DEBILIDAD, TEMOR Y TEMBLOR
En el versículo 3 Pablo añade: “Y estuve entre vosotros con debilidad, y temor y mucho temblor”. La debilidad se refiere a la debilidad física del apóstol, la cual tal vez se debía a los sufrimientos físicos que experimentó al ser perseguido por causa del evangelio. El no se exhibía como un hombre físicamente fuerte mientras estaba entre los griegos, los cuales procuraban ser fuertes no sólo psicológicamente en sus filosofías, sino también físicamente en sus ejercicios gimnásticos.
Pablo le recuerda a los corintios que él estuvo con ellos con temor y mucho temblor. El temor es el sentimiento interior; el temblor es la manifestación exterior. Interiormente, el apóstol temía pasar por alto a Cristo al ejercer su ministerio entre los griegos, quienes buscaban sabiduría; y exteriormente, temblaba, temiendo ser afectado por la aspiración prevaleciente que ellos tenían de obtener más sabiduría. Este temor y este temblor lo llevaron a mantenerse fiel y firme, conforme a la visión celestial, en el ministerio que Dios le había asignado, evitando así toda desviación. Los judíos religiosos estaban orgullosos de su religión tradicional, y los griegos filosóficos eran arrogantes en su sabiduría mundana. Al ministrar a Cristo a ambos, el apóstol estaba con temor y mucho temblor. ¡Qué contraste tan grande había entre él y ellos!
Pablo comprendió que era difícil proclamar a Cristo a personas filosóficas, pues es fácil caer en la trampa de la filosofía o ser tentado a tratar de subyugar intelectualmente a otra persona. Al hablar a otros acerca de Cristo es mejor olvidar qué clase de personas son y sencillamente proclamarles el testimonio de Cristo. Al igual que Pablo, debemos estar en temor y temblor no sea que pasemos por alto a Cristo al hablarle a personas filosóficas.
(Estudio-vida de 1 Corintios, capítulo 15, por Witness Lee)