Estudio-vida de 1 Corintios, por Witness Lee

CRISTO Y ESTE CRUCIFICADO

Cuando Pablo habla de una misma cosa se refiere a Cristo y éste crucificado. Por consiguiente, hablar una misma cosa significa que todos hablamos de Cristo y éste crucificado. Por experiencia puedo testificar que aunque la historia enseña que los chinos no pueden ser verdaderamente uno con los japoneses, ni los alemanes con los franceses, he visto una verdadera unidad entre los creyentes de estas nacionalidades. Es hermoso ver la unidad genuina entre los creyentes chinos y japoneses y también entre los creyentes alemanes y franceses. Esta unidad es posible únicamente cuando tomamos a Cristo como nuestro único centro y como nuestra única porción. Como tal, Cristo está en todos los santos (Col.1:27) e inclusive llega a ser todos ellos (Col. 3:11). Muchos cristianos están divididos porque adoptan muchas cosas que no son Cristo, pero nosotros somos uno porque sólo lo tenemos a El.

Los cristianos están divididos porque se preocupan por muchas cosas que no son Cristo. Por ejemplo, algunos argumentan acerca del nombre en que deberíamos bautizar a los creyentes. Para nosotros, sin embargo, el Cristo que todo lo incluye debe ser nuestro centro y nuestro único deleite. Mientras que la gente tenga una fe viva en Cristo Jesús, el hecho de que se bauticen en el nombre del Señor Jesús o en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, no importa.

Puesto que el Señor nos ha levantado para que llevemos adelante Su recobro, nosotros centramos nuestra atención en Cristo y no en las prácticas. Hemos dejado todo lo demás para volvernos a la persona del Señor. Esto ha causado que algunos esparzan rumores acerca de nosotros y nos critiquen. Por ejemplo, en 1968 algunos hermanos y hermanas se dieron cuenta de que habían envejecido espiritualmente y decidieron sepultarse en las aguas del bautismo. Más tarde, los opositores esparcieron rumores de que enseñábamos que había que volverse a bautizar, y nos citaban las palabras de Pablo en Efesios 4 donde dice que hay un solo bautismo para apoyar su oposición. Sin embargo, la singularidad del bautismo se refiere a su naturaleza o género, y no a la práctica de bautizar a un creyente una sola vez. Nosotros ni enseñamos ni practicamos que hay que volverse a bautizar. Esto es un hecho. Si algunos creyentes reconocen que se han envejecido y quieren ser sepultados, nadie debe censurarlos por ello.

Otros nos han criticado porque invocamos el nombre del Señor Jesús. Algunos incluso dijeron que esto es una mantra y que se parece al canto monótono de los orientales.

En el pasado algunos fueron distraídos por lo que consideraban una mejor manera de reunirse. Pero nuestro centro no es ningún método, sino Cristo mismo. Si alguien viene a usted con el propósito de criticar la manera en que nos reunimos y le propone otra, usted debe contestar: “No me interesa hablar de eso. Yo sólo conozco a Cristo, y éste crucificado”. Hablar de lo que no es Cristo, así sean las reuniones de la iglesia, puede ser una trampa. En el recobro del Señor nuestra única elección y preferencia es el Cristo crucificado. La mejor manera de hacer callar las lenguas chismosas es no contestar cuando alguien intenta desviarle de Cristo. Supongamos que un hermano viene a usted y le dice: “¿Qué le parecieron las reuniones de la semana pasada?” Usted debería contestar: “No me interesan las reuniones, lo único que me interesa es Cristo”. Sin embargo, si usted empieza a hablar de las reuniones, dará lugar al chisme y a la crítica.

Hay muchos cristianos que nunca hablan de Cristo. En su conversación, se preocupan por muchas otras cosas. Pero en las iglesias locales todos debemos hablar del Cristo crucificado. No hable de lo elevado o deplorable que son las reuniones, ni comente tocante a lo positivo o negativo de la iglesia. Tampoco hable de lo bien o mal que están los ancianos, ni de su competencia o incompetencia. Nuestra actitud debería manifestar que lo único que nos interesa es Cristo, la iglesia de Dios en cualquier lugar y el recobro del Señor. La meta de Dios en Su recobro consiste en recuperar a Cristo como el todo para nosotros.

Durante los más de cincuenta años que llevo en la vida de iglesia, he observado que muchos santos en diferentes países y ciudades todavía no han sido totalmente rescatados de la degradación del cristianismo. Algunos de los queridos santos que están el recobro del Señor incluso hablan conforme a la costumbre del cristianismo. En lugar de hablar de Cristo y éste crucificado, hablan de las reuniones, los ancianos y los santos. Cuando otros quieran conversar con usted de estos temas debe decirles: “Mi corazón no está puesto en esas cosas. Mi única preferencia es Cristo. El es lo único que me preocupa y no la condición de la iglesia o las reuniones”.

(Estudio-vida de 1 Corintios, capítulo 6, por Witness Lee)