Ley del avivamiento, La, por Witness Lee

NO SEREMOS CONFINADOS SI CONOCEMOS LA RESURRECCIÓN

Aunque hemos gustado la dulzura del amor del Señor y experimentado Sus riquezas, estas experiencias son más bien superficiales y se hallan en la etapa inicial, la cual se halla en los primeros dos capítulos de El Cantar de los Cantares. Si permanecemos en esta etapa, un día el Señor nos llevará a percatarnos de que estamos confinados por un muro y no podemos movernos, y que Él es el Cristo que salta sobre los montes y brinca sobre los collados. Nosotros estamos inmóviles y sin vida, pero Él está en resurrección. Él no nos engañará. Nos muestra que hay montes y collados en la senda que nos ha asignado, pero éstos no son ningún problema para quienes están en resurrección, porque les es fácil saltar y brincar sobre los montes y collados. Si permanecemos en nuestros sentimientos, vendremos a ser como una débil doncella carente de espíritu y vida, que está confinada en una habitación. Por consiguiente, Él viene a llamarnos a salir de nuestro yo, a ir y andar con Él, lo cual es entrar en Su resurrección. Según nuestro sentir, todo es muerte, pero según Su sentir, el invierno ya ha pasado, la lluvia ha cesado y se fue, las flores están floreciendo y las aves están cantando. No es tiempo de estar acostados en la casa, sino de salir y movilizarnos.

Ésta fue la experiencia de Pablo cuando estuvo en prisión. Aunque su cuerpo estuviera confinado en la cárcel, él mismo estaba saltando sobre los montes y brincando sobre los collados. La cárcel no pudo oprimir a Pablo. Los libros de Efesios, Filipenses, Colosenses y 2 Timoteo revelan que él estaba saltando y brincando. Él no estaba oprimido ni abatido, diciendo: “Antes podía ir a Corinto y Asia, pero ahora no puedo moverme libremente. En el pasado yo era bien recibido y acogido, pero ahora todos me han vuelto la espalda”. Si Pablo hubiera tenido esta actitud, ciertamente habría estado en una cárcel y habría sido sepultado allí. Sin embargo, Pablo no estaba encarcelado; estaba en resurrección. Su espíritu no estaba atado a una prisión. Por esta razón, en Filipenses él pudo decir: “Asimismo gozaos y regocijaos también vosotros conmigo” (2:18). Fue capaz de escribir Efesios, Filipenses, Colosenses y 2 Timoteo, porque él no estaba en una “cárcel”.

Además, en la cárcel Pablo tuvo una búsqueda más profunda del Señor. Pablo dijo que él anhelaba “conocerle [a Cristo], y el poder de Su resurrección, y la comunión de Sus padecimientos, configurándome a Su muerte” (Fil. 3:10). Esto significa que Pablo permitió que su elemento humano fuese puesto a muerte para que el elemento de Dios pudiera ser generado mediante la muerte. Las epístolas que escribió mientras estuvo en prisión indican que el elemento de Pablo había sido puesto a muerte y que Cristo se expresaba por medio de Pablo. Por esto, en Filipenses 1:20-21 Pablo dijo: “Será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo”. Pablo pudo decir esto porque tenía una visión, una revelación, de la resurrección, no porque disfrutó la dulzura de Cristo como un manojito de mirra, un racimo de flores de alheña o un manzano. Estos versículos no tienen que ver con el disfrute, sino con el hecho de haber visto una visión. Pablo vio y conoció la resurrección de Cristo, y en esta resurrección él pudo soportar los sufrimientos que otros no podrían soportar. La cárcel no lo confinó; solamente aniquiló el elemento natural de Pablo y produjo en su interior el elemento de Cristo. Por lo tanto, cuanto más Pablo permanecía en la cárcel, tanto más era configurado a la muerte de Cristo, llevando en su cuerpo la muerte de Cristo.

Este mismo principio se aplica a nuestra experiencia personal y también a la iglesia. Las iglesias en todas las localidades no pueden esquivar este principio. Después de cierto período de tiempo vendrá un avivamiento, y luego después de otro período de tiempo vendrá una prueba. El Señor usa este ciclo a fin de llevarnos a una condición más elevada y más profunda, de modo que podamos conocerle y experimentarle más. Por la gracia del Señor, un día llegaremos a una etapa cuando otros dirán que nos estamos hundiendo, pero nosotros diremos: “No, sino que nos estamos levantando”, y otros dirán que es invierno, pero nosotros diremos: “No, ya pasó el invierno, las flores están floreciendo y las aves están cantando”. Esto indica que conocemos la resurrección. Esto no consiste meramente en disfrutar la dulzura del Señor, sino que, más aún, consiste en conocer Su resurrección. Cuando conocemos Su resurrección, seremos frescos, vivientes, fuertes y poderosos, y experimentaremos el poder de la resurrección de manera práctica.

(Ley del avivamiento, La, capítulo 5, por Witness Lee)