Estudio-vida de Colosenses, por Witness Lee

II. LA ACCIÓN DE GRACIAS DEL APÓSTOL

A. Al Padre

En Colosenses 1:12-14 tenemos la acción de gracias por parte de Pablo. En su oración, Pablo dio gracias al Padre, quien es el origen y la fuente de toda bendición, y al hacerlo, nos llevó al tema de su epístola: el Cristo todo-inclusivo.

B. Por hacernos aptos para participar de la porción de los santos en la luz

Pablo, a diferencia de muchos cristianos de hoy, no dio gracias por asuntos tales como la sanidad, la salud, la vivienda, la vida familiar ni el trabajo; en lugar de ello, dio gracias al Padre por hacernos aptos “para participar de la porción de los santos en la luz”. Ya que el libro de Colosenses se centra en Cristo, quien es la Cabeza del Cuerpo, “la porción de los santos” debe de referirse al Cristo todo-inclusivo, quien es dado a los santos para que lo disfruten. El Padre no nos ha hecho aptos para heredar una mansión celestial, sino para participar del Cristo que es la porción inagotable de los santos. Podemos declarar con denuedo que Cristo es nuestra porción completa.

En este versículo, la palabra griega traducida “porción” corresponde a la palabra hebrea que denota la repartición de la buena tierra. Después de que los hijos de Israel entraron en la tierra de Canaán, cada una de las tribus recibió una porción de dicha tierra. Por supuesto, nuestra porción hoy no es un lote físico en la tierra de Palestina, sino el Cristo todo-inclusivo. ¡Cuánto debemos agradecer al Padre por habernos concedido al Cristo que es nuestra porción divina!

A cada una de las tribus le fue asignada una porción de la buena tierra, y los miembros de cada tribu recibieron una parte de dicha porción. Bajo el mismo principio, todos tenemos parte en la porción de los santos, lo cual significa que todos tenemos una porción en Cristo.

En el versículo 12 Pablo hace notar que participamos de la porción de los santos en la luz. La luz aquí contrasta con las tinieblas que se mencionan en el versículo siguiente. Cuando nos hallábamos bajo la autoridad de Satanás, ciertamente estábamos en tinieblas. Pero ahora estamos en el reino de Cristo, disfrutándole en la luz.

C. Por librarnos de la potestad de las tinieblas y trasladarnos al reino del Hijo de Su amor

El versículo 13 explica y define la manera en que el Padre nos hizo aptos para participar de la porción de los santos. Este versículo dice que el Padre “nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino del Hijo de Su amor”. Era necesario que Él nos librara de la potestad de las tinieblas, es decir, del reino de Satanás (Mt. 12:26), y nos trasladara al reino del Hijo de Su amor, para que Cristo fuera la Cabeza del Cuerpo, y para que nosotros, Sus creyentes, fuéramos los miembros de Su Cuerpo. Esto tenía como fin hacernos aptos para participar de Cristo como nuestra porción.

Si todavía siguiéramos bajo la potestad de las tinieblas, no seríamos aptos para participar de Cristo. No obstante, el Padre nos libró de la potestad de las tinieblas. ¡Alabémosle porque ya no estamos en el reino satánico! Lo primero que Dios hizo para hacernos aptos a fin de que participáramos de Cristo, fue librarnos de la potestad de las tinieblas.

En segundo lugar, Él nos trasladó al reino del Hijo de Su amor. Así que, hemos experimentado una liberación y un traslado. Debido a que Satanás es tinieblas y Cristo, el Hijo de Dios, es luz, el reino de Satanás es la potestad de las tinieblas, y el reino del Hijo de Dios es el reino de la luz. Por consiguiente, al ser librados del reino de Satanás y trasladados al reino de Cristo, fuimos hechos aptos para participar de la porción de los santos.

D. Por la redención, el perdón de pecados

En el versículo 14, Pablo añade: “En quien tenemos redención, el perdón de pecados”. La liberación mencionada en el versículo 13 resuelve el problema de la potestad que Satanás tenía sobre nosotros, al destruir su poder maligno, mientras que la redención mencionada en este versículo resuelve el problema de nuestros pecados, al cumplir el justo requisito de Dios. El perdón de pecados es la redención que tenemos en Cristo. La muerte de Cristo efectuó la redención a fin de concedernos el perdón de nuestros pecados.

En Cristo, quien es el Hijo del amor de Dios, tenemos redención y perdón. Cuando creímos en Cristo como nuestro Redentor, en ese mismo instante, Dios nos libró de la potestad de las tinieblas y nos trasladó al reino de la luz. Ahora, estando en la luz, somos aptos para participar de la porción de los santos, lo cual significa que podemos disfrutar a Cristo mismo. Debido a que el ser hechos aptos es un hecho consumado, no necesitamos orar al respecto. Antes bien, al igual que Pablo, simplemente debemos dar gracias al Padre por ello. No obstante, sí necesitamos orar para conocer la voluntad de Dios y poder andar como es digno del Señor, agradándole en todo. Ahora que estamos en el reino del Hijo del amor de Dios, disfrutándole en la luz, debemos proseguir para conocerle plenamente y andar como es digno de Él.

El tema de Colosenses es el Cristo todo-inclusivo, es decir, el Cristo que lo es todo para nosotros. Cada día podemos disfrutar a este Cristo como nuestra porción.

(Estudio-vida de Colosenses, capítulo 3, por Witness Lee)