RECIBIR LA PALABRA DEL SEÑOR
Efesios 3 habla de que Cristo hace Su hogar en nuestros corazones. Si hemos de experimentar a Cristo, Él tiene que hacer Su hogar en nuestros corazones. Debemos darle la libertad de hacer Su hogar en nuestros corazones, esto es, de establecerse en nosotros. Entonces le experimentaremos y le disfrutaremos a Él.
Hay tres puntos cruciales en el capítulo 4: ser mezclados con el Dios Triuno, crecer con el crecimiento de Cristo y ser renovados al aceptar a Cristo como nuestra persona. Todos los santos del recobro del Señor deberían llegar a ser un hombre de plena madurez al ser mezclados con el Dios Triuno, al crecer en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo, y al crecer hasta que sea edificado el Cuerpo (vs. 4-6, 13, 15-16). Cuando tengamos estas experiencias, seremos renovados y transformados, y nos despojaremos del viejo hombre y nos vestiremos del nuevo hombre, el cual es la iglesia. También experimentaremos a Cristo como nuestra persona y viviremos por Él, y no por nosotros mismos. Anteriormente, nuestro yo era nuestra persona, pero habrá un cambio de persona. Cuando aceptamos a Cristo como nuestra persona, llegamos a ser el nuevo hombre.
Estos cuatro puntos —el que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones, el que seamos mezclados con el Dios Triuno, el que crezcamos con el crecimiento de Cristo y el que seamos renovados al aceptar a Cristo como nuestra persona— son de crucial importancia. Sin embargo, han sido desatendidos y perdidos por el cristianismo. Estos puntos no se enseñan en el cristianismo, ni pueden encontrarse en ninguna de sus publicaciones. Aunque estos cuatro puntos son de carácter subjetivo y son muy profundos, necesitamos conocerlos y experimentarlos a fin de tener la vida de iglesia apropiada.
Pablo conocía el secreto para experimentar estos cuatro puntos. Si queremos tener la experiencia de que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones y que seamos mezclados con el Dios Triuno, crezcamos en vida y seamos renovados al tomar a Cristo como nuestra persona, debemos recibir la Palabra del Señor. Si no comemos Su Palabra cada día al orar-leer con nuestro espíritu, estos puntos no llegarán a ser nuestra experiencia. El Cristo que está haciendo Su hogar en nuestros corazones, que nos da el crecimiento en vida y que es nuestra persona se halla en la Palabra, y el Dios Triuno está en la Palabra. Por consiguiente, tenemos que recibir la Palabra del Señor.
Los dietistas dicen que el cuerpo humano necesita muchos nutrientes, tales como carbohidratos, proteínas, grasas y vitaminas. Estos nutrientes se hallan en nuestros alimentos. El alimento físico simboliza la Biblia, la palabra de Dios. La Biblia contiene varios nutrientes espirituales. Si no comemos la palabra, sufriremos de malnutrición. Muchos cristianos están malnutridos. Ellos tienen una Biblia, pero se halla en un librero o en una gaveta. Tienen el alimento en sus manos, pero ellos ni lo cocinan ni se lo comen. Como resultado, están malnutridos.
Muchos jóvenes que viven en los Estados Unidos son perezosos y sueltos; les gusta despertarse tarde en la mañana. Ellos tienen que estar en su trabajo a las ocho de la mañana, pero duermen hasta las ocho menos cuarto. Por tanto, no tienen tiempo para prepararse el desayuno; en vez de ello, se van de prisa al trabajo y se compran una dona en el camino. Además, tampoco tienen tiempo para comerse un almuerzo adecuado, y se compran una hamburguesa. Como resultado de una dieta tan pobre, muchos jóvenes están malnutridos, débiles y carentes de energía.
Debemos dedicar tiempo para comer la Palabra del Señor a diario. Si comemos apropiadamente, seremos sustentados. Este sustento espiritual contiene el agua viva que nos lava y remueve todo lo negativo de nuestra vida espiritual, tal como el alimento que ingerimos nos lava y nos sustenta. Yo soy sano porque como apropiadamente. El alimento apropiado nos fortalece, limpia nuestra sangre y desobstruye nuestros vasos sanguíneos. El alimento nos nutre, nos lava y nos protege de los gérmenes. Esto también aplica al alimento espiritual, la Palabra de Dios. Necesitamos orar-leer la Palabra de Dios con nuestro espíritu a fin de que seamos sustentados y lavados.
(Gran misterio: Cristo y la iglesia, El, capítulo 11, por Witness Lee)