Acerca de las reuniones en casa, por Witness Lee

EL NÚMERO DE LOS QUE HABLAN LA PALABRA SE PROPAGA DE UNO A TODOS

Tengo que reconocer que la sabiduría de Dios está por encima de toda sabiduría. Las obras de Dios son creadas por Él y llevadas a cabo por Él y no necesitan ser mejoradas. El día de Pentecostés el Espíritu Santo fue derramado, y como resultado tres mil personas fueron salvas. Inmediatamente después la iglesia fue establecida y los creyentes empezaron a reunirse.

Hechos 2:46 dice: “Perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan de casa en casa”. Además, vemos en el versículo 42 que ellos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles. Aquí vemos un cuadro muy claro de que las reuniones de la iglesia incluyen, por un lado, las reuniones grandes y, por otro, las reuniones pequeñas. Las reuniones grandes se llevaban a cabo en el templo y las reuniones pequeñas se efectuaban de casa en casa. Sin lugar a dudas, en las reuniones grandes que tenían lugar en el templo, Pedro hablaba la palabra y los demás lo escuchaban. Con relación a las reuniones de casa en casa, es muy probable que un buen número de personas compartía lo que había escuchado en el templo.

El versículo 42 dice que “...perseveraban en la enseñanza [...] de los apóstoles”, y el versículo 46 dice que ellos iban “partiendo el pan de casa en casa”. Estos dos versículos son dos pequeñas ventanas que nos permiten ver el contenido interior. Ellos se reunían de casa en casa y todos hablaban y participaban; no hablaban de sus propias cosas, sino que perseveraban en la enseñanza de los apóstoles y hablaban acerca de todo lo que Pedro había hablado. En cuestión de uno o dos días, un solo orador, Pedro, se propagó a través de cientos de hermanos y hermanas que hablaban la palabra.

(Acerca de las reuniones en casa, capítulo 3, por Witness Lee)