EL EJERCICIO Y APRENDIZAJE NECESARIO
PARA SOPORTAR LOS SUFRIMIENTOS
Otra cosa que todos los servidores de Dios deben aprender es ejercitarse para soportar los sufrimientos. Esto es también un elemento muy necesario en el carácter del cristiano. Esto no significa que debamos crearnos o buscarnos sufrimientos; más bien, significa que debemos aprender a sufrir. ¿Qué es un sufrimiento? Todo lo que no sea conforme a nuestros deseos es un sufrimiento para nosotros. Al igual que todos los del norte de China, yo crecí alimentándome con comida hecha a base de trigo y raras veces comía arroz. En el otoño de 1934, me invitaron a laborar en Ping-Yang, Wenchow, donde era imposible comprar —ni siquiera con oro— el auténtico pan norteño hecho al vapor. En aquel entonces tuve indigestión debido a una úlcera estomacal muy seria. Esta clase de enfermedad es muy sensible al clima del otoño. Después que llegué a Ping-Yang, los santos me servían arroz todos los días. Lo extraño es que el arroz que los sureños cocinaban era seco y duro, no como el arroz de los norteños que es más pegajoso. Aun antes que comiera el arroz, me asustaba simplemente con mirarlo, y me preguntaba cómo iba a poder digerirlo. En ese tiempo daba mensajes dos o tres veces al día, además de las reuniones de servicio. Finalmente me dio indigestión debido al arroz medio crudo que comía, y mi cuerpo se debilitó.
Cuando los santos se dieron cuenta de esto, se esforzaron mucho para encontrar a alguien que me preparara pan al vapor. Para entonces yo había estado comiendo pan al vapor por treinta años, así que el primer día que vi la superficie lisa y brillante del pan que me trajeron, sabía que por dentro todavía estaba crudo y que no tenía suficiente levadura. No me atreví a decir nada porque no habría sido apropiado. Cuando los santos me servían el pan, yo me lo comía. Ellos decían que ese pan era el mejor pan de la ciudad porque era hecho por la única persona que sabía cómo hacer esa clase de pan. Simplemente tenía que comerlo. Eso es lo que significa sufrir.
Al hermano Watchman Nee también le pasó algo semejante. Él era sureño. Empezó a laborar para el Señor en 1921 cuando apenas tenía unos veinte años. Una vez lo invitaron a laborar en Hsuchow, en la provincia de Anhwei, al norte del río Yangtze. Los norteños no tenían camas comunes y corrientes, sino que dormían en camas de ladrillo calentadas por debajo con fuego. A fin de proveerle hospitalidad al hermano Nee, los santos pidieron prestada una cama que tenía una estructura con tiras de metal sin nada más que una sábana encima. Ellos le dijeron al hermano Nee: “Pedimos esta cama prestada especialmente para usted”. Así que el hermano Nee tuvo que dormir en una cama de tiras metálicas, algo que nunca antes había experimentado.
Cuando salimos a laborar para el Señor, tenemos que aprender a someternos a las circunstancias. No podemos esperar que las circunstancias siempre se ajusten a nosotros y nos sean favorables. Eso es imposible. Algunos de ustedes van a salir a diferentes pueblos y aldeas para la propagación. No saben en qué clase de circunstancias estarán, qué tipo de situaciones afrontarán ni cuánto sostenimiento económico recibirán. Todo esto es incierto. Por lo tanto, ustedes tienen que vivir por fe y aprender a sufrir. Deben armarse con una mentalidad dispuesta a sufrir a fin de que puedan ser un buen solado de Cristo. Pedro también nos exhortó a seguir al Señor con la misma mentalidad de Cristo, una mentalidad dispuesta a sufrir (1 P. 4:1). Cuando un verdadero soldado sale a luchar en la primera línea, el entorno está fuera de su control. Por esta razón, él tiene que prepararse en tiempos ordinarios, ejercitándose para soportar los sufrimientos.
Anteriormente dijimos que todo lo que no es según nuestros deseos es un sufrimiento para nosotros. Por ejemplo, tal vez temamos que otros ronquen; no obstante, da la casualidad de que el hermano que duerme en la misma litera con nosotros da unos terribles ronquidos. No debemos decir que no podemos tolerarlo; en vez de ello, tenemos que ejercitarnos. Si tenemos esta mentalidad, sólo nos tomará una semana de ejercicio para poder quedarnos dormidos. Si no le damos importancia a cierto asunto, no sufriremos por ello; pero una vez que centremos nuestra atención en ello, sufriremos. Por lo tanto, aprender a sufrir es aprender a no preocuparnos por nada.
En aquella ocasión, mientras comía ese pan al vapor que estaba medio crudo, sentía que no podía comerlo; pero recordé las palabras que el Señor dijo: “En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante” (Lc. 10:8). Así que oré al Señor diciendo: “Señor, Tú dijiste que debíamos comer lo que nos pusieran por delante; ahora estos hermanos me han servido algo crudo, por tanto, debo comérmelo crudo”. Finalmente me lo comí. Le doy gracias al Señor y lo alabo porque mi problema estomacal no se agravó, aunque ciertamente me adelgacé mucho. Un mes más tarde el hermano Nee condujo una conferencia en Hangchow, así que yo terminé mi obra y me di prisa para ir a esa conferencia. Cuando llegué allí al día siguiente, él estaba hablando desde el podio. En cuanto me vio, dijo: “¡Vaya! ¡El hermano Witness está tan delgado como un palo!”. Después, en la siguiente reunión, él compartió un mensaje en el que decía que los colaboradores que salen a laborar por el Señor deben aprender a soportar sufrimientos.
Tenemos que aprender a soportar sufrimientos si deseamos laborar para el Señor. No debemos olvidar que, como soldados, debemos estar listos para ir a la guerra, no para asistir a un banquete. Por esta razón, debemos prepararnos. Cuando salgamos a propagar el evangelio, tenemos que prepararnos para ir a un campo de batalla a sufrir. Tenemos que preparar el camino en todo aspecto. Debemos mantener limpio y ordenado el lugar donde vivimos y buscar la manera de prepararnos nuestras comidas. Al relacionarnos con nuestros amigos del evangelio o con los hermanos y hermanas, debemos aprender a hacerlo en su mismo nivel. Todas estas cosas requieren que ejercitemos la fe y aprendamos a sufrir.
(
Economía de Dios y el misterio de la transmisión de la Trinidad Divina, La, capítulo 9, por Witness Lee)