PABLO PREDICABA ÚNICAMENTE A JESUCRISTO
Y A ÉSTE CRUCIFICADO
Al final de enero de 1985 yo tomé un vuelo de Taipéi a los Estados Unidos. Tan pronto como despegó el avión, supe que las reuniones de hogar se desarrollarían a la etapa presente. Al comienzo las reuniones de hogar lograron recobrar a algunos que no habían estado reuniéndose por un buen tiempo. Algunos que habían dejado de reunirse por veinte o treinta años regresaron a las reuniones. Cuán precioso fue cuando todos ellos se reunieron, y cuán dulce fue cantar:
“Benditos son los lazos que unen
Nuestros corazones en amor cristiano...
Y el amor y la unidad en perfección reinan
Por toda la eternidad”.
Hymns, #860
Si una hermana que había dejado de reunirse por veinte años cantara esta canción, ciertamente habría prorrumpido en llanto, y todos también con ella. Sin embargo, las flores hermosas se marchitan, la luna va menguando y lo bueno no perdura. La reunión fue buena la primera vez, la segunda y la tercera, pero para la cuarta vez ya había perdido su sabor. Y para la quinta vez ya habían empezado a surgir los mitos profanos y de viejas.
Cuando la iglesia empezó a reunirse, la manera de reunirse empezado por Pedro la continuó Pablo. ¿Cómo sabemos esto? En 1 Corintios 2:1-2 Pablo dice: “Y yo, hermanos, cuando fui a vosotros [...] me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”. Esto nos muestra que Pablo predicó un solo tema en la iglesia en Corinto, a saber, Jesucristo y éste crucificado. Él no habló de ética, moralidad o filosofía ni de la ley ni de doctrinas del Antiguo Testamento. Aquello de lo cual hablaba y predicaba era Jesucristo y éste crucificado.
(Acerca de las reuniones en casa, capítulo 2, por Witness Lee)