Ley del avivamiento, La, por Witness Lee

UNA VISIÓN ADICIONAL DE LA RESURRECCIÓN

Aunque su amado la llama, ella permanece en sí misma. Ella dice: “Mi amado es mío, y yo soy suya; / él apacienta su rebaño entre los lirios” (v. 16). Ella no ha olvidado que el amado es su disfrute; ella no puede dejar de pensar en el disfrute. Podemos aplicar este cuadro a nuestra situación. Muchos santos están sumidos en la vejez y en la muerte porque llevan mucho tiempo viviendo según sus emociones, pero no están dispuestos a salirse de sus emociones. Algunos dicen: “Nuestra situación era mejor cinco años atrás, cuando era tan dulce orar y tener comunión con los hermanos, pero ya no es así. El sentimiento de dulzura ya no es prevaleciente”. Esto muestra que no estamos dispuestos a cortar con el pasado. Tales sentimientos están en el yo y están basados en nuestras emociones.

Albergar esos pensamientos no es útil. Si permanecemos en el pasado, también perderemos la presencia del Señor, pues Él no puede permanecer en el pasado. Así pues, las experiencias de la primera etapa de El Cantar de los Cantares no son útiles en la segunda etapa. Lo que ve la que busca al amado en el comienzo de la segunda etapa es algo que no se encuentra en su yo, ni en sus sentimientos y tampoco en su imaginación. Ella ve una visión que se halla fuera del yo: “He aquí, él viene, / saltando sobre los montes, / brincando sobre los collados. / Mi amado es semejante a la gacela o al cervatillo” (vs. 8-9). Esta visión muestra que el Señor quiere que dejemos de vivir según nuestras emociones, esto es, que dejemos de interesarnos por nuestro disfrute, satisfacción y reposo. Debemos romper con estas cosas y ver que el Señor está en resurrección. Si vemos esto, habremos dado otro paso y conoceremos la resurrección del Señor.

No es nada fácil que quienes viven en las experiencias de la primera etapa sean liberados de sus sentimientos. En la segunda etapa, el amado le da a la que lo busca una visión de sí mismo como un cervatillo que salta sobre los montes y brinca sobre los collados, y también la llama a que se levante y vaya con él (vs. 8-13). No obstante, ella está inmersa en los sentimientos de sus antiguas experiencias (v. 16). Como resultado, el amado se va. En 3:1 ella está en su lecho inmersa en su disfrute espiritual, pero no puede hallar a su amado. Por lo tanto, ella se ve forzada a dejar el lugar de su disfrute para irse por las calles a buscarlo a él (v. 2). Primero no puede hallarle, pero más tarde él se le aparece, y ella se ase a él y lo arrastra al disfrute de ella (v. 4). Así que, no es fácil deshacernos de esta manera de vivir para nuestro disfrute.

Es posible permanecer en la etapa de vivir conforme a nuestros sentimientos por largo tiempo. Tal vez algunos de nosotros experimenten algo nuevo y tengan un nuevo avivamiento. Sin embargo, me preocupa que aquellos que son avivados repitan el error de asirse al Señor y obligarle a permanecer en las experiencias que tuvieron en el pasado. El período de silencio, descrito en el versículo 5, es muy largo. La que busca a su amado permanece ahí por mucho tiempo. En otras palabras, ella vuelve a vivir según sus emociones. Su condición cambia al comienzo de la tercera etapa, que ocurre después de este largo período de silencio. En la tercera etapa ella es semejante a una columna de humo, elevada y trascendente (v. 6). Ella también es el palanquín de Salomón (v. 9), lo cual significa que es capaz de moverse. Así pues, en la tercera etapa somos liberados de vivir según nuestro disfrute y nos hallamos en el mover del Señor. Experimentamos este cambio después de obtener un conocimiento adicional de la resurrección.

(Ley del avivamiento, La, capítulo 2, por Witness Lee)