AMAR EL MUNDO
Después de hablarnos de la necesidad de negar el yo, de tomar la cruz y de perder la vida del alma, el Señor se refirió al mundo cuando dijo: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si gana todo el mundo, y pierde la vida de su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de la vida de su alma?” (Mt. 16:26). Los hombres aman al mundo simplemente porque les proporciona deleite para su alma. Por eso les encantan la ropa fina, los carros lujosos y las diversiones mundanas. Pero por causa del Señor, del evangelio y de Su testimonio, debemos estar dispuestos a perder el disfrute del alma en esta era. ¿Está usted dispuesto a perder el disfrute de su alma por causa del Señor? La razón por la cual las personas aman el mundo es que quieren conservar el disfrute de su alma. En todo el mundo impera el disfrute del alma. La razón por la cual las personas estudian para obtener un diploma es poder vivir mejor, y vivir mejor implica poder disfrutar más. Otros trabajan duro para obtener un ascenso en sus trabajos, a fin de ganar más dinero para el disfrute del alma. Cuando el Señor Jesús vino, Él perdió Su alma, es decir, Él renunció a todo lo que le proporcionaba disfrute a Su alma. Él perdió el disfrute de Su alma en esta era a fin ganar Su alma en la era venidera. Como hemos visto, en la era venidera, el Señor Jesús disfrutará toda la tierra. En aquel tiempo, Él nos invitará a nosotros, Sus compañeros, a compartir este disfrute. Por tanto, debemos esperar pacientemente el disfrute venidero. Si usted permite que su alma disfrute hoy, se perderá el disfrute venidero. Es posible que algunos, al oír esto, digan: “Mi economía es práctica. A mí lo que me preocupa es el presente, no el futuro”. La decisión es suya. Si usted prefiere disfrutar hoy, tiene la libertad de hacerlo. No obstante, si salva su alma en esta era, tenga por seguro que la perderá cuando el Señor regrese. Él le dirá que por haber permitido que su alma disfrute tanto, ahora es el momento de perderla. ¿Qué decidirá usted? ¿Perder su alma hoy y ganarla mañana, o ganarla hoy y perderla mañana? Aun si pudiésemos ganar todo el mundo, no valdría la pena a costa de perder nuestra alma.
(Ejercicio del reino a fin de edificar la iglesia, El, capítulo 6, por Witness Lee)