LABORANDO CON DILIGENCIA PARA EDIFICAR
A LOS GRUPOS PEQUEÑOS
Nosotros debemos entender claramente que las reuniones grandes no pueden edificar a la iglesia. A fin de edificar la iglesia, debe haber grupos pequeños, y para edificar los grupos pequeños, nuestros conceptos y métodos deben ser cambiados. Ya no podemos tomar el viejo camino del cristianismo. El que un solo hombre hable y todos los demás escuchen es positivamente equivocado; no hay semejante cosa en la Biblia. En 1 Corintios 14:26 se nos muestra que cuando toda la iglesia se reúne, no es que un solo hombre hable y todos los demás escuchen; más bien, es que cada uno tiene un salmo, una revelación, una enseñanza, una lengua o una interpretación. Es mutuo; es recíproco. Cada uno que venga a las reuniones debe aprender a hablar por el Señor, y cada uno debe abrir su boca para emitir Cristo.
A fin de lograr esto, todos los hermanos responsables que ministran a los hijos de Dios deben laborar con diligencia. Que un pastor tome el camino viejo hoy día es muy fácil; lo único que tiene que hacer es reunirse con su congregación todos los domingos y prepararles un sermón. Pero ayudar a todos a buscar al Señor, tener comunión con El, leer Su palabra, digerirla por medio del orar-leer y luego hablar por y emitir el Señor no es fácil. Esto requiere mucha labor.
Para que las iglesias en el recobro del Señor sean fuertes, no podemos depender de la predicación de un solo hombre en las reuniones grandes. Hay que tener labor diligente para hablar por y emitir el Señor. Los hermanos al frente especialmente deben tomar la iniciativa en laborar en la palabra (1 Ti. 5:17). Si una madre tiene cinco hijos, no debe esperar tener mucho descanso. Debe haber mucha labor cada día. Ella tiene que ocuparse de todo aspecto de la familia. Además, debe ser responsable del enseñar y del criar de los hijos para que cada uno de ellos madure hasta que sea decente y decoroso, con una mente clara y un cuerpo sano. Que una madre haga esto no es fácil; debe dedicar todos sus esfuerzos a esta obra.
Si amamos al Señor debemos darnos cuenta de que el camino del Señor hoy día está en la edificación de los grupos pequeños. No podemos tomar un atajo. No debemos ser engañados pensando que el hablar en lenguas y los llamados dones pentecosteses son el camino. Si amamos al Señor y amamos a la iglesia, debemos orar mucho ante el Señor. En nuestra oración debe haber confesiones a fondo.
Cada vez que sentimos en nuestra oración que hemos pecado o hemos sido contaminados o hemos hecho algo malo, debemos confesar y arrepentirnos de nuestros pecados uno tras uno. Si es necesario, tenemos que ir a otros para tratar con todas nuestras injusticias para que nuestra conciencia pueda estar sin mancha. Cada vez que nos acercamos a la Palabra del Señor, es como si nos acercáramos al Señor mismo, teniendo comunión con El cara a cara. Si practicamos este camino, la palabra de Cristo seguramente será constituida dentro de nosotros, y nuestra experiencia y nuestro disfrute diario del Señor llegarán a ser nuestras palabras. Cuando vamos a las reuniones, seguramente tendremos mucho que decir. Si hablamos y nos expresamos de esta manera todo el tiempo, nosotros seremos edificados y otros serán edificados. Debemos laborar con diligencia de esta manera.
(Vivir necesario para la edificación de las reuniones de grupos pequeños, El, capítulo 7, por Witness Lee)