y finalmente sólo demos mil dólares porque sentimos dolor al dar. Entonces nos damos cuenta de que no podemos vencer al dinero fácilmente. Parece como si el Señor pudiese pedirnos cualquier cosa menos nuestro dinero.
Tal vez un hermano sea muy irritable y se enoja con rapidez. Luego, él es avivado y testifica en la reunión, diciendo: “¡Doy gracias al Señor! Él me ha liberado de mi mal genio. En las semanas pasadas me encontré en situaciones donde fui puesto a prueba, y en las cuales me habría enojado en extremo. Pero para mi sorpresa, no me enojé ni una sola vez. ¡Alabado sea el Señor! Mi mal genio ha desaparecido; pertenece al pasado y ha sido arrojado al océano. He sido liberado de mi enojo”. Este testimonio es verdadero, y también es falso. Puede compararse con la visión de un espejismo. Cuando una persona está jugando en el mar, es posible que vea una ciudad en el cielo con casas y calles. No podemos decir que no ve una ciudad, pero quienes saben de física entienden que éste es un fenómeno de la refracción de la luz, en la cual se refleja una ciudad distante que pareciera estar en el cielo. La ciudad parece real, pero no lo es. Una persona que es avivada puede ser comparada a una persona que ve un espejismo. Aunque este hermano ve algo, no hay realidad en lo que ve. Él ve que su enojo desapareció, pero cuando termine la atmósfera del avivamiento, y ya no sienta satisfacción, descubrirá que su mal genio es aún más difícil de erradicar de lo que había pensado. No puede vencer su mal genio, aunque él ama más al Señor. Esto lo confundirá.
Una persona se conoce mejor a sí misma cuando está abatida. Cuando una persona está abatida, sus debilidades y problemas se hacen manifiestos. Esto puede compararse con un arrecife que está cerca de la superficie del mar. Cuando la marea está alta, el arrecife queda sumergido en el agua y no es visible; pero en una marea baja el arrecife es visible. Cuando somos avivados, la marea alta del avivamiento cubre nuestras debilidades, y nuestra verdadera condición no es visible. Sin embargo, a medida que la marea alta del avivamiento se retira, nuestra verdadera condición aparecerá gradualmente, y nuestras debilidades se manifestarán con claridad. Si amamos el dinero, nuestro amor por el dinero se hará manifiesto. Si somos personas de mal genio, nuestro enojo se hará manifiesto. Esto es una ley. Tras un avivamiento, nuestra verdadera condición se hace manifiesta, y veremos nuestras debilidades.
(
Ley del avivamiento, La, capítulo 3, por Witness Lee)