Acerca de las reuniones en casa, por Witness Lee

UNA PERSONA ES CAPAZ DE HABLAR LA PALABRA EN CUANTO ES SALVA

Examinando el pasado, en los años de 1949 a 1957 había muchos grupos pequeños, los cuales retenían a las personas. Una vez que empezamos a practicar los grupos pequeños las personas fueron añadidas. Por otro lado, debido a que no había muchos oradores elocuentes, los mensajes no se daban de una manera tan poderosa. Éste es el punto débil de las reuniones de hogar. Comparemos ahora las ganancias y las pérdidas. Las ventajas de las reuniones de hogar es que es fácil traer a las personas y retenerlas. Pero si el contenido de las reuniones es deficiente, esta debilidad puede ser remediada. En los Estados Unidos hay muchas escuelas con miles de estudiantes y muchos maestros. Si ustedes esperan que cada maestro sea como Billy Graham, entonces las escuelas no tendrían forma de seguir adelante. No importa cuán competente sea Billy Graham; él no puede compararse con miles de maestros que enseñan cada uno a veinticinco estudiantes. Esto es más que suficiente. Este sistema de educación será exitoso.

La sabiduría del Señor es muy grande. Desde el comienzo había reuniones grandes en el templo y pequeñas reuniones de grupo en los hogares. Éste fue un buen comienzo que desarrolló un buen hábito y puso un buen fundamento. El día de Pentecostés, en cuanto una persona era salva, de inmediato empezaba a hablar la palabra. Sin embargo, ése no es nuestro concepto, pues nos preguntamos cómo una persona que apenas ha sido salva el día de ayer puede hoy empezar a predicar. No podemos creer que esto sea posible. Esta clase de perspectiva y atmósfera anula a las personas. ¿Quién no sabe hablar? Aun la persona más tonta puede aprender un idioma. Después que aprende, naturalmente habla. Desde la perspectiva espiritual, una vez que somos salvos, tenemos al Espíritu del Señor, oramos, leemos la Biblia, asistimos a las reuniones y escuchamos tantos mensajes. Sin embargo, cuando nos toca hablar a nosotros, decimos que no sabemos hacerlo. Esto nos muestra cómo la costumbre de tener reuniones grandes ha perjudicado a las personas. Las reuniones grandes han anulado todas las funciones de los santos y ha privado a las personas de sus derechos.

Una persona anciana se enfermará si deja de caminar sólo unos cuantos días; pero todas sus enfermedades desaparecerán si practica el caminar varios miles de pasos cada día. Si un anciano puede recuperarse con el ejercicio, ¡cuánto mayor beneficio recibirán los jóvenes! La razón por la que usted no es capaz de hablar es que no habla. Las reuniones grandes han privado a las personas de su oportunidad de ejercitarse. La razón por la cual no hablamos todos es que no sabemos hablar. Pero, como dice un proverbio chino: “Mejor es tener tres zapateros apestosos que un general muy listo”. Si dependemos de los oradores, nadie querrá hablar en las reuniones. No creo que nadie se tomaría la molestia de preparar algo antes de las reuniones. Todos vendrían a las reuniones esperando que alguien les ponga alimento en la boca. Si un padre no les da a sus hijos la oportunidad de hablar mientras que son pequeños, y más tarde los culpa por no saber hablar, la raíz del problema es que el padre habla demasiado. Cada vez que él abre la boca les da un discurso. Esto hace que los hijos se vuelvan mudos. Yo prefiero que el padre hable menos y deje a los hijos hablar más. Muchas veces las supuestas “personas dotadas y capaces” anulan los dones de muchas otras personas.

(Acerca de las reuniones en casa, capítulo 3, por Witness Lee)