EL CRISTO CRUCIFICADO
No es fácil entender los primeros dos capítulos de 1 Corintios. Uno puede leerlos muchas veces sin entender lo que quiere decir Pablo. Es posible que muchos versículos nos llamen la atención y aún así no entendamos la idea principal que Pablo presenta. En estos capítulos, el punto principal es el siguiente: Pablo se esforzaba en su espíritu por hacer que los creyentes filosóficos y distraídos volvieran a Cristo. De ahí que en estos capítulos él no da énfasis al Cristo resucitado ni al Cristo ascendido, sino al Cristo crucificado. En 2:2 él dice: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”. Pablo anunció a los corintios un Cristo crucificado, un Cristo que había sido inmolado.
Como dijimos anteriormente, la mejor manera de solucionar los problemas es eliminando a todos los involucrados. El método humano consiste en negociar, pero Dios no negocia; El nos mata. Cuando se le da muerte a todos los involucrados, se produce el silencio. La mejor manera de que haya silencio y simplicidad es tener al Cristo que fue crucificado. Pablo parece decir a los corintios: “El Cristo de quien os testifiqué fue crucificado. Cuando fui a vosotros por primera vez, os prediqué al Cristo crucificado, al Cristo cuya vida en la tierra terminó con muerte por medio de la crucifixión”.
La crucifixión de Cristo tiene muchas implicaciones. Implica que El fue menospreciado, rechazado y derrotado. Nadie puede ser crucificado si antes no se le rechaza y se le vence. Mediante la crucifixión, Cristo sufrió el rechazo de los hombres. El pudo haber evitado la crucifixión, pero no lo hizo. A El se le crucificó porque estuvo dispuesto a ser inmolado. La crucifixión de Cristo hizo callar al universo entero y simplificó su complejidad.
Pablo, en lo profundo de su espíritu, anhelaba que los distraídos y filosóficos lo cristianos de Corinto conocieran al Cristo crucificado. Entre los santos predominaban la confusión y los problemas. Se oían muchas voces que hablaban diferentes cosas, tales como: “Yo soy de Apolos”, “Yo soy de Cefas”, “Yo soy de Pablo”, “Yo soy de Cristo”. ¿Qué podía hacer callar todas estas voces? Pablo sabía que sólo un Cristo crucificado podría lograrlo. Así que sentía en su espíritu la carga de que los creyentes volvieran al Cristo que él les había predicado y de quien les había testificado. Pablo parecía decirles: “El Cristo que les prediqué era un Cristo callado, un Cristo dispuesto a ser crucificado sin expresar una sola palabra. El estuvo dispuesto a ser menospreciado, rechazado e inmolado. Este es el Cristo que les ministré cuando fui a ustedes. Ahora quiero que sepan que este Cristo es el poder de Dios. Lo único que puede salvarlos es un Cristo crucificado. El poder salvador de Dios no es un Cristo fuerte, sino un Cristo crucificado; no es un Cristo que pelea, sino un Cristo vencido”. Quisiera reiterar que, en su espíritu, Pablo anhelaba que los cristianos filosóficos y contenciosos volvieran a la simplicidad y al silencio del Cristo crucificado.
Pablo dijo en 1:17 que él predicó el evangelio “no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo”. En este versículo, la expresión sabiduría de palabras se refiere a teorías filosóficas. En 2:1 Pablo dice: “Y yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui anunciándoos el misterio de Dios con excelencia de palabras o con sabiduría”. El término griego traducido con excelencia literalmente quiere decir conforme a la elevación o superioridad. Cuando Pablo llegó a Corinto, para anunciar el testimonio de Dios, no fue con la intención de exhibir una elocuencia excelente y superior ni una sabiduría filosófica. Al contrario, él evitó las teorías filosóficas y la elocuencia y predicó la simple palabra de la cruz. La palabra de la cruz es simple, y no tiene nada que ver con la excelencia de palabras.
Cuando Pablo ministró a Cristo a los corintios, no ejercitó la sabiduría filosófica, pues se dio cuenta que los corintios eran un pueblo filosófico, un pueblo que había nacido en un ambiente filosófico y que había crecido bajo esa influencia. La meta de Pablo consistía en liberar a los corintios de la filosofía en la cual habían nacido. Pablo parecía decirles: “Ustedes nacieron en un ambiente filosófico y de sabiduría mundana. Pero yo no vine a ustedes con filosofía, sino con Cristo y la cruz. No prediqué a Cristo según la excelencia de las teorías filosóficas de ustedes. Al contrario, se los prediqué de una manera sencilla, diciéndoles que El había sido crucificado. Cristo estuvo dispuesto a ser menospreciado y rechazado. Aceptó el rechazo del hombre; fue arrestado, no se resistió cuando lo colocaron en la cruz, no combatió. Permaneció en silencio porque estaba dispuesto a ser crucificado. Este es el Cristo que les prediqué”.
La predicación de Pablo era completamente contraria al principio de la filosofía griega. Conforme a dicha filosofía, el que Pablo predicara al Cristo crucificado no era ni lógico ni filosófico. Pablo parecía decir a los corintios: “Aunque mi predicación no fue según la filosofía ni la sabiduría mundana, ustedes aceptaron mi predicación y mi testimonio, y fueron enriquecidos en Cristo en toda expresión y en todo conocimiento, y por gracia recibieron los dones iniciales: la vida divina y el Espíritu Santo. Sin embargo, ustedes no han vivido conforme a lo que recibieron del Señor. No han desarrollado los dones iniciales que recibieron, de modo que crezcan y maduren. Ustedes han permanecido en la infancia; siguen siendo bebés en Cristo. Ahora tengo la carga de volverles al Cristo crucificado y a los dones iniciales. Deben olvidar su cultura, sabiduría y filosofía griegas y regresar a Cristo y a éste crucificado”. Este era el espíritu que había en Pablo mientras escribía los dos primeros capítulos de 1 Corintios. Con este espíritu, Pablo dirigía a los creyentes al Cristo crucificado y les comunicaba la palabra de la cruz. Les decía que el Cristo crucificado es el poder de Dios para salvarnos y la sabiduría de Dios para cumplir Su plan.
En este mensaje examinaremos 1:18-25. Para entender estos versículos es necesario tener la debida compresión de los diecisiete versículos anteriores. Los versículos del 1 al 9 constituyen la introducción de esta epístola. En esa sección, Pablo habla de los dones iniciales y de la participación que tenemos de Cristo. En los versículos del 10 al 17 Pablo muestra que Cristo no está dividido y ruega a los santos por el nombre de nuestro Señor Jesucristo que hablen todos una misma cosa, es decir, Cristo y la cruz, y que estén unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer. Luego, en los versículos del 18 al 25, muestra que el Cristo crucificado es el poder de Dios y la sabiduría de Dios.
(
Estudio-vida de 1 Corintios, capítulo 7, por Witness Lee)