Ley del avivamiento, La, por Witness Lee

NO DEBEMOS MANTENERNOS DÉBILES NI OPRIMIDOS

En la era neotestamentaria Cristo lo es todo para nosotros. Si estamos abatidos, Él está en ascensión; si estamos en una condición de muerte, Él es la resurrección; si somos débiles, Él es fuerte; y si nos hallamos en tinieblas, Él es luz. Cada debilidad que poseemos nos deja ver una virtud de Cristo en particular. Él puede satisfacer la necesidad en cada debilidad. Por esta razón, como cristianos que somos, no tenemos por qué sentirnos miserables constantemente. Debemos regocijarnos cuando nos sentimos miserables. Tampoco tenemos ninguna razón para estar débiles por mucho tiempo; debemos ser poderosos cuando somos débiles. Hablando en sentido figurado, no tenemos razón para padecer hambre continuamente. Si hubiese una hambruna que redundara en una escasez de alimento, tendríamos razón de estar hambrientos. Pero tenemos una abundancia de alimento; el Cristo resucitado mora en nosotros para satisfacer cada una de nuestras necesidades. Por consiguiente, ya no debemos tener hambre. No hay ninguna razón para suspirar y lamentarse, porque podemos comer si tenemos hambre.

No tenemos razón de sentirnos como muertos en las reuniones, porque cuando estamos en una condición de muerte, entonces somos vivificados. Pablo dijo que cuando él era débil, entonces era poderoso. Ser débil incluye una sensación de miseria, opresión, agobio, muerte, de estar cerrado y en tinieblas, y de toda otra condición negativa. De igual manera, ser poderoso incluye sentirse gozoso, radiante, animado, liberado, viviente, abierto y toda otra condición positiva. Por esta razón, el principio rector de “cuando soy débil, entonces soy poderoso” puede aplicarse a todas nuestras situaciones.

En el pasado explicamos la manera de vivir por fe, de disfrutar las riquezas de Cristo, de comer, beber y disfrutar a Dios, y de tener comunión con el Señor y vivir en esta comunión, pero desatendimos el tema de la ley del avivamiento. El Señor ahora nos está guiando para que veamos que un vivir espiritual adecuado involucra la ley del avivamiento, el ciclo del avivamiento. Cuanto más avivados seamos, más seremos refrescados, vivientes, fuertes, abiertos y maduros.

(Ley del avivamiento, La, capítulo 4, por Witness Lee)