Ley del avivamiento, La, por Witness Lee

LA VIDA CRISTIANA NORMAL NECESITA AVIVAMIENTOS PEQUEÑOS Y GRANDES

Si conocemos la ley del avivamiento, contactaremos al Señor tan pronto nos sintamos oprimidos. Cuando tengamos contacto con Él, nuestro ser interior se elevará y seremos avivados. Si caemos en la vejez, simplemente debemos tener contacto con el Señor otra vez. Una vez que tengamos contacto con Él, nos sentiremos refrescados y experimentaremos un avivamiento. Si tocáramos al Señor cuando nos sentimos hambrientos, cansados, agotados, en una condición de sequedad, de vejez o de muerte, siempre tendríamos un avivamiento. Tendríamos avivamientos grandes y avivamientos pequeños. Es más, experimentaríamos varios avivamientos en un solo día. Además, como resultado de experimentar estos avivamientos frecuentes, creceríamos rápidamente; avanzaríamos según la ley de vida.

En la esfera física hay cuatro estaciones en un año, las cuales forman un ciclo. Cada primavera representa un gran comienzo, un gran avivamiento. Un año tiene trescientos sesenta y cinco días, y cada día es un ciclo pequeño. Por esta razón, cada mañana es un pequeño comienzo, un pequeño avivamiento. Además, las tres comidas que ingerimos dentro de las veinticuatro horas de un día también denotan pequeños avivamientos. Además de estos avivamientos, dormir y descansar también representan pequeños avivamientos. Por medio de estos ciclos continuos de avivamientos pequeños y grandes, nuestra vida física puede subsistir, crecer y ser fortalecida.

Este mismo principio también se aplica a nuestra vida espiritual. También experimentamos avivamientos grandes y pequeños en nuestra vida espiritual. Por ejemplo, cuando fuimos salvos, fuimos resucitados de la muerte y recibimos la vida de Dios. Éste fue un gran avivamiento. Cuando renunciamos a nuestro pasado y nos entregamos al Señor, tuvimos otro gran avivamiento. A raíz de estos grandes avivamientos nos llenamos de gozo y sentimos que nos remontamos al cielo. Cuando después de cierto tiempo perdemos este sentir, es el momento de tener un avivamiento que nos liberará de llevar una vida según nuestros sentimientos para vivir por fe y que nos permitirá introducirnos más profundamente en el Señor. Éste es un gran avivamiento. Por consiguiente, un cristiano tiene al menos tres grandes avivamientos: la salvación, la consagración y la liberación de vivir según sus sentimientos para vivir por fe.

Además de los grandes avivamientos, también en nuestra vida diaria experimentamos muchos avivamientos pequeños. Por ejemplo, si una hermana recibe un telegrama acerca de que su madre está gravemente enferma, la hermana estará abatida. Pero si ella conoce la ley del avivamiento, se dará cuenta de que este sentir es una señal que le insta a contactar a Cristo, a contemplarlo, a experimentarlo y a ganar más de Él. Una vez que experimente a Cristo de esta manera, ella será animada. Éste es un pequeño avivamiento. Veamos otro ejemplo. Un hermano quizás se sienta herido debido a que un colega del trabajo le dijo algo sarcástico y se mofó de él. Este sentir es una señal que le dice que tenga contacto con Cristo, eche su carga sobre Él y le disfrute en medio de este incidente. Si el hermano experimenta así a Cristo, de inmediato tendrá un pequeño avivamiento. Podemos ser avivados al menos tres veces al día: en la mañana, en la tarde y en la noche.

Además de estas situaciones que se presentan en nuestro medio ambiente exterior, también hay situaciones que tienen que ver con nuestro corazón. Digamos que una hermana siempre tiene una dulce comunión con el Señor, pero una mañana algo bloquea la comunión, y su dulce sabor desaparece. Como resultado, ella se siente muy triste. Este sentir es una señal, que le dice que debe procurar un avivamiento. Este sentir también hará que ella vea una debilidad suya, la cual la llevará a conocer una virtud de Cristo. Nuestras debilidades dejan al descubierto lo que nos falta con respecto a Sus virtudes. Por esta razón, podemos disfrutar a Cristo según nuestras debilidades. Esto describe un avivamiento. Podemos experimentar tales avivamientos varias veces en un día.

(Ley del avivamiento, La, capítulo 4, por Witness Lee)