LO QUE EXPERIMENTAMOS EN CADA ETAPA ES CRISTO
Y SU MUERTE Y SU RESURRECCIÓN
Aunque en El Cantar de los Cantares se presentan seis etapas de la experiencia espiritual, la que busca al amado no experimenta una cosa en la primera etapa, otra cosa en la segunda etapa y otra cosa diferente en la tercera etapa, etc. Al contrario, la que busca al amado tiene toda clase de experiencias espirituales en la primera etapa, pero no las experimenta a un grado máximo. En principio, las experiencias que ella tiene en la segunda etapa son las mismas que tuvo en la primera etapa; sin embargo, el grado de plenitud que ella alcanza en su experiencia ha aumentado. En la tercera etapa ella experimenta las mismas cosas que experimentó en la etapa previa, pero la medida de esas experiencias ha aumentado. Esto continúa al atravesar la cuarta, quinta y sexta etapas. En principio, en cada etapa ella tiene las mismas experiencias que tuvo en la primera etapa. Aunque ella no experimenta nada nuevo en las diferentes etapas, las experiencias son nuevas, y la medida de dichas experiencia va en aumento.
En nuestra búsqueda espiritual no experimentamos diferentes cosas en las diferentes etapas. En el pasado delimitamos claramente las cuatro etapas de nuestra vida espiritual (véase La experiencia de vida). Sin embargo, en términos de nuestra experiencia, las etapas no están claramente definidas, porque lo que experimentamos en la primera etapa abarca casi todo lo que experimentaremos posteriormente. Nuestras experiencias futuras no difieren de nuestras experiencias iniciales; nuestras experiencias únicamente se vuelven más profundas, más elevadas, más poderosas y más enriquecedoras. Esto puede compararse con el proceso de teñir un trozo de tela. En el comienzo de dicho proceso, el color de la tela es muy claro, pero con cada aplicación el color se hace más fuerte hasta que alcanza el tono más marcado. Nuestra experiencia espiritual es similar a este proceso.
En términos de la revelación, en cada etapa experimentamos a Cristo. En términos de la aplicación, experimentamos Su muerte y Su resurrección. Por lo tanto, todas nuestras experiencias espirituales corresponden a Cristo y Su muerte y Su resurrección. Incluso un nuevo creyente experimenta a Cristo y Su muerte y Su resurrección. Una persona cree y es bautizada debido a que ella conoce a Cristo y ha experimentado la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo. Ésta es nuestra experiencia al comienzo de nuestra vida cristiana, y seguirá siendo nuestra experiencia por el resto de nuestras vidas a medida que avanzamos de una etapa a otra. Según El Cantar de los Cantares, el Cristo que conocemos en la primera etapa es la misma persona que seguimos conociendo en las últimas etapas, y la muerte y la resurrección que experimentamos en la primera etapa son las mismas que experimentaremos en las últimas etapas. La única diferencia consiste en que nuestras experiencias gradualmente se vuelven más profundas y más ricas.
(Ley del avivamiento, La, capítulo 1, por Witness Lee)