Acerca de las reuniones en casa, por Witness Lee

LAS REUNIONES DE HOGAR SON EL FUNDAMENTO DE LAS REUNIONES DE LA IGLESIA

El tema de este mensaje es “El fundamento de las reuniones de la iglesia”. En cualquier cosa que usted haga, siempre habrá una base o fundamento. Incluso el idioma tiene su fundamento. Las veintiocho letras del alfabeto son el fundamento del idioma español. ¿Cuál es el fundamento de las reuniones de la iglesia? No es difícil descubrir en el libro de Hechos de qué manera los tres mil y luego los cinco mil se reunieron después de ser salvos. Ellos se reunían en el templo y de casa en casa, de una casa a otra. Cuando estaban en el templo, principalmente Pedro y Juan eran los que hablaban. No obstante, si usted les pidiera a los apóstoles Pedro y Juan que visitaran a los tres y cinco mil que fueron salvos, lo cual implicaría visitar al menos varios miles de hogares, aunque gastaran la suela de sus zapatos saliendo a visitar a los nuevos creyentes, no lograrían visitarlos a todos ellos.

En aquel tiempo no había en absoluto diferentes enseñanzas. Los que eran salvos, a pesar de que habían sido salvos por sólo un día o dos, empezaron a reunirse en sus hogares. Ellos definitivamente no hablaban acerca de las enseñanzas de Moisés, ni de las doctrinas de Isaías. En cada casa los creyentes hablaban de lo que habían escuchado personalmente de Pedro en el templo.

Las reuniones de hogar constituían el fundamento de las reuniones de la iglesia. Las reuniones grandes que se efectuaban en el templo no eran el fundamento. Una vez que las reuniones grandes cesaron en el templo, dichas reuniones dejaron de existir. Los creyentes fueron producidos en las reuniones grandes, y luego fueron conducidos a las reuniones de hogar. Las reuniones de la iglesia no fueron edificadas en las reuniones grandes celebradas en el templo, sino más bien en cada casa, es decir, de casa en casa.

Hechos 8 dice que hubo una gran persecución en Jerusalén poco después de que los tres mil y cinco mil fueron salvos. Todos ellos se fueron de Jerusalén y solamente quedaron los apóstoles. Esto nos permite ver que la propagación del evangelio del Señor y la extensión del testimonio de la iglesia del Señor no dependían primordialmente de los apóstoles, sino de los que habían sido esparcidos. Ellos condujeron a las personas a la salvación en todos los lugares adonde fueron. Les aseguro que durante ese tiempo no hubo reuniones grandes. Las reuniones grandes no son el fundamento de la iglesia. Las reuniones de casa en casa, las reuniones en los hogares, son el fundamento de la iglesia. Las reuniones grandes son algo semejante a patinar sobre hielo. Son las reuniones de hogar las que realmente pueden retener a las personas. Esta luz es muy clara en la Biblia.

Las reuniones de hogar tuvieron su inicio en Taiwán

Vimos esto desde el principio, y por eso alentamos a los santos a emigrar hace cincuenta o sesenta años. Sin embargo, era muy difícil conducir a las personas a la salvación en esos días en la China continental, y no había reuniones grandes de las cuales depender. Bautizar a cinco personas era un acontecimiento tremendo. En los dieciocho años que transcurrieron entre 1922 y 1940, no más de treinta y siete personas fueron bautizadas en una sola ocasión. En 1940 la iglesia en Chifú vio la luz acerca de que la iglesia predica el evangelio. Desde aquel entonces, en cada ocasión fueron bautizadas cien personas o más. Fue debido al incremento numérico que vimos la necesidad de reunirnos en los hogares, pero no llegamos a reunirnos en grupos pequeños. Las reuniones de grupos pequeños no surgieron sino hasta que llegamos a Taiwán.

En Taipéi, primeramente empezamos a reunirnos en el viejo local. Cuando ganamos a más personas, decidimos reunirnos en varias áreas. Luego, cuando más personas fueron añadidas, las dividimos conforme a los hogares. Estas reuniones de hogar trajeron a varios miles de personas. Las iglesias en toda la isla de Taiwán aumentaron de cuatrocientas o quinientas personas, a cuarenta o cincuenta mil en el período de 1949 a 1957. Sin embargo, en 1958 nos distrajimos y empezamos a ir cuesta abajo. El declive no era muy empinado, sino más bien poco pronunciado. Hemos venido caminando cuesta abajo desde 1958, por veintisiete años.

Cuando por primera vez escapamos de las reuniones grandes en las denominaciones para escalar esta montaña, escalamos hacia las reuniones de hogar. Pero antes de llegar a esta cumbre, nos distrajimos y no pudimos subir más, y en vez de ello nos fuimos cuesta abajo. De hecho, nos fuimos cuesta abajo al punto de centrar nuestra atención en las reuniones grandes y en los oradores elocuentes. Todo el que es elocuente atrae a las personas. Los santos han adquirido el hábito de escuchar sermones. Antes de asistir a una reunión, primero preguntan quién es el orador. Si es Pablo, todos acuden; y si es Marcos, dicen: “No tengo tiempo para ir”. Por consiguiente, el fundamento de la iglesia ya no es los hogares, sino los predicadores y las reuniones grandes. Esto no es otra cosa que el cristianismo caído.

(Acerca de las reuniones en casa, capítulo 1, por Witness Lee)