EL MINISTERIO DE JUAN EL BAUTISTA:
DECIRLES A LAS PERSONAS QUE SE ARREPINTIERAN
PARA EL REINO DE LOS CIELOS,
EL CUAL SE HABÍA ACERCADO
¿Por qué Juan el Bautista vivía de una manera tan “salvaje”? La manera en que una persona vive debe corresponder a la ocupación que tiene. Por ejemplo, el que sirve como soldado debe vestir un uniforme militar, y el que sirve como doctor debe ponerse una bata blanca; de otro modo, no podrán ni combatir en la guerra ni trabajar. Puesto que Juan era sacerdote por nacimiento, él debió haber vestido las vestiduras sacerdotales y debió haber ministrado en el templo. ¿Por qué entonces escogió vivir en el desierto, vestirse de manera salvaje y comer cosas silvestres? Más aún, cuando salió a ministrar, las palabras de su predicación también eran salvajes. En Mateo 3:1-2 se nos dice que él apareció en el desierto de Judea predicando y diciendo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Según la gramática, estas palabras fueron habladas en el imperativo. Juan no les dijo a las personas que ellas “debieran arrepentirse” o que “era aconsejable que se arrepintieran”; en vez de ello, dijo: “¡Arrepentíos!”. El tono con que hablaba era muy directo, salvaje e inculto.
Además, Juan bautizaba a las personas en agua después que se arrepentían. Él no usó la palabra “sepultar”, que es una expresión más refinada. Cuando una persona muere, necesita ser sepultada de la manera debida; esto es parte de la cultura humana. Sin embargo, Juan “bautizaba” a las personas en agua en vez de “sepultarlas” (Mt. 3:11). La palabra bautizar en griego tiene el sentido de “hundir” o “mojar”. Esta clase de expresión es bastante “salvaje”. Cuando Juan vio que muchos de los fariseos y saduceos venían a su bautismo, les decía: “¡Cría de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?” (v. 7). Él no actuaba en absoluto como un predicador refinado, porque al ver a los religiosos, los reprendió, llamándolos “cría de víboras”. ¿No diría usted que él actuaba de forma “salvaje”?
Él se comportaba así para mostrar que venía con el propósito de oponerse a la cultura, a la religión, a todo lo natural, a la tradición y a la moralidad. Conforme al mismo principio, hoy en día nosotros, al leer la Biblia, debemos también oponernos a estos cinco asuntos. Con esto no estamos diciendo que debamos ser personas inmorales; al contrario, lo que queremos decir es que debemos tomar a Juan el Bautista como nuestro modelo. Cuando las multitudes le preguntaron, diciendo: “¿Qué, pues, haremos?”, Juan les respondió: “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene alimentos, haga lo mismo”. En aquel tiempo algunos recaudadores de impuestos también vinieron. Ellos recaudaban impuestos para el Imperio romano a sus compatriotas judíos, quienes eran un pueblo débil y pequeño. Cuando ellos le preguntaron a Juan qué debían hacer, Juan no les dijo que renunciaran y dejaran de ser recaudadores de impuestos porque él no estaba allí para oponerse al imperialismo; antes bien, simplemente dijo: “No exijáis más de lo que os está ordenado”. Y cuando algunos que servían en la milicia le preguntaron también qué debían hacer, les respondió: “No hagáis extorsión a nadie, ni toméis nada mediante falsa acusación; y contentaos con vuestro salario” (Lc. 3:10-14). Esto nos muestra que Juan era una persona ética; sin embargo, él hizo la ética a un lado en su andar y vivir. Esto se debe a que él sabía que no había venido a promover la moralidad ni cosas semejantes, sino a predicar el reino de Dios.
Por esta razón, al comienzo de su ministerio, Juan predicó el reino de Dios, diciendo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2). Lo que él quería decir era que todos tenían que estar preparados porque el reino de los cielos, el reino de Dios, se había acercado. ¿Qué es “el reino de Dios”? Debemos entender que el reino de Dios es Dios mismo. En el chino con frecuencia se usa la palabra mundo en vez de reino en expresiones tales como “el mundo animal” o “el mundo vegetal”. De hecho, tanto en griego como en español se usan las expresiones “reino animal” y “reino vegetal”. En el reino animal tenemos los animales y en el reino vegetal tenemos los vegetales. Del mismo modo, el mundo humano, el reino humano, está conformado por seres humanos. Si quitáramos a todos los seres humanos del reino humano, éste dejaría de existir. Conforme al mismo principio, el reino de Dios es Dios mismo, y Dios mismo es quien, por ser el contenido del reino de Dios, lo es todo en este reino. Si Dios desapareciera, el reino de Dios quedaría vacío. Tomemos por ejemplo los leones en un zoológico. El lugar donde están confinados los leones podría llamarse “el mundo de los leones” o “el reino de los leones”; pero si los leones fueran sacados de allí, el reino leonino dejaría de existir.
(
Economía de Dios y el misterio de la transmisión de la Trinidad Divina, La, capítulo 3, por Witness Lee)