Estudio-vida de Colosenses, por Witness Lee

EL CORAZÓN Y LA MENTE

En este versículo Pablo menciona dos órganos cruciales de nuestro ser interior: el corazón y la mente. (La palabra “entendimiento” está relacionada con la mente). Una vez que nuestro corazón es afectado, se enfría y se vuelve disidente, es fácil que nuestra mente se distraiga y sea atacada por el enemigo. Cuando esto sucede, nuestra mente no es capaz de entender un mensaje que trate sobre Cristo y la economía de Dios.

Los problemas de nuestro corazón son a menudo la causa de los problemas mentales. Cuando la mente de una persona está bajo el continuo ataque del enemigo, esto indica que hay algún problema en su corazón. Cuando algo anda mal en nuestro corazón, fácilmente nuestra mente cae en tinieblas o queda expuesta a los ataques. Éste es un principio importante. La mayoría de los casos de enfermedades mentales provienen de los problemas que existen al nivel del corazón. Hace más de cuarenta años, el director de un importante hospital de siquiatría me dijo que, según su experiencia y observación, los problemas mentales se debían a problemas relacionados con la avaricia y la lujuria. Éstos son problemas del corazón. La avaricia ocasiona problemas en los corazones de algunos, mientras que la lujuria es causa de problemas en los corazones de otros. Estos problemas hacen que la mente quede expuesta a los ataques. A través de los años, hemos aprendido por experiencia que las enfermedades mentales proceden de problemas en el corazón. La mente es atacada porque el corazón no es recto. Quizás alguien tenga cierta ambición o deseo en su corazón. Mientras él no logre satisfacer dicha ambición o deseo y persista en ello, su mente quedará expuesta a los ataques del enemigo.

Sin lugar a dudas, Pablo estaba consciente de esto; él sabía que era crucial que los corazones de los colosenses fueran consolados y entrelazados en amor. Si los corazones de los santos recibieran la debida atención, ellos tendrían las riquezas de la plena certidumbre de entendimiento. Sus mentes volverían a funcionar normalmente y ellos entenderían las cosas espirituales. Cuando nuestro corazón es consolado, nuestra mente funciona bien, pero si tenemos algún problema en nuestro corazón, también lo tendremos en nuestra mente, ya que el corazón regula la mente. Por tanto, la condición del corazón es la que determina si la mente es normal o anormal.

La forma en que nos relacionamos con los demás santos en la vida de iglesia pone a prueba lo que hay en nuestro corazón. Si ciertas ambiciones, deseos y metas invaden nuestro corazón, nuestra mente no será normal y nos causará problemas con los demás. Por ejemplo, si mi mente es atacada debido a cierto problema que reside en mi corazón, me puede disgustar mucho si un hermano no sonríe cuando me saluda. Me puede molestar aún más si el mismo hermano invita a otro a almorzar, y no me invita a mí. El enojo que siento no es causado por mi mal genio, sino por un problema del corazón. En mi corazón, tal vez desee respeto, honor y reconocimiento. Esto quizás me haga sentir que los demás deberían mostrarme respecto, saludándome con mucha cordialidad. Pero si no tengo ningún problema en mi corazón, no me molestará si un hermano no me saluda o si no me tiene en cuenta en una actividad particular. Si nuestro corazón es recto, seremos felices en la vida de iglesia, no importa cómo los demás nos traten. Pero si hay algún problema en nuestro corazón, nos disgustaremos con la iglesia. Éste es un asunto muy serio.

(Estudio-vida de Colosenses, capítulo 17, por Witness Lee)