PRACTICANDO EL ANDAR POR EL ESPIRITU
EN NUESTRA VIDA DIARIA
Hace sesenta años que yo soy salvo. Yo leí libros de muchas diferentes escuelas de cristianos. Cada escuela tenía su propia teoría y práctica, y yo probé y practiqué todas ellas. Al fin yo vi que la Biblia nos muestra sólo un camino, y aquel camino es andar no conforme a la carne, sino conforme al espíritu en nuestra vida diaria.
Cuando despertamos en la mañana, por muy ocupados que estemos, debemos dedicar unos pocos minutos para tener un tiempo con el Señor. Debemos abrirnos al Señor y decir: “Señor, vengo para tener contacto contigo. Tú eres mi vida y mi todo. Hoy no estoy aquí para vivir mi moralidad. Estoy aquí para vivir a Cristo. No quiero actuar meramente conforme a mi conciencia. Yo quiero actuar conforme al espíritu”. Después que ustedes oren, tal vez leerán unos pocos versículos. Luego en su vida diaria deben simplemente practicar el tener un andar que es conforme al espíritu.
A menudo Dios permite que nuestras esposas e hijos u otros asuntos vengan y nos molesten. Ellos están allí para probar si en realidad vivimos en el espíritu, o si vivimos por nosotros mismos. A veces si nuestras esposas nos molestan un poco, empezamos a ejercitar nuestra paciencia. Esto no es mas que el desarrollo de nuestra virtud luminosa y el cultivo de nuestro comportamiento. Debemos ver que toda cosa que nos pase es para que aprendamos a volvernos a nuestro espíritu. No nos importa el desarrollo de la virtud luminosa; tampoco nos importa el cultivo de nuestro comportamiento. Si el espíritu no quiere moverse, nosotros no nos movemos. Sólo sabemos andar conforme al espíritu.
A veces cuando logramos ser pacientes, nos sentimos muy orgullosos de nosotros mismos. Pensamos que hemos tenido éxito por nuestro esfuerzo y que hemos logrado algo. Pero cuando nos volvemos al espíritu, somos iluminados. Nos damos cuenta de que aunque hemos logrado cultivar un buen comportamiento, no hemos vivido a Cristo. Aunque logramos ejercitar nuestra paciencia, no andamos conforme al espíritu.
En el pasado ciertos santos han venido a mí, diciendo: “O Hermano Lee, ¡usted es maravilloso! Usted ha hecho una obra tan maravillosa para el Señor!” Cuando oí esto, me sentí como los querubines. Sentí como si tuviera seis alas con las cuales irme volando. Aunque yo dije con mi boca: “Esto no es de mí; todo es la obra del Señor”; en realidad fui yo totalmente. No fue Cristo; no fue el andar conforme al espíritu. Después que confesé esto delante del Señor, aprendí la lección y no me atrevía a ser tan orgulloso. Todos somos así. Cuando otros nos alaban un poco, estamos en los cielos, pero cuando otros nos critican un poco, estamos en el infierno. No podemos resistir alabanza ni soportar reproche. Debemos ejercitarnos para andar conforme al espíritu y no ser molestados por nada más. No debemos ser distraídos ni por la alabanza ni por el reproche de otros. Sólo debemos prestar atención al andar en el espíritu.
(Vivir necesario para la edificación de las reuniones de grupos pequeños, El, capítulo 2, por Witness Lee)