VER A CRISTO COMO EL UNICO CENTRO
Lo que determina si una iglesia local es auténtica no es su condición. No piense que si una iglesia es saludable, eso la constituye la iglesia, pero que deja de serlo si su condición se deteriora. Un hermano no deja de ser quien es sólo porque en su condición él sea fuerte o débil, sano o enfermo. Del mismo modo, aun cuando la condición de la iglesia sea deplorable y degradada, sigue siendo la iglesia. Si en el recobro del Señor vemos la iglesia de esta manera y lo único que nos preocupa es Cristo como nuestro único centro, no habrá ninguna división.
Si una persona puede abandonar el recobro, esto significa que nunca lo conoció. Si usted puede irse de la vida de iglesia, esto demuestra que nunca vio la iglesia. Si la iglesia es adecuada o inadecuada, sana o enferma, si está viva o muerta, ella sigue siendo la iglesia. Si tenemos esta comprensión, esto indica que hemos visto que Cristo es el único centro de Dios.
Si como cristiano usted hubiera vivido en Corinto, ¿se habría reunido con la iglesia allí? Creo que la mayoría de nosotros, molestos por una iglesia tan confusa y dividida, habríamos preferido mudarnos a otra localidad para llevar la vida de iglesia. Esta actitud no parece facciosa, pero lo es. Sin importar la condición de nuestra iglesia local, no debemos hacer nuestra elección, tener nuestra preferencia ni buscar una oportunidad para nuestro bien. Por el contrario, debemos dejar que el Espíritu sople con libertad. Actualmente estamos en determinada localidad porque Dios así lo ha dispuesto. No debemos mudarnos a otra ciudad según nuestra preferencia. Pero si el viento nos lleva a otra ciudad, podemos deducir que esta es la voluntad de Dios y no nuestra elección o preferencia.
Usted está ahora en el recobro del Señor; sin embargo, no dé por sentado que siempre estará a salvo aquí y que nunca causará ninguna división. El estar a salvo en el recobro y protegido de la división depende de la visión que hemos recibido. Si ya vimos que Cristo es el único centro, estaremos a salvo y permaneceremos en la vida de iglesia cualquiera que sea la condición del recobro. Tendremos la seguridad de que estamos en el recobro del Señor.
Cada vez que visitamos otra localidad o tenemos comunión con los santos de otra ciudad, somos tentados a indagar sobre la condición de aquella iglesia. Esta indagación da lugar a muchas cosas negativas. Debemos aprender a ocuparnos de Cristo y no tener curiosidad en cuanto a la condición de las iglesias de otras partes.
En 1942 se suscitó un gran tumulto en Shanghai, provocado principalmente por los que se oponían al hermano Nee. El tumulto se esparció a otros lugares. En aquel tiempo, yo me encontraba en Chefú, en el norte de China. Los hermanos que llevaban la delantera en ese lugar tomaron la firme decisión delante del Señor de que a todo aquel que viniese de Shanghai se le prohibiese hablar de la situación que prevalecía en la iglesia de esa localidad. Dijimos: “No hablen de la iglesia de Shanghai. Aquí somos la iglesia en Chefú. Hablemos del Señor Jesucristo y de la iglesia de aquí”. Esto evitó que Chefú se involucrara en aquel tumulto.
Es vital que todos aprendamos la clave de no saber nada sino a Cristo y éste crucificado. No obstante, es bastante difícil llevarlo a la experiencia. Pero aunque no sea fácil debemos aprender a hablar una misma cosa: Cristo y éste crucificado.
(Estudio-vida de 1 Corintios, capítulo 6, por Witness Lee)