EL HIJO ES GLORIFICADO
EN LA VIDA DE IGLESIA APROPIADA
PARA QUE EL PADRE SEA GLORIFICADO
La oración del Señor era primeramente para que el Hijo fuese glorificado a fin de que el Padre fuese glorificado (vs. 1-5). Durante muchos años una gran mayoría de nosotros no entendíamos este capítulo. Casi todos los cristianos al leer el Nuevo Testamento se dan cuenta de que Juan 17 contiene la oración que el Señor hace antes de partir al Padre, en la cual le pide por la unidad de Sus creyentes. Esto es correcto, pero sólo en un sentido muy superficial. Debemos preguntarnos dónde se encuentra esta unidad y cómo puede hacerse realidad en la práctica. Siempre que practicamos la unidad genuina, el Hijo es glorificado para que el Padre pueda ser glorificado en el Hijo. La vida de iglesia es la glorificación del Hijo; a fin de que el Hijo sea glorificado se necesita la vida de iglesia apropiada (Ef. 3:21; 1 Ti. 3:15-16). En la Biblia, la palabra gloria denota la expresión de Dios. Podemos ilustrar esto usando como ejemplo la electricidad. Pese a que la electricidad ha sido instalada en este edificio, nadie puede verla. Sin embargo, cuando encendemos las luces se ve la electricidad. El resplandor de las luces es la “glorificación” de la electricidad. De igual manera, Jesucristo es un misterio, y al parecer nadie puede verle. No obstante, este Cristo se expresa en las iglesias. Así como sabemos que hay electricidad en el edificio por el resplandor de las luces, sabemos que Jesús está aquí por Su “resplandor” en los santos. Antes de Su muerte, el Señor Jesús oró: “Glorifica a Tu Hijo” (Jn. 17:1). La intención, la meta y el objetivo de esta oración era que el Padre edificase la iglesia para Cristo. En este sentido, la expresión glorifica a Tu Hijo significa “edifica la iglesia para Tu Hijo”. En un sentido práctico, la oración hecha por el Señor en Juan 17 es una oración por la iglesia. La palabra iglesia no aparece de manera textual en esta oración, sin embargo, la iglesia si está presente en un sentido muy concreto, real y práctico.
Así como la electricidad no puede manifestarse sin el resplandor de las lámparas, tampoco el Hijo de Dios puede ser glorificado aparte de la iglesia. Cuando el Señor Jesús hizo esta oración: “Glorifica a Tu Hijo”, le pedía al Padre que produjera la iglesia para que Cristo pudiera ser expresado, es decir, ser glorificado en Su Cuerpo. De este modo, el Padre es también glorificado en el Hijo, puesto que el Padre se halla en el Hijo (14:10-11). Si el Hijo permaneciese oculto, nadie podría conocer al Padre; sin embargo, si el Hijo es expresado, el Padre también será expresado en la expresión del Hijo. Es como si el Señor orara: “Glorifica a Tu Hijo en la iglesia de modo que el Hijo te glorifique en Su glorificación”. Hoy en día tenemos que orar también por la glorificación del Hijo, Su expresión, en la vida de iglesia apropiada. Cuando Cristo el Hijo es expresado, el Padre es expresado en la expresión del Hijo. Todos necesitamos ver que la oración hecha por el Señor al Padre en Juan 17 es, en términos prácticos, una oración por la vida de iglesia. Sin la vida de iglesia, ¿de qué manera puede el Hijo ser glorificado? Esta oración del Señor se cumplió en Hechos 2 en el día de Pentecostés, cuando el Padre, por medio del Espíritu, levantó a tres mil personas y produjo así la iglesia. Fue en ese entonces que el Hijo empezó a ser glorificado en la iglesia, y en esa glorificación del Hijo también fue glorificado el Padre.
(
Testimonio de Jesús, El, capítulo 2, por Witness Lee)